One Drink Away

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La música del lugar sonaba a todo volumen, un volumen que en otro momento le hubiera parecido sumamente molesto pero esa noche no le importaba nada, no quería pensar más.

Una semana atrás el pelirrojo había descubierto que su novio había estando engañandolo prácticamente desde el inicio de su relación con diferentes chicos y chicas. Al inicio se rompió por lo que terminó llorando acompañado por diferentes amigos y amigas que al enterarse habían acordado reunirse para darle todo el apoyo que pudiera necesitar al estar pasando por aquella situación.

Una semana le bastó para decidir que no le daría el gusto de verlo sufrir por él, así que se levantó de entre sus sábanas y recogió todo el desorden que había por su departamento y que se había acumulado durante esos últimos días.

—Gerard, deja de llorar por un imbecil—. Era lo que una de sus amigas de la universidad le había dicho al encontrarlo tan mal. —Creo que acabas de descubrir que no vale la pena y que definitivamente resultante ser demasiado para él—.

Ese mismo día hizo una cita y terminó con el cabello teñido del rojo más vibrante que sus ojos habían visto. Se vio al espejo y una sonrisa se dibujó en sus labios al ver lo bien que se veía. Se sentía como una persona totalmente nueva después de pasar tanto tiempo concentrando todos sus esfuerzos en esa relación y después pasar por el proceso de perderla por culpa de la traición.

Pero la chica tenía razón, ese hombre no valía ni una sola más de sus lágrimas. Sabía que en algún momento regresaría a él arrastrándose pero para Gerard ya no era importante, estaba decidido a sacarlo de su mente esa misma noche y para el resto de su vida, no le importaba mantenerlo cerca después de lo que se había atrevido a hacer durante tres años sin ninguna consideración a él, su pareja.

—Él se lo pierde—. Habló antes de moverse del espejo para poder alcanzar su celular y enviar algunos mensajes.

Arregló juntarse con varios amigos y pasar la noche bebiendo en los mejores clubes de la ciudad; solo quería salir y disfrutar de su vida como hacía mucho que no lo hacía, necesitaba aire fresco y divertirse con la gente que realmente lo quería y que habían estado a su lado aún cuando estaba hecho bola en su cama llorando por Bert.

Se arregló y salió para juntarse con varios de sus acompañantes por el camino. Bajaron del vehículo que habían solicitado cuando llegaron a su destino y en poco tiempo se encontraban dentro del local apenas iluminado por varías luces de colores, podía oler algunos cigarrillos y el alcohol en el ambiente.

Se abrió camino hasta su mesa en la planta superior, encargando su primera bebida de la noche.

—No puede ser, estás usando esa chaqueta de nuevo—. Hizo notar la chica de cabello negro, sonriendo. —¿Cuánto tiempo llevabas sin usarla? Apenas puedo recordar la última vez—.

—Déjalo, está de buen humor—. Gerard rodó los ojos con diversión al escuchar aquella charla. —Bueno, al menos me alegra ver que estás mejor después de pasar todos esos días...—.

—No quiero hablar sobre eso—. Interrumpió el de cabello rojo. —No hoy, ya tuve suficiente de él y quiero quitármelo de encima para siempre; después de lo que hizo él ya no significa nada para mí, Bert no significa nada para mí así que puede joderse—.

—Que se joda—. Esa voz le hizo sentir un pequeño escalofrío así que giró su rostro, encontrándose con un chico más bajo y de ojos marrones. —¿Disfrutando la noche, Gee?—. Murmuró de manera burlona, buscando irritar al teñido y lo logró.

—No sabía que en este lugar dejaban entrar gnomos o tal vez ni siquiera te vieron entrar porqué, bueno, ya sabes eres *pequeño*—. Respondió con un claro doble sentido.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭'𝐬 𝐌-𝐏𝐫𝐞𝐠 | 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora