Experimentos que buscaban crear alguna mejora en un grupo marginado de infantes, destinados a crecer dentro de jaulas y sufrir mientras aun respiren, terminó por crear desalmados con un único latir en sus corazones y venas: sed de venganza.
Lee Feli...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
( ⁜ )
Al mirar constantemente cada esquina y comprobar que nadie estuviese cerca, sentía que se tambaleaba por el filo de una navaja, desafiando el peligro con cada paso.
Abrió la puerta de la jaula y pisó con cautela sobre el terreno prohibido, entrando y cerrando con el mismo cuidado. Lo vio ahí acostado en el suelo e inmediatamente, decidió acercársele.
—Hyunjin— susurrando y con una sonrisa, se propuso despertarlo—. Hyunjin levántate, tengo que enseñarte esto.
Después de insistir unos segundos, el castaño finalmente abrió los ojos. Se dio media vuelta y quedó frente al pelinegro, lo cual, le hizo sonreír al instante.
—¿Felix? ¿pasó algo?— su pregunta fue negada en el acto por la risada del pecoso.
—Siéntate, mira esto— palpó el lugar a su lado y Hwang acató su pedido—. Mira lo que conseguí hoy.
En sus manos se encontraba un pequeño aparato, el cual, estaba unido a unos audífonos. Hyunjin lo miró extrañado con el ceño fruncido.
—¿Un mp3?— alzó una ceja.
—¿Recuerdas la canción que llegamos a oír el otro día?— el castaño asintió.
Felix le pasó un audífono, presionó un pequeño botón y, al instante, aquella familiar melodía empezó a sonar.
«Sekishoku-to chi ni yoku nita. Shikisai subete kami-atta shokubia ga nare no hate ni sosogu yo. Taiyo ga mabushi-katta saigo wa nani mo nokoranai. Pazuru o zutto shiteita ne»
(Las luces rojas me recuerdan a la sangre. Un catalizador combinó todos nuestros colores para verterlos sobre nuestro final. El sol nos deslumbró y al final, no quedó nada. Siempre fuimos nosotros resolviendo puzzles).
