Una pizca de maldad

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Antes de salir de la torre Peter dejó su reloj y lentes, también su celular, incluso se quitó sus lanzatelarañas, a pesar de que él los creó por cuenta propia, sólo se fue usando lo que llevaba puesto, un jeans azul y una playera gris, ropa que se había puesto después de que Harley lo trajo, caminó sin rumbo, deteniendose por minutos ya que aún le dolían los golpes, necesitaba descansar para que las heridas sanaran, se sentó en una banca en el parque central, ahí lloró, se sentía como un cachorro abandonado, le dolía más el desprecio de la persona que lo trajo al mundo, que el engaño de su destinado, no quería sentir más, solo se abrazó a si mismo buscando consuelo, no supo en que momento se quedó dormido hasta que los rayos de sol calentaron su rostro.

— ¡¡Está vivo!! —Exclamó un niño y salió corriendo, al parecer lo estaba picando con una varita, una niña se quedó observandolo.

— ¿No tienes casa? —Preguntó la niña, Peter negó.— ¿Entonces no tienes mamá? —El chico se quedó en silencio.— Debes tener hambre, ¿quieres la mitad de mi sándwich? —Peter sonrió en el momento que la niña partió el sándwich y le dio la mitad, luego se despidió y se fue.

El día avanzó y el joven decidió buscar un lugar, no podía simplemente quedarse en la calle, aunque sólo andaba 30 dólares en su bolsillo, las tarjetas y todo documento habían quedado en su billetera, en su antiguo hogar, caminó por muchas horas, compró algo de comer hasta el atardecer, en ese momento se dio cuenta que estaba en Queens, al llegar la noche el frío se hizo presente y con ello también el dolor, una de sus heridas se había infectado al parecer su supercuerpo había retrasado el proceso de sanación, talves por su estado de ánimo.

— Maldición... —El chico se recostó en una pared, colocó su mano en su costado, su vista se nubló logrando visualizar sólo el rostro de una mujer.

Peter despertó horas después, estaba en una pequeña habitación, observó la puerta abrirse y luego entró aquella mujer.

— ¿Como te sientes? —Preguntó ella con amabilidad.

— Bien... —Contestó Peter, en ese momento notó que tenía un paño en la cabeza ya que la mujer lo retiró.

— Lo bueno es que ya bajó la fiebre, ¿tienes hambre? ¿Sabes qué? Te traeré algo de comer. —La mujer se puso de pie y se dirigió hacia la puerta.— Por cierto me llamo Mei, Mei Parker.

Peter sólo sonrió por inercia, no percibía aroma en ella lo que significaba que la mujer era beta, se preguntaba si ella sabía quien era, talves sí, ya que toda la ciudad conocía a los Starks, porque después de que el Capitán América murió, dejaron de llamarlos Rogers, según decían algunos, ellos no merecían llamarse así, porque sólo mancharían el apellido del honorable Capitán.

— Aquí tienes, se que ya es de noche pero esta sopa te ayudará a levantar el ánimo y mejorará tus defensas.

— Gracias... —Respondió el menor y se sentó, esa sopa sabía a gloria, después de todo sólo había comido aquella mitad de sándwich y un hotdog que compró al atardecer.

Después de cenar, Mei limpió las heridas del menor las cuales comenzaron a sanar, al día siguiente Peter se ofreció a ayudarla en los quehaceres pero ella se negó, diciéndole que debía descansar, así pasaron los días, Peter empezó a ayudarle, hasta ahora no había dicho su nombre aunque ella lo sabía, pero cuando le hablaba usaba palabras como hijo, cachorro, dulzura y muchas otras, el menor no pudo evitar encariñarse con ella, pero luego aquella noche se sintió miserable.

— Así es mis estimados televidentes, el hombre araña no es más que un farsante, hipócrita, detrás de esa máscara trata de esconder sus crímenes... —Peter veía aquel reportaje y el vídeo que se reproducía en una esquina de la pantalla, Mei estaba a su lado.— Alguna vez se imaginaron, ¿que aquel que decían llamar héroe, resultaría ser hijo de nuestro tiránico líder? Soy James Simons re... ¿Cómo que nos van a cerrar el canal? ¡No puede hacer eso!