La pulga y Memo

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En la penumbra del Estadio Azteca, donde las sombras alargaban sus dedos sobre el césped y el aire vibraba con el rugido de la afición, se creaba una historia de terror. La selección mexicana, comandada por el arquero Guillermo Ochoa, se enfrentaba a la Argentina de Lionel Messi, un duelo que prometía emociones; los primeros minutos fueron un presagio de lo que vendría. Messi, con la astucia de un felino, se movía entre la defensa mexicana como un fantasma, creando ocasiones de peligro que Ochoa atajaba con reflejos sobrenaturales. Un aura de terror se apoderaba del público, que veía cómo el "Memo" se convertía en una muralla infranqueable.

El tiempo avanzaba y la tensión crecía. Messi, cada vez más frustrado, comenzó a mostrar un lado oscuro. Sus ojos brillaban con una intensidad demoníaca y sus regates se volvían más bruscos, casi como zarpazos. La afición mexicana rugía con cada atajada de Ochoa, alimentando el miedo que se apoderaba del astro argentino.

En una jugada fortuita, Messi chocó con Ochoa, quien salió peor librado. El portero mexicano, con el rostro ensangrentado, se levantó con una mirada de furia en sus ojos. Pero tenía que controlarse y no hacer nada tonto como para arruinar el ritmo del partido, tensó la mandíbula mientras apretaba el balón con fuerza al mismo tiempo que permitía que verificaran su herida en ese momento y controlaba sus gruñidos al notar la sonrisa burlesca de aquel argentino.

— Nada grave, puedes seguir jugando — expresó con tranquilidad aquel chico con una leve sonrisa, Ochoa soltó un largo suspiro mientras se levantaba y el arbitro solicitaba la retirada del equipo médico para continuar con el juego.

En la segunda mitad, el partido se convirtió en una batalla campal. Messi, poseído por una furia infernal, buscaba con desesperación el gol. Ochoa, convertido en un ser vengativo, detenía cada disparo con una ferocidad aterradora.

¡Guillermo Ochoa atajaba con una gran sonrisa!

Provocando en el argentino un desespero dentro sí ¿De donde había salido aquel arquero? Recordó que hace unos años, durante sus inicios se lo había encontrado en un partido de beneficencia y creyó que sería un mexicano más ni siquiera le prestó atención para ese entonces ¡Ni siquiera se alarmó cuando el nombre de aquel arquero resonaba en todo Brasil durante el 2014! Saber que fueron eliminados en octavos le hizo perder de vista a ese chico de cabellos rizados.

Ahora miraba como sus compañeros gruñían ante a ese hombre que golpeaba sus egos con fuerza — Jodido omega ¿Cómo es que lo hace? — expresó Rodrigo con desprecio en su voz. — ¿Omega? — preguntó Messi sorprendido de sí mismo, no tenía ni las características ni mucho menos el olor de un omega.

El final del partido llegó sin goles. La afición mexicana celebraba el empate como una victoria, mientras que Messi se retiraba del campo con la mirada perdida, jurando venganza. Ochoa solo seguía con la mirada al mejor jugador del mundo, quién había jurado hace algunos días ante la prensa internacional que se derrotaría fácilmente a la selección anfitriona del mundo ¿En verdad creía que se lo dejaría tan fácil? — Pequeño idiota — se dijo así mismo mientras reía sin descaro y se encaminó con su equipo con su porte, la mirada enfrente y su aroma inundando todo el lugar provocando atención en él.

Aunque estaba odiando internamente a su lobo interior por gruñir y tener la atención de que alfa. Era inaudito sentirse atraído por alguien de su propia casta, sobre todo uno común.

El mundo lo veía como un poderoso omega dominante pero la realidad era otra, nadie sabía de su condición de ser un alfa enigma que podía cambiar su aroma a voluntad propia y le encantaba proyectarse como un omega para humillar a esos alfas idiotas de baja categoría; esa noche, en el Estadio Azteca, el terror se mezcló con el fútbol. La leyenda de Guillermo Ochoa, el portero que venció al diablo, se grabó a fuego en la memoria de los aficionados. Y Lionel Messi, atormentado por la derrota, juró que algún día cobraría su revancha y maldiciéndose así mismo de permitir no solo arrebatarle la victoria sino también sus pensamientos.

Su secreto de Lionel estaba en peligro de igual forma, por ese maldito aroma del arquero es que su omega que se había mantenido dormido exclamaba la compañía del mexicano y eso era algo que no podía permitirse.

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora