By Chloe
Si el calentamiento nos pareció duro, seguir los pasos en la realidad virtual fue el infierno en la tierra. No pensé que podrían dolerme tanto las extremidades del cuerpo. Tengo músculos que no sabía ni que tenía chillándome que pare, pero no puedo. Se lo debo a Camila, a Daiani, a nuestros amigos y a Rober. Nosotras les dimos un giro cruel a sus vidas; no lo pidieron, no querían esto, y les cambiamos todo aunque no quisieran, acabando con sus sueños y deseos.
—Ella no merecía esto —gruño, golpeando con la gladius que me fue entregada el cuerpo de uno de los demonios virtuales que el programa va creando.
Nuestra dinámica es realmente caótica; no nos compaginamos para nada. Antes, el ritmo lo marcaban Daiani y Camila, pero ahora nos falta una mitad de la joya perfecta, y la mitad restante quedó demasiado dañada como para coordinar órdenes al grupo. Arioch intenta indicarnos algo, pero, sinceramente, no le estamos escuchando mucho. De pronto, uno de los asquerosos seres se abalanza sobre Didi, azotándola contra el suelo. Habría sido eliminada si no fuera porque Lilith le cortó el cuello en el acto.
—Seguidme a mí —su voz suena ronca y dominante, tanto que hasta nuestra compañera humana se pone tras ella para seguir sus indicaciones.
Vamos atacando como un equipo militar, parecemos un escuadrón de batalla. Hemos liquidado al último demonio. Ha costado, pero parece que por fin hemos terminado. Sin embargo, seguimos en el mismo lugar; no ha cambiado nada. Es como si nos quedase algo por hacer... pero no hay nada salvo pequeños demonios fácilmente eliminables. ¿Qué es lo que se nos escapa?
—¿Esto es normal? Es decir, seguimos en el mismo sendero —dice Matheo con nerviosismo.
—Tranquilo, puede que tarde un poco en finalizar. Ya sabes que esto va con WiFi y satélites. Puede que no haya buena señal y por eso tarde... —digo para intentar calmar los ánimos.
Pasan unos minutos y nada sucede. El resto del grupo ha optado por sentarse en la hierba mojada mientras esperamos. Ahora parecemos un cuadro de impresionismo; falta la cesta de picnic y los niños corriendo en la playa pintada con puntillismo, más el perro de lana descansando bajo la sombra de un álamo.
—Esto no puede ser normal; algo tiene que andar mal. De lo contrario, habríamos vuelto —se queja Arioch.
El grupo comienza otra vez a discutir sobre por qué no hemos vuelto al garaje de Rober. Empiezo a deducir que cualquier tema será motivo de discusión con este grupo. Resoplo. Estoy empezando a perder la fe y la paciencia cuando unos pasos hacen que la tierra retumbe.
—¿Qué es eso? —pregunta Matheo aterrado. Todos miramos alrededor buscando la procedencia de dicho temblor.
—Parece que todavía no hemos terminado —contesta Lilith con la mirada fija hacia donde viene el sonido. Nos ponemos en posición de ataque hasta que ella aparece.
—Esto no parece un demonio de poca categoría —Daiani inspecciona al ejemplar que tiene a escasos metros de ella.
—No, no lo es. Es un demonio de nivel 3, se trata de una terrene. Se dice que las hembras de esta especie están protegidas por la Medusa, por lo que, igual que ella, pueden convertir a sus presas en piedra. Pero tienen algo de diferente: mientras que la Medusa con solo una mirada te petrificaba, las terrene necesitan tener contacto con su víctima para poder petrificarla. Así que procurad que no os toque —explica Arioch.
—¿No se suponía que íbamos a empezar en el nivel 9? —cuestiona Matt visiblemente alterado.
—No creo que Rober nos haya metido por diversión un demonio de nivel 3 sin una base de conocimiento. Algo anda mal con la virtualización —objeta Daiani.
—¿Y qué se supone que debemos hacer ahora? No podemos desconectarnos sin más —ahora yo también estoy alarmada.
—Luchar. No queda otra opción. El juego acaba cuando liquidamos a todos los demonios o, por el contrario, cuando ellos nos matan a todos nosotros —Lilith alza la flecha con el arco, lista para disparar.
Esto va a pasar, realmente va a pasar. Todos estamos con nuestras armas en mano, total y plenamente muertos de miedo. Tal vez lo estemos más los ángeles que los demonios y... bueno, Didi hace rato que parece no tener emoción alguna más que la de la ira. Trago saliva al ver los ojos de ese monstruo brillar con inquina y maldad. Esto no va a ser fácil de llevar; quiere poner nuestras cabezas en una bandeja de plata.
—¡Chloe, atenta! —El grito de Arioch me vuelve en sí, justo a tiempo para esquivar las huesudas manos de uno de los bichos de bajo rango que ha osado acecharme aprovechando mi distracción con la terrene.
Se me había olvidado que el resto de bichos no desaparece solo porque se origine otro claramente más peligroso. Ahora la coordinación realmente es clave, y todos nos movemos bajo las órdenes de Lilith. Al fin y al cabo, eso nos está ayudando a salvar nuestro pellejo. De pronto, un grito pasa. Es Matheo; el bicho ese le ha tocado, ha sido eliminado. Así de fácil, y ahora solo quedamos cuatro. Veo cómo el avatar de mi compañero se desmaterializa en pequeños bits y de pronto, ya no está.
—Mierda —la batalla se hace dura y complicada. Puedo sentir cómo me cae el sudor por la cara. Es increíble lo realista que es esto cuando mi cuerpo real se encuentra tumbado en una cama.
Luego de un largo esfuerzo físico y la pérdida de uno de nuestros compañeros, tiramos abajo a la terrene con un ataque final asestado por un habilidoso Arioch.
—NIVEL 9 TERMINADO —una voz robótica resuena por encima de todo el lugar y el fondo se desmaterializa, creando un cuarto blanco, cúbico y vacío salvo por nuestras personas—. ¿Continuar al siguiente nivel? —¿Cuántos tiene esta cosa?
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Un infierno tras de mí
Teen FictionSegunda parte de El Despertar de los Mundos. Historia coescrita con Blondewriter. Desde la muerte de Camila, todo ha cambiado para nuestros personajes, ahora se sienten perdidos y rotos. ❌🚫 No se permite la impresión de esta obra, ni la venta ilega...