Boss Is Fucking His Secretary

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Odiaba a su jefe, a veces pensaba honestamente en renunciar pero la paga era buena y no quería tener que pasar de nuevo por todo el proceso de aplicar a diferentes trabajos en dónde a pesar de la experiencia lo rechazaban por otro candidato, buscar un empleo era duro para cualquier persona, además al menos en el trabajo que tenía ahora, no lo llamaban la atención por "vestir inapropiadamente" aunque solo le decían que era inapropiado porque según ellos, no se suponía que un hombre usara falda, al parecer eran algo exclusivamente femenino.

Podía vestir como más le gustara y aquello le daba un poco más de libertad, aún así, a veces quería asesinar a su jefe.

Llevaba ya varios años trabajando para Frank, más precisamente como su asistente... O secretaria, es igual realmente. Frank era un tipo con un carácter fuerte, era metódico y preciso, a veces algo cínico y descarado, exigía a todos un grado de perfección con el que era obligatorio cumplir si no querías que pateara tu trasero y te echara a la calle para que otra persona pudiera tomar tu lugar tan pronto como te fueras.

Frank manejaba una disquera de renombre, con varios artistas importantes entre su repertorio. La música era un negocio exigente, un día podías tener un gran éxito y al siguiente toparte con el suelo después de una gran caída, si querías estar adentro, debías saber competir y vaya que Frank sabía mover sus fichas para mantener todo exactamente como quería.

Sí, la presión que ponía sobre sus empleados era grande pero la recompensa que recibían merecía la pena aunque Gerard comenzaba a reconsiderarlo.

Subió sus delicadas medias por sus piernas. Se puso los tacones y la falda, completando su atuendo con una camisa blanca y un blazer del mismo color que su falda. Tomó su auto y condujo hasta su trabajo, ni siquiera había llegado y ya comenzaba a sentirse agobiado pues era un lunes y usualmente eran los días más ajetreados para él.

Todas las citas que el mayor cancelaba por el fin de semana eran reagendadas para ese día lo que significaba que debía atender a todas esas personas acumuladas, cumplir con las exigencias del tatuado además de intentar mantener todo ese caos bajo control para mantener ese nivel de profesionalismo que se esperaba de él para no terminar gritándole a la gente o llamando imbecil a Iero en voz alta.

De camino a su puesto de trabajo, compró el café que su jefe siempre bebía por las mañanas y aprovechó para tener uno para si mismo.

Cuándo finalmente llegó, dejó su café en su escritorio y llevó el de Frank a su oficina. Tocó la puerta delicadamente y cuándo recibió un "pasa" como respuesta, empujó la puerta hasta abrirla.

—Tengo su café—. Mencionó acercándose para colocarlo en el escritorio ajeno, evitando los documentos que habían sobre el. —¿Algo más?—.

Frank alzó la mirada e inspeccionó rápidamente a su secretaria. —¿Esa es una falda nueva?—. Quiso saber, alcanzando su café para beberlo mientras Gerard lo veía algo confundido por la pregunta.

—Uh... No, era nueva hace unos meses—.

—Que raro, creo que nunca había notado lo linda que es—.

Bien, ahora estaba volviéndose extraño. No se sentía incómodo, solo era algo extraño que Frank quisiera hablar sobre su ropa o que siquiera lo mirara, la mayoría del tiempo parecería ignorar su existencia si no necesitaba algo.

—¿Algo más?—. Insistió.

—Sí, escuché que tienes una queja—. Se reclinó en su lugar, luciendo relajado. —¿Quieres hablarme de eso? Me dijeron que crees que soy un estupido egocéntrico y que pongo mucha presión sobre ti—. La sangre de Gerard se heló, sí había dicho todo eso, creyendo que sus compañeros de trabajo no irían a contárselo al mayor aunque al parecer se equivoco. —¿Y bien? ¿Algo que decir?—.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭'𝐬 𝐌-𝐏𝐫𝐞𝐠 | 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora