Experimentos que buscaban crear alguna mejora en un grupo marginado de infantes, destinados a crecer dentro de jaulas y sufrir mientras aun respiren, terminó por crear desalmados con un único latir en sus corazones y venas: sed de venganza.
Lee Feli...
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Una gran mesa de color dorado, con dimensiones mayores a las otras, situada en medio del salón principal; ahí, era donde Yeonjun había tomado asiento, mientras que Beomgyu—con un poco de agua y desinfectante que había encontrado en la barra del bar—trataba de limpiar sus pequeñas heridas faciales.
—Mira nada más como te dejaron— masculló el pelirrojo—. Te van a quedar cicatrices horribles.
Yeonjun no dió respuesta ante la angustia del contrario: se quedó contemplando fijamente a la nada. Sus ojos estaban llenándose de odio, convirtiendo a su mirada en el mismo infierno; Taehyun juraba que se quemaría si tan solo se giraba a verlo. Beomgyu pareció notarlo igualmente, por lo que retiró sus manos con lentitud y se alejó del mayor.
Entonces, el pelirrosa alzó la mirada hasta conectar con el rostro de Kang, centrándose en la anonadada expresión que reflejaba mientras veía una y otra vez el lugar lleno de muerte. Choi, aún sin quitarle el ojo de encima, se acomodó bien del espaldar, levantó la barbilla y preguntó:
—Taehyun, ¿qué era Soobin para ti?— soltó tan repentinamente, que al castaño lo tomó por sorpresa.
—¿Perdona?
—No hay nada rebuscado, es una simple pregunta— reprochó con mala gana—. ¿Qué era Soobin para ti?
La frase hizo eco dentro de su cabeza, jamás había pensado en ello, ni siquiera en el momento que supo sobre lo que había pasado aquel 7 de marzo.
—Él siempre estaba ocupado, nunca hicimos nada juntos más que labores de la mafia. Era distante, reservado, no dejaba que nadie supiera mucho sobre su vida, muchas veces hasta nos ignoraba— dejó salir una pequeña risa falta de encanto—. Pero, a pesar de todo, Soobin para mi era más que mi jefe: Soobin era... mi amigo.
La seguridad en las palabras del castaño hizo que Yeonjun rechinara los dientes con rabia. Lo miró una vez más, ahora más intensamente.
—¿Entonces por qué siento que no estás comprometido con la situación?— se puso en pie bruscamente, plantándosele delante— Esto lo hacemos por él, para honrar su nombre.
—No engañas a nadie, Yeonjun; le traes manía a Hyunjin desde antes que todo esto empezara. Todo es una maldita excusa para deshacerte de él y sus miembros, porque no quieres lidiar con la idea de que no los estás haciendo sufrir— con un nulo sentimiento de miedo corriendo en su sistema, lo empujó hacia atrás con una mano. A cambio, recibió una respuesta mucho más agresiva.
—Me parece que no has entendido— con un más que agil movimiento, Choi se encargó de tomar a Taehyun y ponerlo contra la mesa—, ninguno de ustedes lo entiende. No importan los años que hayan pasado a su lado, ninguno de ustedes tuvo lo que nosotros sí. Soobin y yo teníamos algo diferente, eramos diferentes, eramos capaces de hacer grandes cosas. El maldito de Hyunjin nos quitó eso.
