40. Astaroth

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By Chloe

Con el corazón latiendo en mis oídos y las manos temblorosas, me acerqué a la puerta que había elegido, una que parecía susurrarme, atrayéndome con una extraña mezcla de miedo y fascinación. La madera oscura estaba tallada con símbolos antiguos, intrincados y llenos de un poder que no entendía, pero que de alguna manera me atraía. Alargué la mano, sintiendo el frío que emanaba de la puerta, y la empujé lentamente, viendo cómo se abría ante mí con un crujido bajo y ominoso.

Al cruzar el umbral, sentí un cambio inmediato en el aire, como si me hubiera sumergido en otra realidad. La puerta se cerró detrás de mí con un golpe sordo, sellándome dentro del lugar que había elegido. Miré a mi alrededor y lo que vi hizo que mi respiración se acelerara.

Me encontraba en un paisaje desolado, una tierra gris y árida que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. El cielo era de un tono extraño, una mezcla de rojo apagado y negro, como si estuviera perpetuamente en el crepúsculo, sin ninguna luz solar real para iluminar el camino. El suelo bajo mis pies era duro y áspero, lleno de grietas que parecían abrirse a abismos sin fondo.

Mientras caminaba, el aire a mi alrededor parecía espesarse, cargado de una energía densa y opresiva. Comencé a darme cuenta de dónde estaba realmente. No era solo un lugar cualquiera, sino que había descendido al segundo círculo del infierno. Cada uno de nosotros había sido empujado a un círculo diferente, y el mío era el reino de Astaroth, el demonio que tentaba a los hombres a dar falsos testimonios y se aprovechaba de los afligidos.

El suelo bajo mis pies crujía con cada paso, y a medida que avanzaba, el paisaje parecía distorsionarse, cambiando constantemente, pero siempre manteniendo esa sensación de desesperación y tristeza infinita. Vi sombras moviéndose en la distancia, figuras que parecían humanas, pero que se retorcían en una angustia eterna, sus rostros cubiertos de desesperación.

A medida que me adentraba más en este círculo, comencé a oír susurros a mi alrededor, palabras apenas audibles que se colaban en mi mente. Eran acusaciones, confesiones forzadas, palabras llenas de dolor y arrepentimiento. Eran las voces de aquellos que habían caído bajo el influjo de Astaroth, aquellos que habían sido llevados a dar falsos testimonios, a traicionar a los inocentes y que ahora pagaban por ello en este lugar oscuro.

Un estremecimiento recorrió mi espalda cuando me di cuenta de que esas voces no solo provenían de las sombras que veía a lo lejos. Estaban dentro de mi mente, tratando de invadir mis pensamientos, de llenar mi mente con mentiras y falsedades, buscando hacerme caer en la misma tentación. Apreté los puños, tratando de mantener mi control, de no dejarme arrastrar por esas palabras engañosas.

Sabía que Astaroth me estaba observando, esperando el momento adecuado para atacar, para tentarme como lo había hecho con tantos otros antes. Pero no podía permitir que eso sucediera. No podía permitir que la oscuridad de este lugar me consumiera. Tenía que encontrar la manera de seguir adelante, de resistir las tentaciones y de encontrar una salida de este círculo maldito.

Mientras avanzaba con cautela, manteniéndome alerta, supe que esta era solo la primera de muchas pruebas que me esperaban en el camino. Pero aunque el miedo seguía aferrado a mi corazón, también sentía una determinación renovada. No dejaría que este lugar me venciera. No dejaría que Astaroth ganara.

Con cada paso que daba, me adentraba más en el dominio de Astaroth, pero también me aferraba con más fuerza a la esperanza de que, de alguna manera, encontraría la salida. Aunque el camino estaba envuelto en oscuridad y los susurros seguían acechando en los bordes de mi conciencia, seguí avanzando, con la promesa de que encontraría a Rober, a los demás, y juntos, lograríamos salir de este infierno.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora