12. Beelzebub

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By Arioch

Llevo noches sin dormir gracias al descubrimiento de que Daiani tiene poderes como los de Sabrina. He sido lanzado por los aires, aparecido en un bosque desnudo, electrocutado y sometido a demás torturas por la ansia de conocimiento de ella. He llegado a pensar que disfruta con mi sufrimiento.

—Daiani, por favor, mañana combatiremos en el nivel nueve. ¿Podrías tomarte un descanso esta noche y dejarme descansar también a mí? —Nunca creí que rogaría a una humana por mi estabilidad mental y física. Ella ríe maliciosamente.

—Está bien, lo dejaré por hoy, pero solo porque mañana tenemos que vencer para poder ir a por Camila. —Suspiro aliviado; por lo menos podré descansar esta noche. Me tumbo en lo que fue mi cama durante un año. Llevo más de una hora dando vueltas en la cama. No sé en qué momento me habré dormido, pero ojalá no lo hubiera hecho.

Veo a mi chica; está tirada en el suelo, con el pecho manchado de un rojo intenso. Es sangre. Corro hacia ella, pero algo me impide llegar, como si un cristal invisible me bloqueara el paso. Trato de romperlo con los puños, pero no da resultado. Ella me mira, tiene lágrimas en los ojos, pero sonríe.

—Todo va a estar bien, te quiero, Arioch. —Justo en ese momento, el cristal se rompe. Corro para alcanzarla, pero no llego; ella se desvanece como la pólvora.

Grito su nombre y de repente me encuentro en la habitación, sudado y sin aliento. Lilith entra al cuarto y me mira con expresión preocupada.

—Nunca pensé que viniendo de donde venimos una pesadilla pudiera hacerte gritar... —me dice. Estoy temblando y ella se acerca más a mí para apoyar mi cabeza contra su hombro, acariciando mi pelo—. ¿Tiene que ver con Camila? —Asiento visiblemente nervioso.

—Todas las noches veo cómo ella se desvanece ante mis ojos... —ella me mira con tristeza—. Cuando me dijiste que ella podría volver, no lo pensé. Haría cualquier cosa por remediar este error, por traerla de vuelta...

—¿Quién nos iba a decir a nosotros hace un año que acabaríamos enamorándonos de las chicas a las que teníamos que traicionar?

—¿Has hablado con Didi? —pregunto.

—Niega con la cabeza—. No quiere saber nada de mí y yo tengo que respetarlo. —Ambos nos quedamos en silencio, cada uno sumido en sus propios sentimientos. No sé en qué momento se ha hecho de día; he perdido la cuenta de cuántos días han pasado sin que me dé cuenta cuando sale el sol.

Nada más salir de la cama, nos dirigimos al lugar de entrenamiento. Rober ya tiene lista la programación.

—Bien, chicos, ha llegado la hora. Cuando hayáis pasado este nivel, estaréis listos y por fin podremos ir a por mi hija. —Se le ve esperanzado.

Miro de reojo a Daiani; está seria y concentrada. Tiene muy claro cuál es su propósito y no se permitirá cometer ni un solo error, y yo tampoco. Nos tumbamos en las camillas. Rober ata nuestras extremidades para nuestra seguridad, nos colocamos las gafas y una voz virtual resuena en mi cabeza.

—Bienvenidos al nivel 9. Recopilando datos. Tiempo del juego: dos horas y treinta minutos. Suerte en la misión.

Abro los ojos y veo mi casa. ¿Estoy en el infierno? Veo a los demás tan aturdidos como yo, en especial a Lilith, que está confundida.

—¿Estamos en casa? —pregunta Lilith asombrada.

—El último nivel se trataba de Satanás. Puede que por eso este sea el escenario final, su propio terreno... —objeta Daiani.

Empezamos a caminar, buscando el peligro. Todos tenemos en mente lo mismo: acabar con el demonio. Caminamos hacia el interior; puedo notar el calor tan familiar sobre mi piel, casi quemándola. Seguimos andando un buen rato y no hay rastro de ningún demonio.

—¿A dónde se supone que nos tenemos que dirigir? ¿No se supone que debería haber aparecido un demonio ya? —Matheo no deja de mirar a todos lados, está nervioso.

—Esto no es un sitio cualquiera. El infierno es uno de los reinos de este mundo. Los demonios que residen aquí abajo no son demonios cualquiera. Estarán esperando el momento adecuado para atacar. —Un pequeño zumbido resuena a lo lejos—. ¡Chicos, se acerca algo! ¡Estad atentos! —ordena Lilith.

Varios demonios inferiores salen en manada; hay miles de ellos y todos se abalanzan a la vez.

—¿De dónde han salido? —grita Matheo.

—Son dragones rojos, demonios menores sin ningún tipo de poder. Lo único, estos bichos alcanzan los 120 km por hora —explico a gritos—. ¡No podemos atacar a más de mil demonios a la vez y menos a tal velocidad! —chilla Chloe mientras intenta quitárselos de encima. Los demonios nos rodean, haciendo que quedemos acorralados. Sin embargo, ninguno de ellos nos ataca.

—¿Qué sucede? ¿Por qué no atacan? —dice Daiani alterada.

—Parece que su objetivo principal desde el principio era arrinconarnos... —objeta Lilith.

Poco a poco se escuchan unos pasos pesados. Un ligero olor a azufre inunda el lugar; ¡apesta! Beelzebub aparece ante nuestros ojos. Sonríe con malicia; puedo ver en su mirada la sed de sangre. Si no supiera que esto es una realidad virtual, parecería tan real. Los demonios menores le abren paso. Alarga su mano hasta coger a Chloe por el cuello; esta se retuerce debido a la asfixia.

—¡Chloe! —Veo cómo Matheo intenta correr para ayudarla, pero ambos son eliminados por Beelzebub. ¡Mierda! —¿Lilith, qué hacemos? —pregunta Daiani al borde del colapso.

—Si nos quedamos quietos, ese monstruo acabará con nosotros uno por uno. Tenemos que hacer algo.

Repaso el lugar intentando buscar un punto de salida. Veo cómo Lilith empieza a disparar flechas a los demonios para ganar tiempo. Mierda, son demasiados y estamos rodeados. Beelzebub sigue caminando hacia nosotros mientras aplasta demonios por el camino.

—Chicos, esa cosa se está acercando. Necesitamos un plan ya —nos grita Didi.

Miro por encima de nuestra cabeza y veo una pared rocosa, con ranuras por las que sale lava.

—Lilith, escúchame con atención. Cuando yo te diga, vas a disparar la flecha a esa roca que tenemos encima. Beelzebub es una de las tres formas que adquirió Lucifer para su forma humana, por lo que, a pesar de que sea un demonio, su cuerpo es humano. Cuando esté lo suficientemente cerca de nosotros, tiraremos con fuerza de la flecha. La roca caerá y la lava quemará todo a su paso. Daiani, es hora de que emplees lo aprendido. Usa el libro para encontrar un hechizo de protección para que la lava no llegue a nosotros —hago una pausa mientras observo cómo Daiani busca a toda velocidad y espero a que nuestro enemigo esté justo en la línea roja de la trampa—. Didi, dime que lo has encontrado ya. Nos estamos quedando sin tiempo; Beelzebub se ha cansado de matar demonios y viene a por nosotros. —Veo cómo Daiani hojea a gran velocidad.

—¡Lo tengo! —chilla nerviosa. Puedo ver cómo le tiemblan las manos de los nervios.

—¡Ahora, Lilith! —ordeno. Lilith lanza la flecha y ambos tiramos con fuerza de ella—. Daiani, tu turno.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora