CAPÍTULO 15 RESENTIMIENTO

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MARATÓN: Capítulo 3 de 3

Jazmín
Hoy por fin puedo salir de este hospital. La verdad no me emociona, y no lo hace, porque mi vida no tiene sentido, me he convertido en una inútil. Se que me voy a recuperar, los médicos lo han dicho, pero va a ser largo y difícil y yo quiero que sea ya, porque quiero poder salir y buscar a mis niñas, temo tanto que Bryan les haya hecho daño, o que ya estén muertas, me aterra pensarlo, pero viniendo de él, todo es posible, también me preocupa Julián, es raro que no se haya comunicado, sé que le es difícil, a estas alturas y conociéndolo ya lo hubiera hecho, aunque fuera solo para cerciorarse de cómo estoy, así que temo por él.

Todos los que me importan están en peligro o ya no están aquí, no lo sé y eso me aterra, como también me aterra mi propia situación, no tengo recursos, ni a dónde ir, y no quiero, pero tengo que aceptar que Carlos me lleve a su casa, porque no tengo ninguna otra opción.

No quiero verlo, no quiero hablarle, me hace daño el solo tenerlo frente a mí, porque si no fuera por él ahora tendría aquí a mis niñas, y no tendría está angustia de no saber si viven o mueren.

Además, es un suplicio para mí, el tenerlo cerca, el no poder decirle que no se me acerque, que me deje en paz, que no me toque, como ahora que me está cargando para subirme al auto, me tomó por sorpresa, no me dio tiempo de nada, aunque de nada hubiese válido porque la verdad es que no soy capaz de sostenerme en pie, no tengo fuerzas, además del tremendo dolor que aún invade todo mi cuerpo, incluso soy incapaz de levantar mis brazos para sostenerme de su cuello, así que me dejó llevar, y lo peor, mi cuerpo traicionero reacciona a su toque, a su cercanía, al olor de su loción, a su simple presencia y me odio por eso.

El rodea el auto y se sienta a mi lado, ninguno de los dos hablamos, él está sumergido en sus pensamientos, en estos momentos no me parece tan imponente como me ha parecido siempre, es como si estuviera sufriendo, pero no veo por qué, quizás esté pensando en el gran problema que voy a ser para él, ¿y como no? si no puedo hacer nada por mí misma, él lo hace porque generalmente tiene buen corazón, y sobre todo porque se siente culpable y debería de alegrarme que sienta culpa, pero no es así, al contrario, quisiera que no la sintiera y que me dejara a mi suerte, total, ya buscaría la forma de resolver mis propios problemas. Ahora mismo no quiero tener que deberle nada, pero no estoy en condiciones de elegir qué hacer y que no hacer y vuelvo a lo mismo, mi situación en parte se la debo a él.

Carlos
Entramos a la casa, la depositó en su silla de ruedas, ella mira a su alrededor.

_ Los niños no están. - adivino sus pensamientos. _ están de vacaciones y están con mi hermana y mi cuñado. - veo como su rostro se ensombrece, pero no dice nada, no se lo había comentado, porque de hecho no hablamos nada, ella se rehúsa a comunicarse conmigo y la entiendo, sé que no es fácil para ella, como tampoco lo es para mí. Mi vida está cambiando como no tienen una idea, no solo es el aspecto financiero, que me está yendo mejor de lo que yo me pudiera imaginar, pero fuera de eso, es mi vida, mi tiempo, mis sentimientos, la intimidad de mi hogar. Todo es un caos. Mis hijos no están, modifiqué y reorganice mi casa, contraté a una enfermera que estará aquí, durante mis horas laborales, también a una sirvienta para que haga las labores de la casa, un chófer extra para que esté siempre disponible para Estefanía la enfermera, por si se presenta una emergencia, o haya que mover a Jazmín o llevarla a alguna cita médica, y para Jazmín, por si necesita salir o hacer cualquier cosa. En la oficina he reorganizado mi agenda, estoy delegando todo lo que puedo delegar sin afectar el buen funcionamiento de la empresa y estaré trabajando desde casa, cuando necesite hacerlo.

_ Quiero que cenes algo antes de que vayas a dormir. - digo encaminándonos hacia la cocina, Mónica la sirvienta ya no está, pero le pedí que dejara algo de cenar.

_ No tengo hambre. - dice por fin algo.

_ Debes de comer, aunque sea poquito. - insisto y la acerco a la mesa. Ella calla y yo acerco todo lo que necesita, junto con un plato con caldo, huele bien, pero veo que ella no hace el intento por comer.

Jazmín
Carlos se esmera en atenderme y me sirve para que cene, veo su rostro de desconcierto cuando pone su plato en la mesa y se da cuenta de que no he comido nada, sé que va a darme un sermón y no lo necesito, yo más que nadie, estoy consciente de que, si quiero recuperarme pronto, debo de poner todo de mi parte para hacerlo, empezando por alimentarme bien, pero si supiera que no puedo, no tengo las fuerzas suficientes para levantar la cuchara y llevármela a la boca, mis músculos están dañados, y el dolor es horrible, además, mi cerebro no funciona con normalidad, todo me parece que lo hago en cámara lenta, doy la orden y mi cuerpo tarda en obedecer, sin contar el tremendo esfuerzo que tengo que hacer para pasar un bocado, porque una de las mujeres, además de la golpiza que me dieron intentó ahorcarme y me lastimaron, incluso mi voz no es la misma, sin contar con que estuve intubada y todo eso hace que el solo comer sea doloroso.

Miró hacia el piso, no sé cómo voy a sobrevivir a esto, no quiero pedirle nada a él, pero me doy cuenta de que dependo al cien por ciento de su bondad y paciencia, pero no creo que soporte por mucho tiempo, sé que se cansará, por muy culpable que se sienta.

Levanto la vista y me está mirando, sé el momento justo en el que se da cuenta, de que no es por capricho que no cómo y se acerca solícito.

_ Te ayudo. - dice sentándose a mi lado, tomando la cuchara y ofreciéndome el primer bocado. Yo lo acepto, aunque me muera de vergüenza y de dolor, pero quiero recuperarme y salir cuánto antes de aquí.

_ Gracias. - susurro con mi voz casi inaudible, de verdad que me cuesta hablar.

_ Sé que no es fácil para ti. - dice después de varios minutos y de que ya me es imposible comer más. _ pero quiero pedirte que tengas toda la confianza para pedirme lo que necesites. No quiero que tú estancia aquí se vuelva una pesadilla. Tienes que recuperarte y yo quiero ayudarte.

Las lágrimas pugnan por salir de mis ojos, tantos sentimientos atenazan mi corazón. Estoy agradecida, de verdad que lo estoy, aunque creo firmemente que actúa por remordimiento, por otra parte, no soy capaz de olvidar y de perdonar, y no sé, si algún día lo haré. Por ahora no puedo menos sabiendo que mis hijas pueden estar pasándola muy mal.

OTRA OPORTUNIDAD/No. 3 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora