capitulo 22.

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CHARLES POV.

03/Octubre/2021.
Monte Carlo - Mónaco.

Me tallo la cara con frustración y observó de nuevo mi maleta mal hecha que yace sobre la cama de la habitación. El reloj marca las 7:52 de la tarde noche y estoy seguro de que Amelia no tarda en volver.

Es Domingo, así que como es de esperarse debe ahora mismo estar volviendo de casa de mi madre o tal vez de hacer las compras, pero si decidió acompañarme a Singapur entonces ahora mismo debe de estar volviendo de su oficina.

Reviso mi teléfono brevemente esperando no tener un mensaje donde me pida que vaya por ella y suspiró aliviado al ver que no es así.

Como ha sucedido estos últimos días, las notificaciones de twitter con menciones con mi nombre no se hacen esperar.

Sin querer entro a una de estas y la presión que he sentido estos días en el pecho vuelve sin querer al ver el post más reciente de Carlos con mi pequeña Anne en brazos.

Es inevitable que no piense en eso, es imposible que quiera hacer como si nada hubiera pasado cuando Amelia y yo decidimos regresar ese mismo día a Mónaco. Ni siquiera le importo la presentación de su proyecto y aunque no lo dijera en voz alta sabía que me culpaba a mí por haberla hecho ir a Madrid. O tal vez no, no lo sé.

Había llegado molesta, sin mencionar una sola palabra y temblando aún al hotel, los sollozos de Anne tan pronto la alejamos de la casa de los Sainz se habían convertido en gritos de capricho, gruñidos de coraje y hasta pequeños golpes en el pecho dirigidos a mi.

Las manos de Amelia temblaban mientras metía dentro de su maleta las compras que había hecho.

Había llamado su nombre un par de veces y lo único que obtuve de su parte fueron: —déjalo ya Charles...

El vuelo había sido igual de silencioso y cuando cerré mis ojos y fingí estar dormido pude escuchar sus sollozos mientras se aferraba a Anne, la pequeña parecía comprender que su madre se encontraba mal ya que su llanto había cesado y solo la miraba con expresión triste.

Cuando llegamos a Mónaco lo primero que hizo fue vaciar la ropa de su maleta, tirar los planos sobre la mesa del comedor y sentarse sobre una silla del balcón a fumarse lo que yo conté como más de cuatro cigarrillos.

Había preparado la ducha para Anne y después de dormirla había comenzado a trabajar, con sus gafas puestas, el cabello recogido en ese moño mal hecho y con expresión de cansancio.

Quise hablarle, quise pedirle disculpas, quise decirle lo mucho que lo sentía por tal vez obligarla a dar un paso para el que no estaba lista, pero no hice nada de eso. En cambio me dediqué a observarla, a acompañarla en silencio hasta que se puso de pie cerca de las 2 de la madrugada.

Había susurrado su nombre y cuando su boca se unió con la mía no puse ninguna propuesta, si esta era su manera de aceptar mis disculpas no dichas, la iba a aceptar.

Le hice el amor hasta que me canse, hasta que se canso de susurrar mi nombre, hasta que vi los colores claros del cielo pintar este por la mañana y hasta que suspiros profundos reemplazaron su respiración agitada.

Mi corazón dolía porque por mi culpa, Kimberly había vuelto a herirla.

Sacudo mi cabeza y tragó saliva en seco cuando observo el comentario de Lia junto con su like.

El sweet Anne se lee perfectamente y hay miles de comentarios diciendo lo linda que es mi hija, varios mas cuestionando que ocurre y ruedo los ojos al ver a las páginas de chismes ya empezar a explicar que Anne es en verdad hija de Carlos y no mía.

TWO GHOSTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora