CAPÍTULO 26 SOMOS HERMANOS

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Carlos.
Un día maravilloso se tornó negro y amargo, anoche cuando me despedí de Jazmín y la dejé en su recámara, me retiré a mi habitación. Era una de esas noches en las que no podía dormir, intenté leer, pero mi mente estaba distraída, así que solo me dediqué a contemplar el techo.

Ya era tarde, cuando escuché que ella salía de su recámara, pensé en salir por si necesitaba algo, pero me detuve, cuál no sería mi sorpresa, cuando escuché su silla de ruedas en el patio, de inmediato me asomé a la ventana, la casa es de tres plantas, nuestras recámaras están en el tercer piso y desde mi balcón se puede ver tanto el frente de la casa como parte del jardín que la rodea, el terreno es grande y en él están construidos cuatro pequeños departamentos, que generalmente se le asignan a personal de servicio cuando es necesario que se queden, como ahora, Estefanía y Román, aunque Estefanía por practicidad, se queda en un cuarto dentro de la casa, el caso es que, Julián está alojado en uno de esos departamentos, y no, no es que yo lo haya mandado hacia allá, él lo escogió, cuando se le dio la opción de quedarse en una de las recámaras o irse para ese lugar, supongo que por la independencia, pero ahora mismo me estaba arrepintiendo como no tienen una idea, ella estaba ante su puerta llamando y él salió con poca ropa, no se molestó en vestirse decentemente antes de permitirle la entrada. Cerraron la puerta y ya, no les voy a mentir, no dormí en toda la noche, me quedé esperando a que ella saliera, y no salió, me quedé en el balcón y aunque los sillones que están ahí son muy cómodos y reconfortantes, lo son por un rato, no por toda la noche.

Por fin en la mañana cuando casi estaba amaneciendo la escuché de nuevo, salió de ahí como si nada, el vestía lo mismo que el día anterior y ahora sí traía la camisa puesta, empujaba su silla de ruedas hacia la casa. La rabia me invadió, me levanté de un salto y salí con rapidez, cuando llegué a la planta baja, los encontré frente al elevador, listos para subir.

_ Hola buenos días. - saludé conteniendo mi irá.

_ Buenos días. - contestaron ambos sonrientes. - lo que me dio más coraje, ¿cómo no iban a estar felices después de haber pasado la noche juntos? Deseaba de verdad partirle la cara a ese cretino, como podía aprovecharse así de ella, aún no se encontraba bien, una recaída sería fatal para su salud, ¿que no entendía? ¿no podía pensar en ella, antes que en satisfacer sus instintos?

_ Te has levantado muy temprano hoy. - me sacó ella de mis letales pensamientos.

_ Estaba preocupado por ti. - fui sincero. _ anoche te vi salir y entrar a su departamento. - señale con la cabeza a Julián. _ pero no te vi salir. Pensé que quizás te habías puesto mal.

_ Al contrario. - sonrió. _ me siento mejor que nunca, y no me viste salir, porque ahí pasé la noche. - dijo con tal despreocupación, que se me revolvió el estómago. _ estuvimos hablando toda la noche, teníamos tanto que decirnos, que pensamos que era mejor quedarnos juntos.

_ Entiendo. - dije seco. _ entonces sigan su camino, supongo que te hará bien descansar un poco.

No sé si notaron mi enojo, pero no me importó, estaba furioso. Ellos siguieron su camino.

Unos minutos después él apareció, por supuesto yo lo estaba esperando.

_ ¡Quiero hablar contigo! - lo detuve.

_ ¡Dime! - se volvió hacia mi.

_ ¡Qué es lo que te propones con ella! - dije antagónico. _ ella no está en condiciones de mantener ningún romance con nadie, no te das cuenta de que no está bien.

_ Me doy perfecta cuenta de que no está bien. - dice encarándome. _ y no es a causa mía. _ creo que fuiste tu quien la metió en esto.

_ ¡Tú qué sabes! - traté de defenderme.

_ ¡Si tú no la hubieras acusado de robarse a tus hijos, ella no hubiera ido a parar a la cárcel y sus niñas no le hubieran sido arrebatadas!

_ Fue un desafortunado malentendido.

_ Mal entendido o no, - me miró serio. _ si tú la hubieses conocido bien como pretendes que lo haces, te hubieses dado cuenta de que ella jamás, hubiera siquiera pensado en robarse a tus hijos, hubieras esperado lo mejor de ella, no lo peor.

_ Sé lo que hice, y no me cansaré de pedirle perdón, no niego mi culpabilidad, pero lo que ahora quiero, es saber que pretendes tú con ella, no quiero que salga lastimada de nuevo.

_ No lo saldrá, no te preocupes, no conmigo, ella y yo somos hermanos y le pese a quién le pese, voy a estar a su lado y la voy a proteger de quién sea, por desgracia no lo pude hacer de Bryan porque no actúe cuando debía, y cuando quise ya era demasiado tarde, pero no cometeré el mismo error dos veces, así que ahora soy yo el que te pregunta ¿qué es lo que tú quieres de ella?

Los papeles se habían invertido, pero ahora ya no me importaba ser el confrontado, porque ya había escuchado que ellos eran como hermanos, nada más, sin embargo, al parecer no la tenía fácil con ese guarura que ella tenía y me agradaba, porque mientras más la cuidara mejor ella estaría.

_ No debería darte explicaciones
- me pongo en plan digno. _ pero si ella me acepta, quiero hacerla mi esposa, quiero darle todo esté amor que tengo para ella, quiero que formemos un hogar, con sus hijas, con mis hijos, quiero darle todo lo que nunca ha tenido y no solo me refiero al dinero, a la posición, me refiero al amor, al respeto, a la confianza, a la libertad, a qué si ella quiere trabajar que lo haga, pero sabiendo que no lo necesita, que si quiere puede estar en su casa, con sus hijos, que si no quiere hacer nada en la casa, habrá quien lo haga por ella, que si no quiere a nadie, entonces no habrá nadie. Quiero que sepa que ella es la reina de esta casa y que pase lo que pase, nada ni nadie cambiará eso.

_ Hablas muy bonito. - dijo divertido. _ estoy seguro de que, si estuviera aquí, ya la tendrías en tus brazos, pero no está ella y estoy yo, y espero que de verdad cumplas todo eso que estás diciendo, porque si la haces sufrir te juro que lo voy a sentir mucho por tus niños, pero se quedan huérfanos.

Ambos sabíamos que no llegaría a tanto, pero su amenaza era sincera, me iría muy mal si yo la lastimaba, la cuestión aquí era, que no la lastimaría, porque yo haría lo mismo con cualquiera que le hiciera daño. Ella no merecía sufrir más. Y no éramos pocos los que velaríamos porque así fuera.

Julián
Sabía que esto pasaría, desde que llegué, noté el antagonismo de Carlos hacia mí, y supe porqué, era imposible que pudiera ocultar sus sentimientos por Jazmín, nadie hacia todo lo que ese hombre había hecho por una mujer cualquiera, ni siquiera porque fuera su empleada, tampoco porque se sintiera culpable de su situación, eso se hacía por amor, puro y simple amor.

Yo estaba de acuerdo, aunque no se la pondría fácil, sabía que era buena persona y también sabía que Jazmín, al igual que él, estaba perdida por su jefe, la conocía y tampoco podía ocultar sus sentimientos, la cuestión con ella, era que tenía miedo de volverse a equivocar, pero en esta ocasión yo sentía que no había de que preocuparse, serían felices y sus hijos también.

OTRA OPORTUNIDAD/No. 3 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora