Siempre te he amado

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Parte 1

Guillermo estaba más que feliz por este día tan especial y después de tantos años en una relación con Javier Hernandez, al fin contraerían nupcias. Ni hablar del regalo que le dio en su vida, de ser padre, Kevin era su mayor tesoro, pero todo se destruyó en menos de una tarde cuando al salir de su trabajo para ir a buscar a su pequeño fue abordado por un pelirrojo – Hola, se que no me conoces. Pero yo a ti sí. Me llamó Saúl Alvarez y me gustaría hablar contigo de un tema muy importante – rogó aquel extraño y Guillermo prefirió ignorarlo por completo para evitar algún problema, pero sentir como lo sostenía del brazo con fuerza y como mencionaba el nombre de su prometido le hizo detenerse por completo.

– ¿Qué pasa con él? ¿Cómo es que lo conoces? – preguntó incomodo y la verdad llegó de golpe, llevan dos años saliendo a escondidas, dos años donde le era infiel sin remordimiento alguno. Ni siquiera pudo responder a esas palabras y prefirió alejarse abruptamente hasta su auto ignorando a ese chico para ir por su cachorro. El viaje más largo y tedioso, Kevin con apenas cinco años presentía algo raro en su papá que se mantenía en silencio.

Lo primero que hizo Guillermo al llegar a casa es buscar a Javier que salía de la ducha e iba a saludar a Guillermo en un tierno beso hasta que rizado lo detuvo abruptamente – ¿Quién es Saúl Alvarez? – preguntó de golpe y Javier se quedó en silencio, tratando de regular su respiración provocando más desespero en el alfa – Me respondes, pero ya, me fue a buscar a mi trabajo y me contó acerca de su relación secreta ¿Es por eso por lo que no querías mudarte a Italia, conmigo? Para tener libre albedrío con él – dijo enojado y Javier prefirió darle la espalda.

– Que bueno que ya lo sabes, ya no tengo que fingir que te amo o que deseo soportar a Kevin – expresó fríamente ni siquiera le importó que el menor lo escuchara que empezó a llorar y Guillermo se quedó estático ante ese comentario, ante ese comportamiento hostil de su omega.

¿Siempre había sido?

– ¿Cómo te atreves a decir eso? A mí puedes insultarme, pero no a nuestro hijo. –

– Nunca quise ser padre, quería abortarlo en realidad. Pero descubriste las pruebas de embarazo y no tuve opción, lo siento Guillermo, jamás quise casarme contigo. Ahora que sabes todo, ya no tengo que seguir fingiendo ni actuando... quiero mi libertad, quiero vivir y conocer no quedarme estancando contigo. Ya no me generas la misma emoción que hace algunos años y en cambio, Saúl... es el alfa perfecta para mí. Eres cursi, amable ¡No te comportas como una verdadera alfa! – Javier jamás se percató de la mirada del rizado, quién contuvo la respiración unos segundos y prefirió irse con su hijo sin decir nada más. El lobo interior de Guillermo se sentía herido en ese momento, humillado ante las palabras del omega, de un felino que no sabía apreciar a un lobezno.

Guillermo y Kevin solo escucharon como la puerta de la entrada principal se abría y cerraba que al salir de la habitación encontraron todo vació, no había rastro de Javier Hernandez que prefirió irse con Saúl Hernandez, un boxeador profesional que era reconocido en aquel momento. Ochoa se sintió realmente patético cuando al marcarle a todos los invitados para anunciar la cancelación de la boda, le ofrecían un lo siento y aumentó al ver a su expareja en las noticias sonriente con ese chico – Lo que faltaba... ver su cara en todos lados – dijo algo malhumorado hasta que el timbre de la puerta sonó interrumpiendo su momento deprimente.

Con toda la pereza del mundo caminó hasta la puerta para recibir a una visita que no esperaba realmente, se quedó en silencio y no pudo evitar soltar varias lágrimas hasta que Kevin llegó corriendo para abrazar al visitante – Tío Leo, tío Leo ¡Llegaste! – expresó entre lágrimas el cachorro que era cargado por el argentino. Ochoa solo le indicó que pase para retirarse a la cocina a tratar de calmarse un poco.

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora