I Won't Die For Love But...

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Tener hijos era algo que sinceramente nunca había cruzado por su cabeza, no sentía la necesidad de tener un hijo y no se imaginaba como podría ser el estar embarazado, incluso le parecía algo extraño pensar en ello.

Por eso se sorprendió cuándo Frank sacó el tema una noche mientras veían una película juntos.

—¿Entonces no te gustaría tener un bebé?—. Cuestionó Frank, manteniendo sus caricias en el cabello ajeno. Debía aceptar que formar una familia con hijos siempre había estado en su cabeza.

—No es realmente eso, es sólo que nunca creo haber considerado un embarazo y un bebé...—. Intentó explicarse, buscando la manera de que sus palabras no sonaran hostiles o groseras.

—Amor, no hace falta que me des explicaciones—.

Después de aquella plática no podía dejar de pensar que tal vez había arruinado un poco las cosas con su pareja aunque Frank no había vuelto a tocar el tema o cambiado algo en su comportamiento.

Sentía que debía hablarlo, la necesidad de charlar con él y decirle que, si quería tener un bebé podía dárselo, estaba creciendo dentro suyo.

Se acostó en su lado de la cama después de lavarse los dientes y prepararse para ir a dormir, viendo al tatuado cerrar su libro y dejarlo sobre la mesita de noche.

Era una costumbre que había adquirido hacía poco. Leía un par de páginas antes de irse a dormir y solían hablar del libro de vez en cuándo, escuchando el resumen que le hacía de lo que había estado leyendo.

—Estaba pensando en la plática que tuvimos sobre tener un bebé—. Comenzó, acomodando su cabeza sobre el pecho de su pareja. —¿Sabes? Creo que después de todo no suena tan mal—.

—No quiero que lo hagas sólo por sentirte presionado, eso no era lo que quería cuándo te hablé de un bebé... Lo único que quería era saber que opinabas al respecto—. Rodeó a Gerard con uno de sus brazos, acariciando su cintura.

—No me siento presionado—. Respondió moviéndose más cerca. —Podríamos intentarlo—.

Frank terminó con el mayor sobre él, moviéndose contra su entrepierna mientras compartían un beso desesperado que comenzaba a hacerlo sentir la necesidad de unir su cuerpo al de Gerard. 

Llevó las manos a su ropa, ocupándose de quitarla mientras acariciaba su cuerpo, llevando los besos a su cuello. Se movió un poco, tomando el lubricante que guardaban debajo de la almohada y vertió el líquido en sus dedos cuándo ya no hubo más ropa estorbando.

Presionó sus dedos tatuados en la entrada de su pareja, tomándose un momento para apreciar la manera en que sus mejillas se tornaban rojas y mordía sus labios para mantenerse en silencio. 

—Eres tan perfecto—. Murmuró junto a su oído, abriéndose paso en su interior mientras la otra de sus manos lo mantenía sujetado por la cintura.

Su miembro necesitaba tanta atención que comenzaba a doler pero quería asegurarse de que Gerard estuviera completamente listo así que continuó moviendo sus dedos delicadamente, sonriendo cada vez que lograba hacerlo gemir.

—Por favor, por favor Frank—. Gerard se mantenía sujetándose a sus hombros, enterrando sus cortas uñas en ellos.

—¿Estás listo?—.

El de cabello rojo asintió con rapidez como única respuesta.

(...)

Su médico le había enviado a hacerse un par de exámenes, así descubrió que había logrado quedar en cinta. Sinceramente se sentía feliz y la felicidad fue aún mayor al darle la noticia a Frank.

Aunque toda esa felicidad se acabó una mañana después de recibir una llamada.

Gerard se dedicaba a pintar desde su estudio en casa aunque estaba considerando dejarlo mientras estaba embarazado para evitar que los vapores de la pintura dañaran al bebé, Frank le había dicho que mientras siguiera pintando se asegurara de ventilar la habitación correctamente.

Apartó su pincel antes de tomar su celular y responder a la llamada, la llamada que cambiaría su vida para siempre.

Sus lágrimas se derramaron durante días. Ahora en lugar de planear todo para darle la bienvenida a su bebé junto a Frank, tenía que organizar un funeral.

Su corazón estaba roto, hecho pedazos y era irreparable. La pérdida que había sufrido era impensable, el dolor envolvía su corazón, su mente y su cuerpo, haciéndolo agonizar.

Era consumido por el vacío al tiempo que llevaba consigo al hijo que Frank siempre había querido.

—¿Por qué me dejaste?—. Se encontraba de pie frente a la lápida en dónde se encontraba tallado el nombre de su amado. —¿Por qué tenías que irte así?—. Las lágrimas bajaron por sus mejillas, colocando en el lugaf las flores que había llevado ese día. —Te extraño tanto... No tienes idea de cuánto te necesito—.

Terminó sentándose en el césped, hablando sobre el estado de su bebé y las cosas que había comprado para cuándo naciera.

Era la única manera en la que encontraba algo de paz. Visitaba su tumba algunas veces a la semana y hablaba con él sobre las cosas que habían pasado, a veces incluso llevaba el libro que había dejado pendiente y le leía un poco, leía hasta que no podía contener la tristeza y se desbordaba al igual que sus lágrimas.

Le gustaba hablarle y pensar que podía escucharlo o que estaba ahí con él aunque al final siempre debía volver a la realidad y afrontar que jamás volvería a verlo.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭'𝐬 𝐌-𝐏𝐫𝐞𝐠 | 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora