Experimentos que buscaban crear alguna mejora en un grupo marginado de infantes, destinados a crecer dentro de jaulas y sufrir mientras aun respiren, terminó por crear desalmados con un único latir en sus corazones y venas: sed de venganza.
Lee Feli...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
( ⁜ )
El exterior pasó rápidamente a segundo plano, mas los fragmentos dispersos en su memoria eran mucho más abrumadores. Aquel pelirrojo que ahora era castaño no solo le sonreía en lugar de mirarle con arrogancia, sino que parecía ser una persona completamente diferente. ¿Estaba supuesto a creer que ambos eran Hwang Hyunjin? Algo hacía que Felix rechazara la idea.
Sin embargo, esa sensación de inquietud y preocupación constante le atenazaba el pecho, y aunque desconocía el motivo exacto, algo era seguro: independientemente de si eran el mismo o no, ambos le importaban lo suficiente como para no poder sacárselos de la cabeza.
Tal era su situación, que ignoraba todo lo que sucedía a su alrededor, justo como en ese momento.
—Felix, ¿me oyes? — dijo Changbin como por quinta vez en los últimos diez minutos.
—Lo siento, yo... — balbuceó— ...no creo poder ayudarte ahora. Mi cabeza está en otro lado.
—No deberíamos hacer esto, vamos a asustarlo— Han intentaba persuadirlo, pero el mayor simplemente no escuchaba.
—Solo así obtendremos respuestas. Nos tomará una eternidad si solo seguimos esperando— replicó el de mechas verdes, de mientras se acercaba otra vez al rubio.
—Ya dije que no recuerdo nada— Felix estaba harto de la situación, tanto que aquel amplio sótano ya le parecía sofocante.
—Vamos, ¡cualquier cosa!— insistió.
—Si no te dice nada, es porque de verdad no recuerda. Dejémoslo en paz, no quieres que pase lo mismo que con...
El silencio reinó en la sala, poniendo una nube negra sobre sus cabezas.
Jisung no necesitó decir nada más, el dolor que cruzó por su rostro al hacer contacto visual con Changbin fue suficiente para detener cualquier intento de avanzar. Sabían que ese tema de conversación traía consigo una sombra oscura, una que ninguno de ellos podía ignorar: la sombra de Jeongin.
El nombre no se pronunció, pero su presencia era como un espectro en la habitación. Era un recordatorio constante de lo que podría suceder, de los límites frágiles que no podían permitirse cruzar nuevamente. Seo incluso bajó la mirada: su determinación ahora estaba empañada por el miedo.
Felix, que había estado en silencio todo el tiempo, captó la tensión entre ambos. Podría sentir la incomodidad, el temor subyacente en sus gestos y miradas, tratando de disimularlo lo mejor posible. Sabía que el silencio era su mejor respuesta, que cualquier intento de pregunta solo abriría heridas que ellos preferían mantener cerradas. Pero tal vez, si lo intentaba, podía encontrar su propia forma de ayudar: dejar bien en claro, que él no era Jeongin.
Quería demostrar que era diferente, que tenía la fortaleza para resistir y recordar, aunque cada intento lo acercara al borde de un abismo desconocido.
