Experimentos que buscaban crear alguna mejora en un grupo marginado de infantes, destinados a crecer dentro de jaulas y sufrir mientras aun respiren, terminó por crear desalmados con un único latir en sus corazones y venas: sed de venganza.
Lee Feli...
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—Ponte cómodo— me dijo Hyunjin, señalándome su cama.
Terminé de ingresar a la habitación mientras él cerraba la puerta, hasta que dando pasos cortos finalmente me senté donde me indicó. Sentía cansancio por todo mi cuerpo, lo que hacía un poco difícil el seguir caminando, pero nada alarmante realmente.
—¿De qué querías hablar?— me volví a mirarlo, notando como tomaba una carpeta desde una de las gavetas de su escritorio.
—Sobre algunos asuntos pendientes, así que vayamos al grano; Choi Soobin, ¿te suena?— sacó una foto del folder, dejando ver al rostro de un pelinegro en ella. Al verlo, sentí familiaridad.
—La cara si, el nombre no. ¿Quién es?
—Era el antiguo jefe de la mafia más influyente de Corea: TXT— me pasó la fotografía, por lo que me propuse a verla mejor.
Tez limpia y pálida, labios pequeños con un tono rosado, un cabello negro azabache que estaba por caer sobre sus párpados y una aura cálida, aunque con mirada fría. Pero sobre todo—y lo que más captaba mi atención—, unos profundos ojos oscuros que parecían sumergirte en un abismo.
—Espera, ¿dijiste era?— pregunté, notando el como hablaba en pasado.
—Murió— dijo despreocupado, sentándose a un lado mío—. O mejor dicho, lo asesinaron hace poco. Ahora el jefe de esa mafia es Choi Yeonjun, también conocido como el Hijo del Diablo— seguido de eso, sacó una foto perteneciente al mencionado, pasándomela.
—He escuchado sobre él, es uno de los crimínales más buscados del país. Salía diario en las noticias— dije, recordando haber escuchado su nombre ser dicho por muchos reporteros.
—Y con mucha razón, al tipo le falta una ferretería entera; ya lo estaba desde antes, pero pareció enloquecer aún más con la muerte de Soobin. No es alguien con quién se deba jugar— su mirada se volvió muy seria de repente, lo que me hizo cuestionarme:
—¿Por qué me cuentas esto?
Hyunjin me miró fijo, comenzando a morder levemente su labio inferior. Parecía ser que siempre hacía eso cuando no estaba del todo de acuerdo con algo.
—Necesito que me prometas una cosa antes.
—Depende de qué sea— me crucé de brazos—. Dime.
—Si empiezas a sentirte mal, me lo vas a decir de inmediato— me miró con firmeza, haciéndome saber que hablaba en serio—. Lo que te voy a contar es algo reciente y no debería causarte tanto daño, pero supongo que ya estás lo suficientemente cansado por hoy— metió su mano al bolsillo de su pantalón y sacó un pequeño pañuelo blanco, extendiéndomelo justo después.
