27. Sectas y serpientes

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By Arioch

El amanecer en Gales es frío y gris, como un preludio de lo que está por venir. Nos preparamos en silencio, cada uno de nosotros cargando con sus propios pensamientos. El aire está cargado de tensión, como si la misma naturaleza supiera que hoy no es un día común.

Mientras nos acercamos a la capilla, la estructura se yergue ante nosotros como un monumento al tiempo. La piedra envejecida está cubierta de musgo, y las ventanas, oscurecidas por la suciedad, parecen ojos vigilantes que nos observan con desconfianza. El edificio está rodeado por un pequeño muro de piedra, apenas visible bajo la maleza que ha crecido sin control. Sin embargo, sabemos que lo que más nos debe preocupar no es la arquitectura sino los guardianes ocultos en las sombras.

Rober camina al frente, su postura firme y decidida, aunque puedo ver la tensión en sus hombros. Desde el intercambio de anoche, parece más resuelto que nunca a proteger a Camilla, y no puedo culparlo. Esta misión se ha convertido en algo personal para todos nosotros.

Nos detenemos frente a la puerta principal de la capilla. Es una estructura maciza de madera oscura, con refuerzos de hierro corroído por los años. No hay manera de que esta puerta se haya abierto en décadas. Lilith se adelanta, saca una ganzúa y empieza a trabajar en la cerradura, pero es obvio que no será suficiente.

—Voy a necesitar más que esto para abrirla —murmura Lilith.

—Déjame a mí, —digo, moviéndome hacia la puerta.

Lilith se hace a un lado y me coloco frente a la puerta, concentrando la fuerza que me queda. Los poderes de Matheo no son naturales para mí, pero he logrado aprender a usarlos con cierta efectividad. Con un golpe seco, canalizo mi energía en la cerradura y la puerta se abre de golpe, los goznes chirriando con un sonido que se siente como un grito de advertencia.

Nos adentramos en la capilla, y de inmediato noto el cambio en la atmósfera. El aire es denso, cargado de una energía oscura que se aferra a nosotros como una segunda piel. Las paredes están adornadas con símbolos antiguos, la mayoría de ellos dedicados a deidades olvidadas y rituales prohibidos. Un olor a cera quemada y sangre seca flota en el ambiente.

Rober levanta una mano, deteniéndonos en seco. Él señala hacia las sombras a lo largo de las paredes. De inmediato, comprendo lo que ha visto: no estamos solos.

Desde las esquinas oscuras, figuras encapuchadas comienzan a moverse, emergiendo como espectros de la penumbra. La orden secreta que protege esta capilla ha estado esperando. Sus ropas están teñidas de rojo oscuro, casi negro, y cada uno lleva una daga curvada que brilla peligrosamente bajo la escasa luz que penetra las ventanas.

—La Orden de los Vigilantes, —susurra Daiani a mi lado, casi como una maldición.

Estos sectarios han protegido la capilla durante siglos, su devoción a los secretos oscuros les ha convertido en fanáticos. No son hombres comunes; su entrenamiento, su fanatismo, los hace peligrosos, letales.

—¡Están aquí para proteger lo que no podemos permitir que sea protegido! —grita uno de ellos, su voz resonando con un fervor aterrador—. ¡Nosotros somos la última línea de defensa contra los infieles!

La batalla estalla antes de que podamos reaccionar. Los sectarios se lanzan sobre nosotros con una rapidez inhumana, sus cuchillos buscando nuestras gargantas. Pero nosotros no somos tan indefensos como parecen creer.

Lilith se mueve con la agilidad de un gato, sus dagas bailando entre sus manos mientras se enfrenta a dos de ellos a la vez. Chloe lanza un hechizo que envuelve a uno de los atacantes en llamas, haciéndole gritar mientras se retuerce en el suelo. Matheo, o mejor dicho, yo en el cuerpo de Matheo, intento usar las habilidades angelicales para defenderme, lanzando ráfagas de luz que desorientan a los sectarios.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora