Dos hombres y medio

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Guillermo Ochoa a sus treinta años sin duda alguna estaba en la cúspide de su carrera, soltero, sin preocupaciones y ni hablar de su primera oportunidad en llegar a Europa; en estos momentos estaba en el Ajaccio debutando en la ligue 1 y el equipo tenía los reflectores sobre él. Todos sabían sobre la belleza del alfa mexicano y como sus rizos cautivaban más de uno, así que no dudó en ir a cortejar a Manuel Neuer en esa fría noche en Francia.

No tuvo ninguna dificultad en sonreír de forma coqueta, invitarlo a cenar y llevarlo a su departamento con una gran vista en la ciudad. En estos momentos ambos se iban desnudando — Ahora vengo bonito, iré a ponerme ese linda ropa interior comestible y es de tu sabor favorito — susurró coqueto y Guillermo sintió como su polla se iba despertando, el momento se vio levemente interrumpido cuando su teléfono resonó.

Se levantó de inmediato para apagar el contestador automático, pero fue en vano, soltó un suspiro pesado cuando la voz de esa chica francesa cuyo nombre ni sabía le empezó a reclamar por no haberle devuelto las llamadas y justamente en ese momento Manuel asomó su cabeza por la puerta — ¿Tienes una omega, Guillermo? — preguntó en un tono enojado.

— ¿Qué? Claro que no, bonito. Es tan solo una chica que no entiendo ni sabe el significado de solo es sexo sin compromiso — respondió con sinceridad Guillermo y sonrió un poco nervioso, el alemán le guiño el ojo para volver a cerrar el baño.

Nuevamente el teléfono se activo e iba a colgar, pero la voz de su hermano le hizo detenerse por completo.

Guille, soy Lio. Tu hermano, no es nada importante y solo quería saludarte ¿Cómo estás? Llevamos muchos años distanciados y jamás respondes mis mensaje ni llamadas, estoy muy feliz por tu gran éxito en Europa; solo quería poder platicar contigo, mi esposo me echó de la casa y he perdido las ganas de vivir así que me encantaría...

— ¡Hola Lio! Lamento oír eso ¿A dónde irás, a un hotel? Puedo transferirte algo de dinero, no tengo ningún problema con ello — respondió de inmediato después de escuchar la voz desesperada de su hermano menor y se quedó en silencio cuando Manuel, salió del baño solamente con esa ropa interior comestible, podía sentir el olor a chocolate. — ¿Qué? ¿Quedarte a dormir conmigo? Claro, no tengo problema con ello. Sí, avísame cuando estes aquí para ir por ti al aeropuerto — y colgó sin decir nada más.

Y claro que Guillermo jamás espero a un Lionel Messi llegar sin avisar en ese preciso momento, abriendo la puerta abruptamente — ¿Es Manuel Neuer? Genial ¿Me das un autógrafo? Mi hijo es fan tuyo... — comentó emocionado el argentino, ignorando la mirada asesina del rizado — Por cierto ¿Te quedarás aquí? Creo que estacioné el auto rentado detrás del tuyo — solo se limitó a sonreír nervioso, se retiró a la sala para irse a preparar un buen trago.

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— ¡8 años con él y luego me deja! Dice que no soy el mismo de antes, no le doy atención ni mucho menos tenemos intimidad ¿Puedes creer que ni siquiera acude a las fiestas de cumpleaños de su propio hijo? ¿En donde quedan nuestros voto matrimoniales? "Hasta que la muerte nos separe" ¿Quién murió? Yo no, él tampoco — resonó con ira el omega argentino y se dejo caer al sofá llorando amargamente al sentirse totalmente desplazado y solo.

— ¿Cómo es que entraste a mi casa? ¿Y como supiste exactamente la dirección? — preguntó Ochoa antes de darle un sorbo a su café y Manuel apareció apenado, vestido además de querer salir huyendo ante el fuerte aroma de tristeza — ¿Qué? ¿Ya te vas? — preguntó decepcionado el mexicano.

— Sí, es lo mejor. Tienes un tema familiar que solucionar y primero es la familia —

— Ni siquiera somos hermanos, lo mandaré a dormir y le pondré llave a su habitación — respondió Ochoa, pero solo recibió un beso en la mejilla como modo de despedida para luego girarse a mal mirar a su hermano menor.

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora