CAPÍTULO 11 MENTE CONFUSA

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Jazmín
_ Eres una cualquiera! - veo la mano de Bryan dirigirse hacia mi rostro, luego siento el dolor y el ardor en mi mejilla después de la bofetada. _ ¿no entiendes que solo eres mía? - lo escucho gritar, no lo miro, mi mirada está baja. Aun así, me atrevo a hablar.

_ Es un cliente, y está con su familia, tengo que sonreír. - digo con voz débil.

_ Solo a mí me tienes que sonreír. - toma mi rostro con brusquedad. _ grábatelo en la cabeza. - da unos golpes en mi cien. Me duele, pero no digo nada. Esta ya es una escena demasiado cotidiana, antes se escondía de los demás, ahora lo hace delante del personal y lo ha empezado a hacer aún delante de los clientes. Del único del cual se cuida es de Eduardo el dueño y socio mayoritario del restaurante, y a pesar de ello no pierde oportunidad, para dejarle claro que él es mi dueño y que antes que su empleada, soy esposa de él y él tiene la última palabra.

Cómo desearía no haber llegado a ese lugar, no haberlo conocido y sobre todo no haberme enamorado de él.

Lamento no haber escuchado a Julián, él intentó ubicarme en otro empleo en cuanto se dio cuenta de que Bryan se interesaba en mí, y yo no lo entendí, yo solo veía que me quitaba de un trabajo soñado, donde me pagaban lo que nunca imaginé y lo que nunca tuve y me llevaba a otro trabajo donde trabajaría más y ganaría menos, era una empresa de limpieza.

_ Solo será temporal. - me decía. _ es lo único que puedo ofrecerte en este momento, pero te prometo que buscaré algo mejor, incluso mejor que esto que tienes ahora.

_ Sabes que no lo harás. - protestaba yo. _ no entiendo porque te molesta verme triunfar, ¿tienes miedo de que algún día te quite tu puesto? - decía yo injustamente y con eso lo vencía, no entendía cuánto me amaba y lo que estaría dispuesto a hacer por mí. No lograba ver qué solo intentaba protegerme de la única forma que podía, porque en realidad no podía. Yo no sabía lo que Bryan era en realidad, ni que yo era su principal arma para tenerlo a él sometido.

Cuánto lo siento, debí entender, debí ver, debí de ser más perceptiva pero no lo fui y caí como una tonta y lo arrastré a él, una persona buena, que lo único que hizo fue cuidar de mí.

Vuelvo al presente. La mejilla aún me arde, la cabeza me duele tanto que siento que me va a estallar, pero él dolor es demasiado intenso para lo que me hizo, y no lo comprendo, además me duele todo el cuerpo y no recuerdo que me haya dado una de las golpizas que también acostumbra. No entiendo como el amor pasó al odio. Fue un cambio tan sutil, de ser el hombre maravilloso, atento protector, amoroso, paso a ser un monstruo controlador y furioso. Sé que al principio me amó, lo demostró, y fue por eso que caí en sus redes, pero luego cambio, haciendo mi vida miserable.

Cuando nació mi pequeña Lucía, reconozco que era otro, cuando supo que estaba embarazada, se volvió loco de alegría y su actitud hacia mí, dio un giro de ciento ochenta grados, casi todo el embarazo lo pasé en casa, el me cuidaba, me mimaba y me amaba de nuevo, no tuve tiempo de nada, porque al año nació Jenifer, mi segunda princesa y sucedió lo mismo. Ahora entiendo que él quería mantenerme siempre embarazada, porque era su forma de mantenerme controlada, a su lado, porque podía tenerme encerrada en casa con pretexto de que debía cuidar de mis hijas  y como no le fue posible, descargó su furia en mí, gracias a Dios mis niñas estaban fuera de sus arranques de ira. Por algún tiempo fue así, pero cuando empezó a maltratarlas y a agredirlas verbalmente, supe que lo siguiente serían los golpes y no podía quedarme a averiguarlo. Ellas eran mi todo y daría mi vida por ellas, así que acudí a la única persona que siempre estaría para mí, sin saber que era la persona menos indicada para ayudarme, porque su vida correría peligro, aun así, Julián hizo lo que pudo, me consiguió papeles falsos y me conecto con quienes pudieran sacarme a escondidas del país, pero tuvo que confesarme que mi esposo lo tenía amenazado y atado de manos por causa mía, por lo tanto saliendo del dominio de Bryan, tampoco él podía ayudarme, ni comunicarse conmigo, ni yo con él, porque ambos corríamos peligro y nuevamente, y exponiéndose, me dio un número al que pudiera llamarlo si se trataba de una emergencia.

_ Recuerda. - me dijo la última vez que nos vimos. _ puedes ir confiadamente a la casa de Matilde y Juan, ellos te recibirán en lo que decides hacia dónde ir. Lo bueno es que Bryan cree que somos de aquí y jamás pensará en buscarte en nuestro país. Es la única ventaja que tenemos. Ahora cuídate y cuida a las pequeñas. - me abrazó con fuerza y me dio un beso en la mejilla, luego se despidió de las niñas, prometiéndoles que las volvería a ver. Ellas también lo amaban.

Que diferente hubiese sido si yo me hubiera enamorado de él y no de Bryan, pero en el corazón no se manda y él para mí es como un hermano, un hermano muy querido.

Un fuerte dolor me hace volver a la realidad, pero no sé a cuál realidad, no sé dónde estoy, ni porque me siento tan mal, seguramente a Brayan, una vez más se le pasó la mano y me mandó al hospital, aunque siempre ha sido tan cuidadoso de no dejarme marcas visibles, cuida mucho su imagen, porque se está abriendo paso en el mundo de los negocios y quiere formar una imagen respetable de él, y lo está consiguiendo desde que hizo sociedad con Eduardo. Ahora la vida le sonríe, mientras la mía se extingue, no recuerdo que sucedió, ni por qué me encuentro en este estado, el dolor es insoportable, quisiera moverme, cambiar de posición, quizás el dolor disminuiría, pero me es imposible, quizás pueda llamar a alguien para que me ayude, pero no puedo, mi voz no sale, además todo está tan silencioso, solo se escucha el sonido de algunos aparatos y no sé si los están utilizando en mi, o hay alguien más en la misma habitación. El dolor es tan agudo que siento que las lágrimas escapan por mis ojos y descienden por mis mejillas y no puedo hacer nada por detenerlas, menos por secarlas.

Escucho pisadas, alguien entra y me toma de la mano, es una mano grande y fuerte, lo siento y un escalofrío recorre mi cuerpo, aun así, me es imposible reaccionar, mi cuerpo no responde, aunque la mente esté lucida, aunque esa no sería la palabra, porque no me ubico en el tiempo y me siento desorientada.

_ Perdóname. - escucho una voz masculina. Y mi mente empieza a trabajar. Es él, empiezo a recordar cosas y desearía no hacerlo, lo odio, me ha hecho tanto daño, quiero gritar que se aleje de mí, pero, aunque mi cerebro da la orden, mi cuerpo no obedece. Él toma mi mano y la besa, y yo quiero apartarla, pero tampoco puedo, lágrimas de frustración fluyen a través de mis ojos, surcando mi rostro, es lo único que puedo hacer. Quisiera estar muerta, pero no puedo, porque mis niñas me necesitan.

OTRA OPORTUNIDAD/No. 3 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora