Contaminación de pesadilla

110 18 2
                                    

En estos momento Andrés Guardado sentía un gran miedo en su interior, específicamente a una figura oscura y amenazante que le transmitía desespero, odiaba sin duda alguna vivir de esta manera. Todo empezó cuando aquel chico desapareció en su pueblo hace algunos años y todas las noches veía su rostro sin ojos en sus pesadillas ni siquiera actualmente siendo un adulto había podido superar el pánico. Aquel fantasma aparecía cuando algun niño desobedecía a sus padres y Guardado siempre recordaba las palabras de su madre.

Pórtate bien, mijito. El hombre de negro te atrapará

— Maldito ente imaginario, no significas nada — expresó algo inquieto mientras se levantaba de la cama, al mirar el otro lado vacío soltó un largo suspiro ni siquiera tenía que preguntar donde estaba su novio. De seguro metido jugando videojuegos como cada domingo en su día libre que se levantó con una expresión de fastidio y no dudó en desconectar la consola con todo el afán de molestarlo un poco.

— ¡Hey! ¿Por qué hiciste eso? Es mi día libre — expresó Guillermo un poco molesto mientras se levantaba del sofá e iba tratar de conectarlo, pero aquel omega se negó a moverse del mismo lugar de donde estaba.

— Te vuelve tonto, Guillermo. Además, deberías pasar el tiempo conmigo, no con esa cosa — respondió con simpleza Guardado.

— Cariño, toda la semana después del trabajo estoy contigo e inclusive voy a todas esas fiestas de tus amigos, desvelado acudo a trabajar. Solo quiero un momento para jugar, conectarme con mis amigos y... —

— Y nada cariño, mejor vayamos a desayunar ¿Qué dices? Deseo ir a ese restaurante —

— Llevamos un tiempo sin comer algo casero ¿Y si preparas tus chilaquiles? — Claramente eso último no fue del agrado de Andrés que movió sus ojos con pereza y se cruzó los brazos como una respuesta negativa ante ese pedido — Tengo hueva de salir, quiero estar un día en casa. —

— ¡Me aburro de estar en casa todos los días! — gritó enojado Andrés, la realidad era que detestaba estar solo mirando aquellas sombras pasar junto a él y esas jodidas voces molestándole, perturbando su paz.

Guillermo solo frunció el ceño por un momento para luego proceder irse a su pequeña oficina y encerrarse todo el día evitando otra pelea sin sentido. En estos momentos solo quería estar a solas adelantando sus pendientes, no sabe en que momento es que su principito había cambiado a esa actitud infantil ¿O siempre era así? Andrés solo dejo caer en el pequeño sofá hasta que un pequeño escalofrío hizo poner toda su piel de gallina, sus ojos se movieron por todos lados notando como algo oscuro lo acechaba, su respiración se agito con desespero y sus pupilas de dilataron por el pánico, sus manos temblaban y su frente empezaba a sudar. Quería moverse de su lugar, deseaba gritar con todas sus fuerzas, pero le era imposible... solo podía ver como ese maldito ente se acercaba a él arrastrándose por la pared que empezó a llorar hasta que la puerta del baño, se abrió con tanta fuerza que Guillermo tuvo que salir a revisar que pasaba notando como su pareja estaba en un estado catatónico provocando que corriera hasta él abrazándolo con fuerza, sintiendo como su corazón latía con tanta fuerza que juraba que en cualquier momento le daría un infarto así que no dudó en llevarlo hasta el hospital; Guillermo solo podía sostener la mano de su pareja con cuidado mientras admiraba como el sedante surtía efecto rápidamente ocasionando que el omega mexicano cayera en el mundo onírico de forma inmediata.

Andrés sentía de nuevo la soledad en aquel frío pueblo donde solo estaba él y miraba con temor todas esas antiguas casas cayéndose en mil pedazos, todo se oscurecía conforme avanzaba que tuvo que correr con fuerza hasta encontrar una iglesia, donde al entrar se sintió incomodo cuando aquellos santos lo miraban, como si estuvieran juzgándolo y fue en ese momento donde recordó su pecado.

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora