24. El vaso de Nanteos

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By Matheo

Me acomodo en el asiento del avión, todavía sintiendo la incomodidad de estar atrapado en el cuerpo de Arioch. No hay nada peor que intentar adaptarse a una nueva identidad cuando todo lo que quiero es recuperar la mía. Cada movimiento, cada sensación, me recuerda que no soy yo mismo. Arioch está a mi lado, claramente igual de incómodo, con mi cuerpo manejado por una mente que no es la suya. Es una experiencia que nunca pensé que viviría.

Daiani se sienta frente a nosotros con el libro de hechizos abierto en su regazo, mordiéndose el labio inferior con preocupación. Sé que está haciendo todo lo posible por revertir esta situación, pero el tiempo sigue avanzando y nuestra misión no puede esperar.

Chloe, quien siempre es la primera en tomarse todo a la ligera, ha dejado de reírse de la situación. Sabe que lo que se viene es serio, y aunque no lo diga en voz alta, está preocupada por lo que pueda pasar si no solucionamos esto a tiempo.

Rober, como siempre, intenta mantener el control. Está enfocado en el objetivo: encontrar a su hija, Camilla. Aun así, puedo ver el cansancio en sus ojos, la desesperación. Nos observa desde el otro lado del pasillo y sé que está esperando que nos organicemos para el siguiente paso. Finalmente, rompe el silencio.

—Tenemos que enfocarnos en lo que sigue. No podemos permitirnos más distracciones. Nuestro destino es Gales del Norte —dice, con esa firmeza en su voz que no admite discusiones—. El siguiente objeto que necesitamos encontrar es el Vaso de Nanteos.

—¿El Vaso de Nanteos? —pregunto, intentando recordar lo que sé sobre ese artefacto. Pero mi mente está un poco nublada por todo lo que ha pasado en las últimas horas—. ¿Qué tiene de especial?

—El Vaso de Nanteos es un antiguo cáliz que se dice tiene propiedades curativas. Se cree que es uno de los últimos vestigios del Santo Grial —explica Rober, sin rodeos—. Si lo obtenemos, podría ser clave no solo para salvar a Camilla, sino también para asegurar que ningún otro grupo lo use con fines oscuros.

Arioch, que ahora es una versión demoníaca de mí mismo, se cruza de brazos y asiente. Es extraño ver mi propio rostro tan serio y contenido, como si todo estuviera bajo control. Aunque sé que por dentro, él está tan confundido como yo.

—¿Dónde exactamente en Gales lo encontramos? —pregunta Arioch, manteniendo la calma a pesar de todo.

Rober saca un mapa de su maletín y lo despliega sobre la mesa entre nosotros. Señala una zona montañosa en el norte de Gales.

—Aquí. El cáliz ha estado oculto en una pequeña capilla que se encuentra en las colinas. Según nuestras fuentes, la capilla está protegida por una orden secreta. Pero desde hace algunos años, se cree que ha desaparecido... o que alguien lo ha tomado para esconderlo mejor.

—¿Y cómo planeas que entremos allí? —pregunto, inclinándome hacia adelante para observar mejor el mapa—. Porque si está tan bien protegido, no será fácil.

—Ahí es donde entran ustedes —dice Rober, mirando a Arioch y luego a mí—. Necesito que ambos actúen como si fueran ustedes mismos. Matheo, tú tienes que usar los poderes de Arioch y Arioch, tú debes manejar los de Matheo. Vamos a necesitar todos nuestros recursos si queremos sacar esto adelante.

Siento un nudo en el estómago. No es solo la incomodidad de estar en el cuerpo de otro, sino el miedo a no poder controlar lo que no es mío. No soy un demonio; no sé cómo manipular esas habilidades, y el solo hecho de pensar en tener que hacerlo me pone nervioso.

—Será complicado —admito—. Pero no tenemos otra opción, ¿verdad?

—No la tenemos —responde Rober, con un tono grave—. Así que será mejor que se acostumbren a esta situación lo más rápido posible. Chloe y yo nos encargaremos de las barreras físicas; ustedes dos, de las espirituales y mágicas. Daiani, tú sigues buscando cómo revertir este hechizo, pero si no lo logras a tiempo, necesitamos que estés lista para apoyar en la misión.

Daiani asiente, con el ceño fruncido y una mirada decidida. Aunque está claramente nerviosa, hay un destello de determinación en sus ojos. Ella sabe que no puede fallarnos ahora.

—Lo haré —dice con seguridad—. Encontraré una solución. Pero hasta entonces, haré todo lo posible para ayudar en lo que necesitéis.

El avión comienza a descender, y las luces de Gales del Norte empiezan a brillar en la distancia. Nos espera un territorio desconocido, lleno de peligros y desafíos. Pero tenemos una misión que cumplir y vidas en juego.

—Prepárense —ordena Rober, con esa voz de mando que a veces resulta tan irritante—. Estamos a punto de aterrizar. Y recuerden, esto no es solo un objeto más; es una pieza clave para salvar a Camilla y evitar un desastre mayor. No podemos fallar.

Mientras el avión desciende, cierro los ojos e intento concentrarme, sintiendo el poder demoníaco dentro de mí que me es completamente ajeno. Es una sensación oscura, peligrosa, pero debo aprender a controlarla si queremos tener alguna posibilidad de éxito. No puedo dejar que el miedo me paralice, no ahora.

El destino de Camilla, y quizás del mundo, depende de que este grupo tan disfuncional, formado por ángeles, demonios y humanos, cumpla su misión. No hay margen de error.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora