19. El robo del siglo

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By Matheo

Bajar a la Tierra, ayudar a dos humanas a que no se carguen el mundo, demonios, sexo con uno de ellos, Lucifer en el cuerpo de Cami, traicionado por mi amante y su compañera, muerte de Camila, catástrofe en el inframundo por la muerte de esta, posible resurrección cual Cristo nuestro Señor, vuelta del grupo, simuladores en los que me han matado más de quince veces, y ahora un maldito dragón o lo que quiera que fuera eso nos ha atacado hace poco menos de una hora y, gracias a Sabrina Spellman, no hemos muerto. Me parece que el papel higiénico me va a durar poco, pero no como yo quería, ya que este viaje es para provocarte una diarrea aguda. Llegamos a París con un avión destrozado y unas pintas dignas de náufragos, y para más ironía, nos alojamos en un lujoso hotel de cinco estrellas, el Hotel Plaza Athénée. La recepcionista no daba crédito, hasta que Rober sacó tantos billetes como yo rollos de papel llevaba en la maleta.

—Bien, chicos, he reservado tres suites privadas para evitar cualquier tipo de problema. Lilith, dormirás en la misma habitación que Matheo y Chloe; así nos aseguramos de que no intentes conspirar en nuestra contra, debido a tus antecedentes. Arioch, tú te vienes a mi habitación, te quiero vigilado de cerca... —puedo ver cómo traga la bilis, pero no se atreve a rechistar—. Daiani, la última habitación es tuya —dice entregándole las llaves y acercándose a su oído para susurrarle—. Sé que todo esto es demasiado para ti, por lo que necesitas tu espacio, así que he decidido que lo mejor es que tengas una habitación para ti sola.

Ella lo abraza y le agradece con cariño.

—Antes de que subamos a nuestras habitaciones, recordad que esta noche hay una gala de puertas abiertas para pujar por joyas exclusivas de la nueva línea de la joyería. Más tarde os explicaré el plan con mayor detalle, pero ahora debéis descansar para esta noche —ordena Rober, y acto seguido subimos a nuestras habitaciones.

Abro la puerta de nuestra habitación y, ¡caramba! Esto es tan grande como una casa. Tres camas adornan la habitación, todas con grandes cojines y una botella de champán que pronto Lilith abre y se bebe de un trago. Chloe y yo la miramos con los brazos cruzados.

—¿Qué? ¿Creíais que nos íbamos a maquillar y contar cotilleos como en una fiesta de pijamas? —se queja—. Necesito medicina para soportaros tres horas seguidas en esta habitación.

—¡A la única que hay que soportar es a ti! —le reprocha Chloe, con la cara enrojecida por la ira—. Eres peor que una niña pequeña.

—Venga, Chloe, no seas tan estricta conmigo. A ti tampoco te hace gracia tener que compartir habitación conmigo después de todo lo que ha pasado y seguir fingiendo que las cosas no están tan jodidamente mal —no lo suaviza para nada—. Se ha demostrado muy bien que Arioch y yo estamos fuera de la gran familia feliz; somos los traidores. Está bien, lo acepto, pero no me vuelvas a prohibir cómo tengo que sobrellevar todo esto —amenaza.

Veo cómo Chloe se queda muda ante la diabla; esta chica tiene palabras agrias. Le quito la botella de la mano y le doy un largo sorbo; ella me mira con una ceja arqueada.

—No eres la única a la que se le van a hacer largas estas tres horas —le explico. Ella sonríe y le pasa otra botella a Chloe.

—¿Te unes, angelito? —Ella niega de inmediato, parece que se ha puesto nerviosa incluso. ¿Sentimientos guardados que han reflotado con esa discusión?

Poco después Lilith se queda dormida por la borrachera y Chloe ha decidido bajar a una biblioteca cercana para estudiar detalladamente la joyería y posibles entradas ocultas hasta la caja fuerte. Decido salir de la habitación, abrumado por los ronquidos de la pelirroja, ya que todavía queda una hora para la acción. Salgo apresuradamente y me doy de bruces con la espalda de Arioch.

—¡Au! —me quejo.

—Perdón, Matheo —eso es lo más suave que me ha tratado nunca desde la noche que compartimos bajo sábanas—, pero necesitaba salir de ahí. Rober lleva media hora en silencio sepulcral mientras medita, y te juro que he podido leer sus pensamientos de intento de asesinato hacia mi persona... —dice visiblemente nervioso—. Por cierto, ¿Dónde están los demás?

—Lilith se ha dormido después de beberse ella solita dos botellas de champán, Chloe ha bajado a la biblioteca de al lado para buscar información que nos sea útil para la misión de esta noche, y Didi creo que aún no ha salido de su cuarto.

—¿Estará bien? —dice, mirando en dirección a su habitación.

—¿Acaso te importa? —vacilo. Veo cómo su mirada se endurece.

—Oye, Matheo, ya sé que esto es difícil para ella, pero estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por traer a Camila de vuelta... —Puedo ver cómo aprieta los puños al pronunciar su nombre; realmente le duele.

—Yo solo digo que Didi está en su derecho de no querer saber nunca más de vosotros. Su amiga está muerta, y parte de la culpa la tenéis vosotros por haberos posicionado del lado de Lucifer.

—¿Acaso crees que fue fácil? —grita furioso—. ¡Pues te equivocas! ¡Joder! No tienes ni puta idea de lo que supuso para mí tener que traicionarla. Habría sido más fácil si no estuviera enamorado de ella...

—¿Entonces por qué permitiste que muriera? —Veo cómo Didi aparece detrás de nosotros; tiene los ojos fijos y los brazos cruzados, se puede ver la ira en ellos, retando ahora mismo a los verdes de Arioch.

—No podía dejarlo así sin más.

—Explícate, necesito una excusa mejor que esa —le recrimina.

Justo en ese momento, el reloj marca las doce dando sus campanadas y se encienden las luces de la Torre Eiffel.

—Es hora de prepararse, chicos —ordena Daiani y se aleja, dejando a un Arioch agarrotado.

Nos encontramos en el recibidor del hotel. Rober, Arioch y yo llevamos unos esmoquin negros para la gala. Chloe se ha puesto un vestido blanco con escote en pico y ha dejado sus rizos naturales sueltos; está radiante. Poco después llega Lilith, con un vestido negro de noche, con una abertura lateral y encaje en el escote. Un collar dorado adorna su cuello.

—Bonito collar —la elogia Chloe.

—Gracias, es robado —dice sin más.

Todos ponemos los ojos en blanco y ella eleva los brazos como si la cosa fuera lo más normal del mundo, y quizás con ella sí lo sea. Esperamos un rato hasta que... ¡madre del amor hermoso! Veo bajar a Daiani con paso lento. Se ve que está algo sonrojada al notar nuestras miradas fijas en ella. Lleva un hermoso vestido rojo que aprieta cada curva de su cuerpo de manera idónea, haciéndola lucir como una mismísima diosa caída del cielo. Sus pies rematan en unos afilados tacones negros que le aumentan unos cuatro centímetros de altura, y su cabello está trenzado. Nunca en mi vida la he visto lucir tan radiante.

—¡Estás espectacular! —chillo mientras la hago dar una vuelta sobre sí misma.

Ella ríe coqueta y puedo ver cómo a Lilith se le acelera el pulso. Ay, los amores prohibidos, Shakespeare estaría orgulloso. Una limusina viene a recogernos a la entrada del hotel. Rober mira su reloj calculando el tiempo de llegada.

—Bien, chicos, estad atentos, este es el plan. Chloe y Matheo estarán todo el tiempo en la puja. Se dice que esta noche asistirá el señor Dubois, un gran coleccionista de joyas únicas, por lo que debéis alargar todo lo que podáis la subasta, dado que no parará hasta hacerse con la colección especial de esta noche: "Las joyas de la corona" —asiento, esto es emocionante—. Lilith, habrá más de cien guardias vigilando el recinto, sobre todo el área este, que da a la cámara. No sé cómo lo harás, pero sé que te las arreglarás para llegar allí y desactivar todo el equipo de vigilancia. Una vez lo hayas hecho, te reunirás con Arioch y Daiani, y bajaréis a por la caja fuerte. Una vez allí, los demonios te serán útiles para abrirla, dado su don para robar... —Chloe los mira como madre decepcionada, pero ellos son inmunes a sus miradas de desaprobación—. Una vez dentro, buscarás un hechizo en el libro para vincular el anillo con este objeto —saca un cofre dorado de la maleta que lleva consigo—. Aquí dentro hay una réplica exacta del anillo original. Deberás vincular el anillo a esta caja y dejar la réplica en su sitio, así no habrá sospechas del robo. Mientras tanto, yo estaré hablando con el propietario de la joyería para no levantar sospechas —el auto se detiene frente a una enorme joyería, repleta de lujo.

—Parece que llegó la hora del robo del siglo —dice Arioch, crujiéndose los dedos.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora