CAPÍTULO 8 LA VERDAD

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Antonio Sandoval
Está chica me conmueve, todo apuntaba a que era una secuestradora, yo no podía intervenir porque no era mi caso, aun así, decidí investigar por mi cuenta, descubrí que la pareja de ancianos, eran sus vecinos y cuidaban a sus dos hijas, mientras ella salía a trabajar. Por cierto ellos ya están en su casa, asustados pero están bien.

Los ancianos, aunque en un principio fueron detenidos, se comprobó que no tenían nada que ver, solo cuidaban a los niños, sin saber que habían sido "secuestrados" luego supe que habían sido usados por Vélez, para poder obtener la confesión de Sandra, que resultó no ser Sandra, su verdadero nombre es Jazmín y lo único que estaba haciendo, era esconder a sus niñas y a ella misma de su exesposo abusador.

Ahora todo se ha complicado de una forma terrible, para cuando yo conseguí toda esta información, aquí ya habían sucedido muchas cosas, entre ellas que Vélez había decidido deshacerse de la chica, solo por vengarse de mí y no conforme con eso, nunca siguió los protocolos con las niñas, que se suponía, deberían estar bajo resguardo y custodia de personal competente, y contrario a eso, las entregó a un hombre, que se presentó reclamando su custodia diciendo que era el padre biológico, y por supuesto también aquí hubo intercambio de dinero.

Ahora Jasmín está en el hospital y sus niñas no tenemos idea, se cree que ya están del otro lado de la frontera, porque el hombre es americano. Por supuesto ya se está trabajando en encontrarlas con la colaboración de las autoridades de aquel país, pero no podemos hacer mucho, porque él afirma que es el padre y que ella los sustrajo sin su consentimiento. Ahora solo nos toca esperar a que allá se haga la investigación correspondiente y esperar a que Jazmín pueda declarar al respecto, aunque por lo que me cuentan, ella siempre sostuvo que eran sus hijas, pero nadie le creyó.

Ahora me reuniré con el padre de los niños, que cuidaba y que fue por lo que inicialmente fue detenida, porque se suponía que los había secuestrado y de dónde derivó todo este enredo

Carlos
Una vez más estoy en mi recámara, dando vueltas y pensando, sin ser capaz de conciliar el sueño. Hace una semana que no duermo bien y me lo merezco. Fui un estúpido de lo peor, no entiendo cómo fue que le pude fallar tanto a Sandra o Jazmín, que es su nombre real.

Después de haberla conocido y de haber convivido con ella, después de que, sin remedio atrapó mi corazón, porque admito que casi desde el principio me sedujo, no a propósito, lo sé, pero con sus maneras suaves y tiernas de tratar a mis hijos, con su amor, con su sonrisa encantadora, con su carácter chispeante, con su amabilidad para conmigo. Me tenía fascinado, aun cuando yo me resistiera, porque me propuse no volver a caer en las garras de ninguna mujer, pero ella me tenía atrapado sin siquiera habérseme insinuado. Y, aun así, conociéndola como ya la conocía hasta entonces, creí que había sido capaz de secuestrar a mis hijos, ahora lo sé, era tan improbable, pero después de haber pasado lo que pasé con mi anterior pareja, créanme que todo me parecía posible, pero no la tomé en cuenta a ella, de ninguna manera se parecía a Melanie, ni siquiera se le acercaba, y no fui capaz de entender eso. La verdad es que, estaba totalmente fuera de sí, me volví loco pensando que una vez más, mis hijos la estaban pasando mal por una mala decisión mía y no lo pude soportar. Arremetí contra ella, sin siquiera permitirle defenderse, sin investigar, solo me dejé llevar por lo que las autoridades me dijeron y por lo que se veía a simple vista.

No fue fácil tampoco para mí, porque ya la amaba, pero me arrepiento tanto de no haberme detenido a analizar toda la situación, solo viví el paso a paso de lo que iba sucediendo y me salté tantas cosas. Tantos indicios que hubieran cambiado la situación de ella.

Ahora ella está en el hospital, en coma, y lamentablemente no dan muchas esperanzas de que pueda sobrevivir, y eso me parte el corazón, porque no se trata solo de ella, hay dos niñas por ahí, que no sé cómo se la estén pasando sin su madre y quizás al lado de un hombre maltratador, espero que al menos a ellas las quiera y las respete, después de todo son sus hijas. Esa es mi esperanza, aunque la culpa no me deja vivir.

El día que me reuní con Antonio Sandoval, que es quien lleva ahora el caso, ya no el de Jazmín, si no el de los secuestradores, porque ya se comprobó que ni siquiera conocía a esa organización delictiva, jamás tuvieron comunicación con ella y nadie del grupo la reconoció. Todo esto me lo dijo él, también que el nombre de Sandra era Jazmín y que las niñas eran verdaderamente sus hijas, aunque, ya lo sabia por Julián.

Él me llevó hasta el hospital en donde la tenían, un lugar deplorable, supongo que el peor de la ciudad.

Ahí no podía creer lo que veía, no era ella, no parecía ella, su rostro deformado, su hermoso cabello revuelto y sin vida, a simple vista se veía que no contaba con lo necesario para su recuperación.

Cuando salí de ahí sentía que no podía respirar, deseaba castigar a los culpables, pero me di cuenta de que, el principal culpable era yo, de haber escuchado lo que me decía la primera vez que estuve frente a ella, otra sería su situación, pero salí corriendo en busca de mis hijos, hasta ahora empiezan a aparecer pequeños retazos de lo que en su momento no escuché, pero mi cerebro sí guardó. Recuerdo que muy a lo lejos pude escuchar sus gritos. Me decía que era inocente, que me había avisado que se los llevaba, escuché algo de mensajes y de mi vecina, entonces nada tenía sentido porque desde el primer momento, cuando vi que no estaban en casa y que no regresaban, busqué mensajes, audios, lo que fuera de parte de ella para saber dónde estaban mis hijos, hablé con mis vecinos y nadie sabía nada. Revisé cámaras y nada me daba un indicio.

Después de salir del hospital, empecé a hacer llamadas, tenía que sacarla de ahí y llevarla a un lugar donde le brindaran lo mejor. Me llevo todo el día, la lleve al mejor hospital de nuestra ciudad, era sumamente alarmante la condición en la que llegó, lo mal atendida que había sido, y una vez más el remordimiento me atormentó,

Por las noches, las pesadillas empezaron a atormentarme, escuchaba con claridad lo que ella me gritó aquel día. Su inocencia, el escuchar los mensajes, el preguntar a mi vecina. Cómo dije lo había hecho, fui con todos y todos negaron haberla visto ese día, incluso pensé en Teresita, mi vecina de enfrente, ella quiere mucho a mis niños y en ocasiones ha sido de gran ayuda y me los ha cuidado, es una persona mayor, pero no tanto, como para no poder cuidar de mis hijos, la verdad es que me ha sacado de apuros y Jazmín sabía que en una emergencia podía contar con ella, sin embargo, Teresita aseguró, que ese día ni siquiera la había visto, porque estuvo fuera, haciendo algunos pendientes acompañada de su hija que estuvo ese día de visita. Revisé mi celular varias veces y no tenía ni mensajes, ni llamadas de ella, así que ¿qué podía esperar, o que podía pensar? Pensé lo peor.

Después de despedirme de Antonio Sandoval, y de prometerme que me mantendría informado del paradero de las niñas, y de asegurarme de que Jazmín hubiese sido trasladada, también regresé a la ciudad, mi reunión con Julián estaba pendiente.

OTRA OPORTUNIDAD/No. 3 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora