《 Cap 2. II: Seguimientos al futuro 》

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Las campanas de la iglesia habían sonado, y su cantar se habia escuchado en el pueblo, desde su centro hasta las salidas de este, todo era felicidad, todo era amor y bendiciones. Las personas bailaban libres al son de guitarras, arpas y flautas, los más mayores miraban con el corazón lleno por ver a las generaciones actuales gozar de lo qué padre Dios les daba y los más jóvenes jugaban con listones de la decoración. Algunos chicos le ofrecían a sus novias bailar al son las dulces baladas que resonaban hasta las ventanas de un viejo castillo, donde dos ojos de color castaño observaban con atención. Escuchaba atenta a lo que en el pueblo se celebraba.

Una sonrisa se sostuvo con una esperanza sin romperse sobre su alma, su pecho saltaba a lo latidos de felicidad de su corazón. Esperaba talvez un dia que eso le llegara a suceder.

Una mano sobresalió de las sábanas para tocar una de sus piernas desnudas, mientras la vista adormilada y desorientada la trataron de enfocar. Se detuvo a admirar aquella belleza que había hecho derretir su corazón desde el primer día.

Ella le sonrió tras sus cabellos desordenados y tomo su mano para acomodarse a su lado.

-Buen día señor Ackerman.- Esta menciono sobre el aún adormilado hombre.

Con cabellos revueltos, ojos achinados y algo de baba seca sobre su mentón, la mujer hacia muecas de la ternura que le causaba el hombre a su lado.

Este se abrazo a ella, no tenia ideas de dejarla ir de sus brazos que la aprisionaban a su cuerpo desnudo. Ella se dejó, pues era extraño verlo de esa manera, pero, al final solo era con ella. Era de esas mañanas en la que el despertaba con la sangre ardiendo en amor por aquella que se habia vuelto su acopañante de mañanas, la cual ni aún tenía tantos días de conocer, pero, sentía que lo hacía desde siempre.

Hange amaba de todo corazón despertar y verlo a su lado, para poder contemplarlo y amarlo, era triste tener que dejarlo he ir a trabajar, pero, al menos estaban en el mismo lugar y siempre lo podría ver. A veces el tiempo era descarado y no lograba estar mucho a su lado, pero se recompensa con noches a solas en la habitación de el. Todo acababa ahí, todo se olvidaba por un momento y después el tiempo seguía corriendo al rededor de ellos.

Esa mañana había sido más que única para la castaña que se abrazaba a esa hombre. Cerro sus ojos para soñar, sueños vividos de un vestido blanco y flores blancas...

Y...Despertó al persivir un cálido beso en la sien.

-Buen día- Unos ojos grices le observaron con dulzura.

-Buen...dia- Respondió aún con pesades en sus pestañas.

-¿Pudiste dormir bien?- Pregunto la castaña sentándose en la cama buscando apresurada con su mirada a su retoño. Este dormía tranquilo en una cuna de madera a su lado, la que perteneció a su padre.

-Algo, estuve vigilando al pequeño- Se conpuso el cravat blanco que usualmente llevaba y se acomodo los botones de su chaqueta.

Escucho a la mujer hablar a su hijo con voz aguda, esto le hizo gracia, parecía que le hablaba como a los animales, aunque era el mismo tono de voz y dulces palabras.

-Como esta mi tesoro- Levanto al niño en sus brazos, este con su carita de sueño observo a su madre, claramente se sabía que los niños lloraban mucho, pero este, usualmente era callado. Hange hizo una mueca desganada. Le pasó el pensamiento que su hijo podría llegar a tener el mismísimo carácter de su padre.

-Mini Levi- Le dijo, haciendo bromas para llamar la atención de el de cabellos negros en la habitación.

-Mejor asi- Respondió el, llendo a donde su familia, ahora una de sus cosas favoritas era ver a aquel pequeño y a su madre.

•⊰ 𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐋𝐨𝐬 𝐏𝐚𝐬𝐢𝐥𝐥𝐨𝐬 ⊱•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora