Dos caras

103 21 4
                                    

Santiago solo reía divertido al ver a Guillermo apretar sus mejillas de forma suave y el menor le encantaba jugar con los rizos del alfa quién siempre le traía algún dulce cuando regresaba de la escuela o cuando caminaban por el parque por esas tardes frescas en la ciudad. En estos momentos el cachorro solo observaba con algo de miedo a esos dos desconocidos, escondió su rostro en el pecho de su padre cuando el adulto argentino pidió cargarlo por un momento — Será mejor después, notó su incomodidad — expresó con una leve sonrisa Pablo.

Lionel miraba esa escena algo incomodo y prefirió irse a la habitación señalada para acomodar sus cosas, se recostó en la cama boca abajo para ocultar su rostro. Era increíble la decisión de su padre de estar en México por una gran temporada ¿Qué es lo que pasaba por su mente? Dejar toda una vida para volver a empezar ni siquiera se mostraba tan afectado por el secreto de Lionel Scaloni, parecía surreal todo. No se percató de su padre que iba soltando su olor para buscar calmarlo — No estoy de humor, papá — expresó cansado.

— Solo quería saber como estabas... — respondió Aimar.

El silencio reinó entre ellos hasta que un leve llanto preocupo al mayor quién se recostó a su lado, se quedaron ahí durante un par de horas hasta que Lionel se quedó dormido. Fue la oportunidad perfecta para dialogar con el otro adulto de la casa y sincerarse un poco, cocinar de forma silenciosa solo revelando ciertas cuestiones hasta que los gritos de los jóvenes empezaron a resonar en el segundo piso.

— ¡Apaga tu música! — gritó Lionel mientras golpeaba la puerta de enfrente.

Guillermo simplemente lo ignoró por completo hasta que su puerta se abrió abruptamente y observaba como ese enano desconectaba su estéreo — ¡Pinché duende! ¿Con que derecho entras a mi alcoba? — gritó fúrico.

— Con el de mis ovarios ¿Cómo ves? — mal respondió sin pensar hasta que notar la expresión del alfa le hizo tartamudear un momento.

Guillermo se sonrojo hasta las orejas y prefirió alzar su mirada al techo — ¡Demasiada información pendejo! ¡Vete o te voy a sacar a las malas! — ordenó.

Y ambos empezaron a gritarse cosas sin sentidos con emociones desde la ira hasta vergüenza, ni siquiera sabían realmente a esas alturas el motivo de su gran pelea. Lionel podía jurar sentir su rostro teñido de color carmesí y Guillermo sentía una extraña sensación dentro sí que fue soltando su aroma agrio al mismo tiempo que el omega.

Pablo tuvo que llegar como mediador y llevó a su hijo lejos.

Rafael solo reía divertido ante esa situación y prefirió continuar con la cena.

— ¿En verdad crees que fue buena idea traerlos aquí? — preguntó esa misma noche Guillermo a su padre, quién bañaba a Santiago.

— No lo sé ¿Cómo esta tu consciencia? — preguntó curioso.

— Extrañamente bien... digo, creí que estaríamos tensos por el secreto de pa... Scaloni, pero resulto bien. Solo ese enano es un fastidioso. — bufó enojado.

— Bueno, ahí tienes tu respuesta cariño. Fue una buena decisión y no te mentiré que estaba igual que tú, su padre es una buena persona... tan solo necesitan ser orientados. Tenle paciencia, hablando un poco con el señor Pablo, bueno, Lionel no tuvo la misma atención paternal de Scaloni como contigo ¿Prometes cuidarlo? —

Guillermo se cruzó de brazos y aceptando a regañadientes, ni siquiera podía creer que se había matriculado en la misma universidad. Era extraño verlo caminar por los pasillos donde era el centro de atención, notando la mirada de deseo de varios alfas y como sin descaro Lionel respondía, aunque salir de compras con Pablo logró ver el mismo patrón — Ahora entiendo todo. — expresó y sintió un leve zape por parte de Rafael.

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora