CAPÍTULO 25 COMO EN LOS VIEJOS TIEMPOS

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Carlos
Hoy es el gran día, por fin se reunirán Jazmín y sus niñas, ella está tan nerviosa, pero a la vez se le ve radiante, sé que no está del todo bien, su recuperación es y ha sido lenta, sin embargo, supera por mucho a los pronósticos de los médicos, según ellos a estas alturas, ella debería de estar aún postrada en un cama, incapaz de valerse todavía por sí misma, pero su amor de madre la ha motivado y ha logrado maravillas, ahora mismo está en una silla de ruedas, porque aún la necesita, no puede estar de pie por periodos prolongados.

Todos escuchamos el motor de varios autos acercarse, son ellos, su nerviosismo aumenta.

Permanecemos en el interior de la casa, a nuestro lado se encuentran Estefanía y Mónica, hay que aclarar que mis hijos no las conocen, ni conocen las remodelaciones que le hice a la casa, todo será nuevo para ellos, pero conociéndolos, estarán encantados, espero que las niñas también lo estén, tanto, que no reparen en la condición de su madre, o al menos que no se den cuenta de la gravedad de su situación.

Cuando se abre la puerta, los primeros que entran son mis hijos y sorprendentemente gritan y corren hacia los brazos de Jazmín, debería de sentirme celoso, pero no lo estoy, por el contrario, me da gusto porque, por fin me perdonarán totalmente y me encanta que la acepten a ella, porque será menos difícil decirles que todos formaremos una familia, si ella me acepta, claro. Detrás de ellos aparecen dos pequeñas, son hermosas, la viva imagen de su madre, ellas entran mirando con recelo, pero cuando la descubren, corren hacia ella, por momentos lloran y por momentos ríen, mis hijos se han apartado y ahora son ellas quienes están en sus brazos.

_ ¿Qué te pasó mami? - interroga Lucía la más grandecita una vez que se hubieron separado.

_ Tuve un accidente. - dijo ella. _ pero ya estoy bien y con ustedes aquí me pondré mejor. - se abrazaron de nuevo.

_ No me quiero ir. - dijo Jenifer la más pequeña, aferrándose a su madre, no quiero separarme de ti

_ Ya no nos separaremos. - aseguro Jazmín. _ de ahora en adelante siempre estaremos juntas.

_ ¿Me lo juras mami? - la miró Lucía. Su mirada aún era de incredulidad.

_ Si. - dijo ella. Se los juro, ahora estaremos juntas, siempre.

_ ¿Y el tío Julián? - interrogó

_ Queremos que también esté con nosotros, siempre. - dijo Jenifer.

En ese momento ella reparó en él, se había quedado rezagado al lado de Mateo y Eliza, que veían la escena conmovidos.

_ ¡Julián! - lo llamó y eso bastó para que él se acercara y la abrazara como si no hubiera un mañana. Los celos me asaltaron de inmediato, ambos se fundieron en un abrazo tal, que yo quería ir y apartarlos, pero me contuve y me resigné a ver la escena. Ella lloraba y él la consolaba, de verdad que estuve a punto de apartarlo de un golpe, y de gritarle que ella era mía, pero no lo hice, porque ahí estaban sus hijas y mis hijos y los demás, hubiese sido un espectáculo vergonzoso y solo hubiera quedado en ridículo, y no valdría la pena, porque el que quedaría mal ante sus ojos iba a ser yo, así que me contuve y dejé que se desahogaran, después de todo solo eran amigos, ¿o no?

Después de unos minutos, vinieron las presentaciones y todo volvió a la normalidad, los gemelos se dedicaron a conocer su casa remodelada y a mostrársela a sus amiguitas, Estefanía fue la encargada de acompañarlos en su odisea, mientras yo me quedaba al lado de Jazmín, con Mateo, Elisa y Julián, mientras que Mónica nos traía algo de beber.

Jazmín
Es de noche, ya todos descansan y yo debería de hacerlo también, pero no lo hago, ha sido un día muy especial y muy cansado para mí, el estar con toda esta gente que ha hecho tanto por mí, con Mateo y Elisa, a quienes les agradezco por haber logrado el rescate de mis niñas y el haber cuidado de ellas antes de traerlas a mi lado, a Carlos que también le agradecí por todo lo que ha hecho por mí y el permitir que mis niñas estén aquí conmigo, y a Julián, que no tuve oportunidad de estar a solas con él como hubiese deseado. Es por eso, que justo ahora estoy ante su departamento, llamando.

Estoy a punto de marcharme, cuando escucho que la puerta se abre. Cuando lo veo sé porqué se tardó, el que traiga la camisa en la mano, abrochando su cinturón y descalzo, me indica que ya estaba en la cama.

_ Disculpa, no pensé que ya estuvieras dormido. - hago el intento de retirarme.

_ No, no te vayas. - se posiciona detrás de mi silla de ruedas y me regresa, me lleva adentro y cierra la puerta tras de nosotros.

Lo miro, ya no se molesta en ponerse con rapidez la camisa, total, lo he visto en peores circunstancias, hemos estado toda la vida juntos, hemos luchado juntos, hemos estado en buenos y malos momentos, él sabe todo de mí y yo sé todo de él, él conoce mi cuerpo y yo el de él, y no, no sean mal pensados, no es de la forma en la que ustedes se lo imaginan, ante todo siempre ha habido respeto entre ambos, pero en el transcurso de nuestras vidas él se ha hecho cargo de mí y yo de él, por enfermedad o por alguna situación difícil, como cuando en una ocasión, antes de tener a mis niñas, Bryan estaba vuelto loco, estaba alcoholizado y drogado, me golpeó, me arrancó la ropa y me echó a la calle, por fortuna desde que lo vi bajar del auto, supe que no me iba a ir bien y le marqué a él, cuando llegó, Bryan me acababa de echar a la calle, así que no estuve mucho tiempo ahí, él no sabía lo sucedido, así que no llevaba nada para cubrirme, se quitó su camisa y me la coloco a mí, esa fue solo una de tantas. En otra ocasión, yo tuve que recogerlo de la calle, en donde lo dejaron por muerto después de asaltarlo, estaba mal herido, pero no quiso ir al hospital, así que como pude y con su ayuda lo metí al departamento, le quité la ropa sucia y ensangrentada y lo metí a bañar, luego como pude lo ayudé a ponerse ropa limpia, despues lo curé y lo atendí, hasta que se recuperó, eso fue antes de estar con Bryan, cuando yo vivía con él en su departamento. Así que ahora, verlo con el torso desnudo no era nada para mí, ni para él.

_ Solo quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí. - digo con un nudo en la garganta. _ porque te has arriesgado y no te ha importado. _ por favor perdóname.

_ No me pidas perdón. - me abrazó de inmediato. _ somos familia y sabes que haría lo que fuera por ti. Aún si en ello me va la vida.

_ Ese es el punto, fui una tonta y una inconsciente, aun cuando me lo advertiste. - estoy llorando. _ nunca debí de involucrarme con Bryan, debí creerte a ti, lamento que tú hayas salido lastimado.

_ Linda. - me separó para mirarme a la cara. _ a todos nos puede pasar, el amor ciega a las personas, no te culpes, tú no sabías, en todo caso fui yo el que te falló por no haber hecho lo suficiente para que no cayeras en sus mentiras.

_ Pero...

_ Pero nada. - me calló. _ ya todo queda en el pasado. Tú estás bien, tus niñas están a tu lado y yo también estoy bien.

_ Pero tú vida, tu trabajo.

_ Trabajo puedo encontrar donde sea. No te preocupes por mí. - acarició con ternura mi rostro. Por lo pronto estoy aquí, luego veré qué hago.

_ Nunca podré pagarte lo que hiciste por mis niñas, gracias por cuidar de ellas, fue terrible para mí pensar que estaban en manos de gente mala.

_ Perdóname por no informarte, pero de verdad no podía hacerlo.

_Lo sé. - dije abrazándolo de nuevo, ambos estábamos sentados sobre la cama. _ Carlos me lo contó todo.

_ Ya deberías de dormir. - me sonrió. _ ¿porque no te quedas aquí, conmigo? - se iluminó su rostro por la idea que le llegó. _ cómo en los viejos tiempos, así hablamos todo lo que aún nos falta por decirnos.

Yo sonreí, no contesté, pero él me acomodó en la cama y así como estaba, se acostó del otro lado. Esa noche no dormiríamos. Como en los viejos tiempos.

OTRA OPORTUNIDAD/No. 3 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora