Fear

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Un matrimonio feliz, eso era lo que habían sido durante varios años. Muchos los  consideraban el matrimonio perfecto y casi eran como una típica historia de amor de la que siempre se habla en las películas.

Eran mejores amigos al inicio, miembros de la misma banda e inseparables, poco a poco surgieron sentimientos diferentes y terminaron contrayendo matrimonio unos años después de haberse conocido inicialmente.

Todo había estado yendo perfectamente hasta que comenzaron a planear el tener a su primer hijo. Lamentablemente el embarazo no había tenido un buen final pues tan pronto como supieron que estaban en espera de su primer bebe, terminaron perdiéndolo.

La dura noticia los dejó destrozados y dañó su matrimonio. Era la primera vez que sentían que navegaban sin rumbo alguno mientras la culpa estaba presente en ellos, sentían que habían hecho algo mal, que era su culpa por alguna razón o que simplemente no merecían tener la felicidad que les hubiera traído poder criar a un bebé juntos. Perdieron las esperanzas y el ánimo, algunas noches solo se acostaban en silencio sin decir nada; al parecer era un tema que ninguno de los dos quería tocar pero que sin duda los estaba afectando.

La soledad invadió su hogar y comenzaba a consumirlo desde las raíces con cada mes que pasaba después de la pérdida que habían sufrido.

Habían pasado más de siete meses desde la amarga noticia cuando la realidad volvió a golpearlos. Gerard había vuelto a quedar en cinta y los sentimientos se encontraron; su antigua perdida seguía presente en ellos al tiempo que intentaban procesar el nuevo embarazo. Se sentía como si no pudieran seguir adelante, atados al bebé que nunca había nacido y la culpa que les generaba la situación.

—Estoy asustado—. Ambos lo estaban.

Ahora ni siquiera estaban seguros de que su relación fuera lo suficientemente estable como para tener un bebe y poder criarlo como ese bebe lo merecía.

—¿Qué pasa si lo perdemos de nuevo? No quiero pasar otra vez por eso… No sé cuánto más podrá soportar mi corazón—. Su tono denotaba toda la preocupación que sentía y Frank no pensaba muy diferente por más que intentara ser positivo para animar a su pareja.

Apenas podía pensar claramente. —Creo que vamos a necesitar ayuda, Gee… Ya no creo que podamos hacer esto nosotros dos solos—.

—¿Ayuda? ¿De quién?—.

Nunca recibieron ayuda para pasar por el duelo de haber perdido a su primer bebé y era algo que ahora les estaba cobrando factura. Ni siquiera habían pensado en ir a terapia, nunca lo consideraron una opción después de su pérdida, pero era algo que claramente necesitaban y que la llegada de un nuevo bebe finalmente les permitió
verlo.

Finalmente estaban hablando del tema, poniendo sobre la mesa todos los
sentimientos que tenían y habían tenido durante los siete meses en los que estuvieron sufriendo, distanciados el uno del otro y creando un abismo en su matrimonio.

—¿Por qué nunca tocaron el tema?—. Preguntó la terapeuta que atendía al
matrimonio.

Frank observó la mano de su esposo entre las suyas. Sentía un peso enorme en su pecho, pero fue el primero en atreverse a dar una respuesta, no quería que siguieran en silencio. —No estaba seguro de si Gerard quería hablar de ello, se que lo estaba pasando mal y no quería hacerlo sentir todavía peor pero tampoco era mi intención fingir que nada había sucedido… Simplemente no tenía idea de que hacer o cómo hablarlo—. Su voz comenzaba a quebrarse conforme hablaba así que tuvo que detenerse para poder recuperarse. —Siempre me sentí culpable porque creo que pude haber hecho más por nosotros y por el bebé—.

—Pero no fue culpa tuya—. La voz rota de Gerard se dejó escuchar por primera vez durante aquella sesión, provocando dolor en el corazón del tatuado al escuchar esas palabras.

—Dios… Pero tampoco fue tuya—. Las lágrimas irrumpieron, deslizándose por sus mejillas mientras sostenía más fuerte la mano de su esposo. —Debería haber sido más fuerte y apoyarte como lo necesitabas, pero simplemente no podía hacerlo—.

—No puedes exigirte dar más de lo que tienes—. Interrumpió la mujer de cabello rubio. —Ninguno de los dos puede hacerlo, deben conocer y reconocer sus límites. Ninguno de los dos estaba pasando por un buen momento e hicieron lo que pudieron con las herramientas que tenían a la mano, no pueden sentir culpa por ello—.

—Después de perder al bebé dejé de sentirme con vida—. Mencionó Gerard. —Era un cascarón vacío y solo estaba intentando sobrevivir día con día, intentando no rendirme, pero me encerré a mí mismo y me hice sentir peor—.

—¿Cómo se sienten acerca del nuevo bebe?—.

—Yo… Me siento feliz, pero estoy aterrado, quiero dejar de sentir todo este dolor, pero ¿qué pasará si la historia se repite? No sería justo y no quiero vivir todo esto de nuevo—.

—¿Gee?—. Quiso saber la especialista, esperando una respuesta por parte del
ojiverde.

—Solo quiero volver a ser feliz—. Murmuró desviando la mirada, intentando encontrar las palabras que le permitieran expresarse correctamente. —Ha sido difícil, bastante difícil… No estoy dispuesto a perder a otro bebé, quiero recuperar
nuestro matrimonio y tener una familia contigo—. Se dirigió a Frank, aunque aún era incapaz de mirarlo. —Ha sido una maldita pesadilla para ambos, pero creo que tenemos otra oportunidad y quisiera tomarla, contigo, si estás de acuerdo—.

—Lo quiero, quiero hacerlo—. Respondió rápidamente. Soltó la mano ajena y tomó su mentón para poder hacer que lo viera. —Sabes que lo haría por ti, por nosotros… Te he extrañado durante todo este tiempo, me equivoque, ambos lo hicimos y
provocamos que el proceso fuera más doloroso, pero no dejaré que vuelva a ser así, quiero arriesgarme y estar contigo pase lo que pase esta vez—. Prometió mientras acariciaba una de sus mejillas, con la mirada fija en los ojos del mayor.

𝐎𝐧𝐞 𝐒𝐡𝐨𝐭'𝐬 𝐌-𝐏𝐫𝐞𝐠 | 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora