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Tony caminaba de un lado a otro, esos malditos se habían llevado a sus bebés, Pepper se acercó a él para calmarlo, pero el genio solo le gruñó y se alejó.

— Sabes que sólo existe una solución, Tony. —Dijo la Alfa volteando a ver al genio.

— ¿Y cuál crees tú que es la solución? ¡Iluminame Pepper!

— Debes entregarte. —Dijo la mujer con firmeza, Tony no hizo otra cosa que reírse a carcajadas.

— ¡¿Oh espera, lo dices enserio?! —Exclamó con burla.

— ¿No te importan tus hijos? Porque a mi si me importa Morgan y la quiero conmigo, ya entregate y acaba con esto de una vez.

— Nunca. —Contestó el genio soltando un gruñido.— Primero muerto antes de darle gusto a esos imbéciles.

— ¡No seas egoísta! ¡Steve ya está muerto y él que trajiste no te quiere, entiendelo de una buena vez! —El castaño se mantuvo firme, no dejaría que esas palabras lo hirieran.— Yo haré lo que sea por tener a mi hija conmigo...

— ¿Incluso entregarme? —Preguntó Tony viéndola fijamente, la mujer permaneció callada.— Viernes, ¿donde están?

— Estan subiendo por las escaleras señor.

— Eres una maldita traidora. —Gruñó el genio, minutos después se vio rodeado de varios agentes, todos alfas, quienes no dudaron en soltar sus feromonas, Tony sólo apretó sus puños.

— Quédate quieto Anthony Stark. —Dijo un Alfa con su voz de mando, el castaño levantó la cabeza sus ojos brillaron en aquel tono azul, se mantuvo en pie aunque le costaba respirar, pero se sorprendió al ver aquel escudo partir por la mitad al Alfa que había dado la orden.

En cuestión de segundos los agentes fueron derribados, intentaron defenderse con sus armas pero las balas sólo rebotaban en el escudo, Pepper corrió horrorizada hacia el ascensor al ver aquel alfa acabar con aquellos hombres tan fácilmente, cráneos rotos, huesos quebrados como si fueran de cristal, sangre por todos lados y ahora al igual que el escudo, aquel cabello rubio y blanca piel tenían manchas rojas.

— ¿Estas bien Tony? —Preguntó el rubio, el castaño respondió en un balbuceo, sus piernas temblaron, Steve caminó hacia él limpiando la sangre de su rostro con un pañuelo, luego se quitó el guante derecho y sujetó al omega del mentón observando su rostro y cuello.— ¿Porqué no me dijiste la verdad desde un inicio? ¿Porqué hacerme pensar que le estaba robando la vida a alguien más? Aunque de igual forma soy un reemplazo ¿no? —Steve se alejó y se sentó en el sofá, observando el desastre que había hecho, Tony aún seguía procesando lo sucedido.— Wow, nunca me imaginé hacer algo así, es cierto que soy un soldado y eh matado a muchos, pero ahora se siente diferente. —El rubio encendió un cigarrillo.— Por cierto... ¿Porqué corriste a Peter de la casa, aún sabiendo que tienes muchos enemigos?

— Pues por... —Tony arrugó la nariz y se dio la vuelta, frunció el ceño al ver el cigarrillo asi que se lo quitó a Steve y lo apagó con su pie.— ¿Enserio estas fumando?

— ¿Qué? Soy un supersoldado y tú tienes el extremis así que no te afecta. —El castaño sólo gruñó, mientras que Steve lo vio con una ceja alzada.— Aún no has respondido mis preguntas.

— Bien, iba a decirte la verdad...pero lo fui posponiendo y no te veo como un reemplazo, sobre Peter... —El genio dio un suspiro su voz tembló un poco.— ¡Si quieres culparme, hazlo! ¡Yo-yo también me culpo por eso... se que soy el peor padre, se que no debí tener hijos, que soy un maldito un egoísta, un... —No terminó de hablar ya que él rubio lo jaló hacia él para acomodarlo en su regazo, escondió su rostro en el cuello del Alfa.

Una pizca de maldadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora