El incondicional

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Parte II

El amor no correspondido es una experiencia tan frecuente como devastadora y es que enamorarse es uno de los estados más puros, placenteros que se pueden experimentar. Lionel Messi en estos momentos se sentía ligero e invencible — Para Guille — dijo entre risas suaves, al sentir como Guillermo le picaba las costillas mientras caminaban hasta la entrada de la casa, siendo una señal de que el mexicano estaba nervioso.

Jamás había cocinado para nadie más y aunque los postres no eran su gran especialidad, se había esforzado mucho para preparar aquella tarta de frutillas por ser la favorita del argentino con muchas fresas encima al conocer que era la gran debilidad del omega. Lionel al entrar fue directo al baño dejando al alfa con sus pensamientos, no pudo evitar gruñir cuando el olor de su amigo llegó a su nariz y no dudó en aspirarlo como si fuera su droga favorita.

Él, siempre él. Esa amistad, esa ternura ¿Qué sabía él? Siempre había sido su sombra, una historia de una gran fraternidad que fue evolucionando hasta ser lo que era, pero en esos momentos, se preguntaba ¿Qué eran en realidad? Ni siquiera pudo pensar la respuesta con detenimiento al tenerlo frente suyo, a ese perfecto omega que tenía las orejas sonrojadas — ¿Y bien? ¿Dónde están mis regalos? Ni creas que me haré el tonto, adoro lo que tu madre siempre me envía — expreso divertido el argentino.

— No te desesperes, chaparrito. Tendremos toda la noche para revisarlos y reza para que no te robe algo — respondió de la misma manera el mexicano.

Lionel alzó una de sus cejas cuando Guillermo le dio la espalda e iba a preguntarle que buscaba, cuando notó como abría el refrigerador y mostraba una bandeja de su postre favorito que soltó un chillido de felicidad; sus ojos eran el de un felino admirando como su humano le daba de comer, más bien, le brindaba un gran corte de esa tarta de frutilla y no dudó en ir masticando lentamente esas fresas dulces sin darse cuenta, que Guillermo admiraba cada faceta con detenimiento.

Guillermo no se percató que, en esa noche, nuevamente confirmaba que Lionel siempre sería su debilidad, que él era su eternamente tú. Un hotel, un cuerpo y posiblemente un adiós.

Guillermo no se percató que es su amigo oculto, su gran golpe de pasión y su amor de madrugada.

Mejor dicho, el amor de su amigo

Su incondicional

— ¡Me encantó, Guille! — exclamó con felicidad Lionel, abrazó con tanta fuerza a su mejor amigo que pudo sentir ese fuerte aroma que siempre enviaba al limbo su cerebro. Adoraba ese fuerte olor a licor de menta, disfrutaba de esa frescura y aromas estupendos, una excelente combinación que llegaba a embriagarlo por su fuerte mentolado que se combinaba a la perfección con el chocolate amargo.

Guillermo por un momento cerró los ojos y correspondió con emoción el abrazo, disfrutando de como la vainilla se mezclaba con el olor a chocolate blanco.

Una perfecta combinación de la ingenuidad del omega y la protección del alfa.

Ambos se fueron alejando y Lionel se dirigió a la sala con su tarta de frutillas mientras Guillermo abría su nuevo tequila sin dejar de seguir al omega. Ambos no se percataron del tiempo, iban recordando todas sus vivencias.

— Recuerdo perfectamente que tus padres siempre me pedían llevarte a casa antes de las diez de la noche — expresó Ochoa entre risas, disfrutando de la vergüenza de su mejor amigo — Siempre teníamos que armar los asados en tu casa o cada domingo jugábamos a la play. ¡Aún no olvido cuando tenía que pedirle permiso a tu padre! —

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora