CAPÍTULO 21 RESCATE

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Jazmín
Voy en los brazos de Bryan, no quiero luchar en ese momento, porque no quiero que la gente que tienen prisionera pague las consecuencias y además, aunque quisiera no tengo fuerzas.

A pesar de que me propuse no mirar a mi alrededor, no pude evitarlo y vi como varios hombres armados tenían sometidos a los guardias de seguridad y a Román, a todos reunidos en la parte de enfrente de la casa, ¿para qué ocultarse? por ahí no pasa nadie debido a que es propiedad privada, la casa esta retirada de la ciudad y no hay más a varios kilómetros a la redonda, así que nadie, que no tenga un asunto a que venir estará por aquí. A quien no vi fue a Estefanía y ruego porque esté bien. Estamos a punto de salir de la propiedad, varios autos esperan en el exterior y Bryan se dirige hacia uno, y así, sin soltarme se introduce en el interior. Un hombre ya está al volante y le ordena que arranque. Ya no hay marcha atrás.

_ ¿Cómo piensas cruzarme la frontera? - preguntó con voz débil, quizás al cruzar tenga una oportunidad de pedir ayuda.

_ Tú no te preocupes por eso amor, ya lo tengo todo bajo control, tu descansa. - siento como rebusca en un pequeño maletín de mano que está a un lado del asiento, saca algo y luego siento un pinchazo. Se que algo me puso, porque aun cuando lo intento, no puedo permanecer despierta, los ojos se me cierran y no puedo evitarlo.

Bryan
Siento como mi mujer se desvanece por completo, está totalmente indefensa ante mí, por supuesto no la voy a cruzar por la frontera, ya tengo mi ruta bien trazada y a la gente indicada que me ayudará. Lo más difícil ya lo hice, lo que sigue no es nada.

Siento que el auto desacelera y se sale del camino por una desviación.

_ ¿QUE TE PASA? ¿QUE ESTÁS HACIENDO? - grito al ver la maniobra.

_ Se acercan varios autos. - dice el hombre con calma. _ por aquí nadie que no venga a esa propiedad transita, y si nos ven seguro nos detendrán.

_ Es listo el tipo, la verdad es que no lo conozco, pero me lo recomendaron, gente que anda en lo mismo que yo. No sé cómo es que supo lo de los autos, yo no escuché, ni vi nada, pero era verdad, ahora los escucho pasar, son de la policía, pasan varios, luego silencio, pero no nos movemos, estoy a punto de reprender al hombre, cuando pasan otros dos vehículo, esto complica las cosas, aunque no tanto, yo me largo de este país, y los que quedan ahí, si son listos van a escapar, si no, que vean como le hacen por idiotas, digan lo que digan nunca van a poder comprobar que yo estuve aquí.

Por fin nos ponemos en marcha de nuevo, unos minutos más y salimos a la autopista, aquí ya dejamos de ser un auto sospechoso porque nos hemos incorporado al tráfico habitual, aunque no es mucho, solo un que otro auto de ida y otro de venida, nada especial. Por fin me permito relajarme y me acomodo abrazando a mi esposa, porque, aunque ella diga que es mi ex, no es verdad, yo no me quería divorciar, ella será mía para siempre.

No sé cuánto hemos avanzado, creo que casi me he quedado dormido, porque vuelvo en si cuando siento que una vez más el auto se detiene, no tengo oportunidad de hacer nada, cuando dos hombres se introducen, uno a mi lado y otro adelante en el asiento del copiloto, voy a hacer el intento se sacar mi arma, pero ellos ya nos apuntan con las suyas o más bien a mi, ahora me doy cuenta de que es una trampa y el chofer está con ellos, voy a usar a Jazmín como escudo y además amenazarlos para detenerlos, pero no me da tiempo de nada, siento un pinchazo en el brazo e inmediatamente empiezo a perder la conciencia. Me resisto porque no puedo estar fallando, ella es mía y nadie me la puede quitar. Los ojos se me cierran y soy incapaz de resistirme.

Carlos.
Voy con prisa rumbo a mi casa, cuando varios auto patrullas de la policía me alcanzan, mientras uno me obliga a detenerme, los otros pasan de largo.

_ Por su bien no lo podemos dejar continuar, son las órdenes de Sandoval. - me dice uno de los hombres.

_ Tengo que estar ahí. - replico. _ ella me necesita.

_ Una vez que nos indiquen que no hay peligro y que nos den la orden, nosotros mismos lo acompañaremos, por el momento no podemos hacer nada.

Es inútil discutir con ellos, es la orden que traen, lo único que me consuela es que la ayuda ya está ahí. Eso no quita mi angustia y desesperación.

Pasan solo un par de minutos cuando nos dan la orden de continuar y acercarnos un poco más, aunque sin llegar hasta la casa, ellos nos indicaran cuando hacerlo.

En este momento recuerdo a Mateo, perdí la comunicación con él, cuando me detuvieron.
El me aseguró que alguien más ya estaba en el rescate, pero no entendí muy bien, seguro los de la nueva empresa de seguridad, pero entonces mi corazón se angustia de nuevo. La gente que atacó estaba armada, esos hombres seguramente también lo están y las autoridades no saben de su existencia, los van a confundir con malhechores y los de casa van a quedar en un fuego cruzado.

Tomó mi teléfono y marco el de Mateo, tengo que decirle que advierta de la llegada de la policía.

_ ¿Qué sucedió? - me contesta angustiado al primer tono de llamada.

_ La policía va hacia la casa. - digo sin responder a su pregunta. _ seguramente confundirán a los hombres de seguridad con gente de Bryan.

_ Ya están ahí. - dijo con tal calma que me pone los pelos de punta. _ no ha habido ningún enfrentamiento. Esta gente es profesional y sabe lo que hace, ahora dime qué te pasó a ti.

Le explico a grandes rasgos, luego me dice que ya puedo llegar, voy a decirle que no me lo permitirán, cuando se acerca uno de los oficiales y me dice que ya podemos irnos.

_ De acuerdo. - le digo a Mateo. Después te llamo.

_ Ella no está ahí, pero está bien. - me dice justo cuando estoy colgando. Y no sé si escuché bien, pero no quiero perder tiempo, arranco el auto siguiendo a la patrulla que va delante de mí.

Al llegar veo un montón de gente desconocida para mí, armas por todos lados, no me detengo a observar, corro hacia el interior, ahí está Estefanía con el rostro pálido y los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, veo a Román que le están haciendo unas curaciones porque lo han golpeado, también dos más de mis guardias de seguridad están siendo atendidos, se ven aletargados o drogados no sé, mientras que los demás están inconscientes en el piso de la sala, sigo mirando pero por ninguna parte veo a Jazmín y me empiezo a angustiar.

Voy a salir a buscarla, pero en ese momento entra Antonio Sandoval y se acerca a mí.

_ ¡Dónde está? - interrogo. _ ¿está bien? ¡quiero verla!

_ Lamentablemente no está aquí. - me dice. _ ese hombre se la llevó, sin embargo, al parecer ya ha sido rescatada, solo tenemos que esperar.

OTRA OPORTUNIDAD/No. 3 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora