Capítulo 34

116 15 2
                                    

Narra Joseph

- Eres un cobarde!!

- Porque ahora!!. Ella se merece que la cuiden, no que la lastimen más.

- Eres un idiota.

Le gritaba al cristal que reflejaba mi estúpida silueta. La botella de tequila estaba por la mitad, otra de vino estaba totalmente vacía en algún rincón de mi habitación. No deje de insistir, marcaba al celular de mi linda Kate, jamas respondió. Mis mensajes?. Peor, no intentó siquiera leerlos.

Admito que llore por una? dos?... un par de horas, recordar el rostro de mi chica me parte el alma, sus ojos estaban llenos de tristeza, decepción, cosa que yo mismo le cause.

Pude evitar todo esto. Pude detenerme. Pude alejarme. Pero no lo hice.

Sin muchas ganas me levante de el frío piso, arrastré  los pasos hasta el baño, quite mi ropa, y me refugie en la ducha. El agua totalmente fría recorría mi cuerpo haciendo que el efecto del alcohol disminuya un poco.

Envolví mi cintura con una toalla, camine descalzo hasta la cama donde me deje caer. No me importó mojarla con mi cabello y cuerpo húmedo. Enterré mi cara en las sábanas me lamente y me maldije por unos minutos y quedé dormido.

Al despertar mi cabeza explotaba, mis ojos ardían de una manera en que me era difícil abrirlos, estaban rojos y muy hinchados por haber llorado. Perezosamente me levanté de la cama, la toalla cayó por mis tobillos, realmente no me importo, me seguí derecho hasta mi armario, tomando algo de ropa.

Una vez cambiado y ligeramente aseado decidí hacerme el desayuno.

...

Joseph : Mierda!! - Me maldije mientras aventaba el sartén al fregadero.

El desayuno estaba quemado. Solo me detuve un segundo a pensar en algo para poder hablar con Kate, SOLO FUE UN MALDITO SEGUNDO.

Me siento tan frustrado que ni un maldito omelette puedo lograr hacer. Apague el fuego de la estufa y rendido salí a fumar al balcón.

Mi departamento se siente fúnebre estando yo solo, no llevo ni un dia sin ella y ya la necesito, necesito de sus lindos brazos, sus lindas palabras al despertar, sus piernas entrelazadas contra las mías, necesito de ella.

Recorro el departamento a pasos firmes y rápidos, tomo las llaves de mi auto y salgo, mi última alternativa es ir al departamento de Kate, solo para asegurarme de que no haya regresado.

Mi mano derecha sostenía fuertemente el volante, la izquierda estaba recargada en el marco de la ventana, sostenía un cigarrillo, al menos eso me relajaba solo un poco, mi mente planteaba miles de respuestas para hacer que Kate me escuchara, todas, absolutamente todas llegaban inconscientemente a una conclusión. Ella se va y no vuelve. Me aterra la idea y se me eriza la piel.

Apunto de llegar al departamento de Kate puedo distinguir a alguien salir de este, las esperanzas crecen y se esfuman de pronto al ver con exactitud que no es ella si no Marie, aparco el auto un poco antes y veo como sale del departamento con un par de prendas de Kate, voltea a su alrededor esperando que nadie le vea e ingresa en su auto para encenderlo y conducir. Sin pensar la sigo, voy a una distancia de dos autos suficientemente lejos para lograr ocultarme. Después de casi veinte minutos ella baja la velocidad del auto, gira por un par de calles y aparca frente a un pequeño edificio. Ella baja y se adentra a este, espero unos segundos e imito su acción. Al entrar me percato que en la recepción hay un hombre de mediana altura vestido de traje negro adentrado en su celular ignorando por completo mi presencia, intentando pasar desapercibido camino lentamente hasta encontrarme en el ascensor, en su pantalla digital se muestra el piso en el que espero Marie se encuentre con Kate. Al identificarlo salgo corriendo por las escaleras, subo hasta el tercer piso, sigo con mi paso apresurado hasta ver a Marie que caminaba por el pasillo de regreso, gire lo más rápido que pude y fingí tocar una puerta, ella pasó de largo y pude empezar a buscar el departamento.

En Tus Brazos (+18) // Joseph QuinnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora