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—No puedes ganar un juego del que no conoces las reglas, Hyunjin— le dijo, solo para caer en carcajadas después.
—Yeonjun, por favor. Ya hiciste lo que querías, ahora dejalo— habló con calma, mirándolo fijamente a los ojos. Pero, al contrario de su petición, el pelirosa solo lo sujetó más fuerte— ¡Solo dejalo ir! ¡Felix no ha hecho nada!
El rubio, reaccionando ante la presión sobre él ejercida, se removió entre los brazos que lo apresaban, esforzandose por escapar de ellos. Sintió unas ráfagas de calor viajar por sus venas, recorriendo cada milímetro de su cuerpo tras la sangre que perdía consistencia. Se sentía como energía sobrecargando su sistema, acabando con un inevitable corto circuito.
Recién se daba cuenta de ello, pero su nariz había comenzado a sangrar. Lo extraño era que, no se trataba de unas cuantas gotas, era casi como si una diminuta cascada hubiese emergido; el sangrado no parecía detenerse.
—Hyunjin...— llamó en un hilo de voz, de mientras la sangre se colaba en su boca— Hyunjin, Hyunjin... ayúdame.
Su desesperación era fingida, más solo hacía lo que le habían dicho. Pero la sensación de que todo comenzaba a fallar, como si sus engranajes empezaran a averiarse, realmente lo aterraba.
Sin embargo, y sin importar qué, debía de continuar. Por más difícil que fuera, debía de confiar en Hyunjin. El plan debía de seguir.
HORAS ANTES
—El objetivo hoy no es matar a Yeonjun. Es matarte a ti.
El corazón de Felix se estremeció, se saltó algo más que un latido y rebotó contra la pared interior de su pecho.
Esas palabras lo atemorizaron, lo suficiente como para hacerle abrir la boca y no dejar salir el más mínimo sonido. Estaba atónito, no sabía qué decir, sus latidos aceleraron en cuestión de segundos y por su cabeza pasaban millones de cosas a la vez.
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Do you wanna be ODDINARY? - Hyunlix
FanfictionExperimentos que buscaban crear alguna mejora en un grupo marginado de infantes, destinados a crecer dentro de jaulas y sufrir mientras aun respiren, terminó por crear desalmados con un único latir en sus corazones y venas: sed de venganza. Lee Feli...