Experimentos que buscaban crear alguna mejora en un grupo marginado de infantes, destinados a crecer dentro de jaulas y sufrir mientras aun respiren, terminó por crear desalmados con un único latir en sus corazones y venas: sed de venganza.
Lee Feli...
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Sin ninguno de los dos siquiera percatarse de ello, ya habían rodeado toda la parte trasera y lateral del club, lo que significaba que se encontraban al frente, en el establecimiento.
—Entra y ponte el cinturón— demandó Hyunjin una vez estuvieron cerca del auto, justo después de abrirle la puerta del pasajero a Felix. El mismo se puso cómodo en el asiento, poniendo sus pies sobre la guantera y recostando su cabeza en la ventana. Al verlo, el corazón del pelirrojo casi da un brinco—. ¿Acaso te quieres suicidar? Estás en la posición más peligrosa que pueda existir. Siéntate bien— le reclamó cuado se encontraba sentándose a su lado, en el asiento de conductor.
—Que aburrido— creó un puchero, pero haciéndole caso al final.
Hwang encendió el auto y emprendieron viaje; el hotel no quedaba lejos de su ubicación actual, por lo solo serían unos minutos en carretera.
Era sorpréndete lo hermosa que se veía la ciudad de Busan al anochecer: tantas luces de diferentes colores tintineando y resplandeciendo a la distancia, cientos de personas caminar con el gélido aire golpeando sus rostros, y no que no se olvide mencionar los árboles que adornaban de verde los lugares grises, era algo inigualable. Sin embargo, ninguna luz brillante o gran árbol lograba sorprender a Lee Felix, el cual, miraba con aburrimiento el paisaje mediante tomaban velocidad.
—Hyunjin...— le llamó el rubio de pronto.
—¿Qué?— le contestó. Al darle una fugaz mirada, notó la cara de cachorro triste que había en su rostro— ¿Qué es lo quieres, Felix?
—¿Puedo encender la radio?— pidió suplicante— Por favor— alargó la última vocal.
Hwang soltó un largo suspiro, le molestaba tanto no poder negárselo.
—Si, si, lo que sea— con una respuesta positiva, el rubio anchó una sonrisa.
