36. Cetro del poder

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By Daiani

La casa que habíamos alquilado en Italia era acogedora, con un aire antiguo y un entorno que contrastaba con el bullicio de nuestras recientes hazañas. Era el lugar perfecto para realizar el ritual que nos llevaría al siguiente paso de nuestra misión. La tranquilidad del campo italiano proporcionaba una calma engañosa, pero sabía que lo que estábamos a punto de hacer era de suma importancia y requería total concentración.

El grupo se movía con un sentido de propósito mientras preparábamos el ritual. El salón principal de la casa se transformó en nuestro espacio sagrado para llevar a cabo el hechizo. En el centro de la habitación, comenzamos a trazar el círculo de sal con precisión. La sal blanca se extendía en un patrón perfecto, formando un círculo que contenía dentro un intrincado pentagrama. Cada línea, cada símbolo, se dibujaba con la mayor de las atenciones al detalle.

Matheo, con su habitual impaciencia, se quejaba de la minuciosidad del trabajo, pero no podía negar la importancia de cada trazo. Lilith estaba inmersa en la tarea de trazar los símbolos de protección, mientras Chloe y Rober preparaban los ingredientes necesarios, revisando una y otra vez la lista para asegurarse de que no faltara nada.

Finalmente, colocamos el vaso de Nanteos en el centro del pentagrama, reposando en el medio del círculo de sal. La urna relucía bajo la luz tenue de las velas que habíamos encendido alrededor del círculo. El vaso estaba lleno con las aguas eternas que habíamos obtenido, su superficie tranquila reflejaba la luz de las velas en destellos plateados.

Con un suspiro de alivio y un toque de nerviosismo, tomé el anillo nibelungo, el último componente esencial del ritual. Este anillo, forjado en tiempos antiguos, tenía una importancia crucial para nuestra misión. Lo sostuve con cuidado y lo sumergí en el vaso de Nanteos, observando cómo el metal del anillo se hundía lentamente en el líquido. El agua parecía moverse de forma inquietante, como si estuviera respondiendo a la presencia del anillo.

—Está listo —dije, con una mezcla de alivio y concentración—. Ahora, debemos proceder con el encantamiento.

Rober y yo comenzamos a recitar las palabras del hechizo, nuestras voces resonando en la sala mientras seguimos la fórmula mágica con precisión. La tensión en el aire era palpable, y el silencio que nos rodeaba era profundo, roto solo por nuestras voces y el suave murmullo del agua en el vaso.

Lilith se mantenía a la espera, sus ojos fijos en el vaso, mientras Matheo y Chloe estaban atentos a cualquier cambio en el ambiente. El ritual avanzaba con meticulosidad, y cada paso que dábamos parecía acercarnos a nuestro objetivo final. Las palabras del hechizo se entrelazaban con la energía que emanaba del vaso, y el ambiente se cargaba con una fuerza mágica que hacía que el aire vibrara.

Después de unos minutos que parecieron interminables, el agua del vaso comenzó a brillar con una luz intensa. El anillo, sumergido en el líquido, empezó a emitir una serie de destellos, iluminando el salón con una resplandeciente luz dorada. La energía mágica era palpable, y todos pudimos sentir el cambio en el aire.

El hechizo parecía estar funcionando, y una sensación de logro y alivio se apoderó de nosotros. Habíamos completado el ritual con éxito, y el vaso de Nanteos había cumplido su propósito. Ahora, el próximo paso en nuestra misión estaba a la vista, y aunque la tarea que teníamos por delante era formidable, al menos habíamos dado un paso crucial hacia el logro de nuestro objetivo.

Observé a mi grupo, aliviada de que todo hubiera salido bien hasta ahora, aunque el peso de la revelación de Baba Yaga seguía pesando en mi mente. Sin embargo, por el momento, nos permitimos disfrutar del pequeño triunfo y del éxito de nuestro esfuerzo conjunto. Sabíamos que aún quedaban muchos desafíos por delante, pero por ahora, podíamos celebrar nuestra victoria y prepararnos para lo que vendría a continuación.

La atmósfera en la casa alquilada se había vuelto tensa con la espera. El ritual estaba completo, pero algo en el aire parecía indicar que la culminación aún no había llegado. Las luces de las velas parpadeaban, y el suave zumbido mágico que había llenado la habitación comenzó a intensificarse, creando un ambiente cargado de expectativa.

El vaso de Nanteos seguía en el centro del círculo de sal, y el anillo nibelungo estaba sumergido en el agua, su presencia ahora intensificando la energía mágica en la sala. Después de unos momentos, algo extraordinario comenzó a ocurrir. Las aguas eternas en el vaso comenzaron a brillar con una luz dorada y pulsante, que se intensificaba con cada segundo que pasaba.

—¡Mirad! —exclamó Chloe, señalando hacia el vaso. La atención de todos se centró en el líquido que parecía estar en constante movimiento, como si una fuerza invisible lo estuviera agitando desde dentro. Los objetos dentro del vaso, el anillo y el agua, comenzaron a centellear con una luz vibrante.

El brillo se volvió tan intenso que casi era doloroso mirar directamente. El vaso comenzó a temblar ligeramente, y el anillo, rodeado de la energía mágica, empezó a cambiar de forma. El líquido dorado comenzó a girar en espiral, creando remolinos que parecía que estaban fusionando y transformando los elementos del ritual.

Con un estallido de luz dorada, el vaso y el agua se desvanecieron en una serie de destellos. Cuando la luz se disipó, lo que antes era el vaso de Nanteos y el anillo nibelungo se había transformado en un cetro majestuoso, reposando en el centro del círculo de sal.

El cetro era una pieza de increíble belleza y poder. Mide casi un metro de largo, y su superficie estaba adornada con intrincados grabados y símbolos arcanos que brillaban suavemente. La parte superior del cetro estaba coronada por una esfera de cristal que emanaba una luz dorada, la misma luz que había inundado la habitación durante el ritual.

—Esto... —murmuró Lilith, su voz cargada de asombro—. Esto es increíble.

Matheo, aún algo irritado por el cansancio y el dolor, se acercó al cetro con cuidado, sus ojos reflejando una mezcla de asombro y curiosidad. Rober y Chloe también se aproximaron, examinando el cetro con una intensidad palpable.

—Es hermoso —dijo Rober con admiración—. Y parece estar imbuido con una gran cantidad de magia.

—Sí —respondí—. Este cetro es el resultado de la combinación de los objetos que conseguimos. Ahora, tenemos una herramienta poderosa que puede ayudarnos a completar nuestra misión.

Mientras observábamos el cetro, pude sentir la energía que emanaba de él, una fuerza antigua y poderosa que estaba intrínsecamente conectada con los elementos mágicos que habíamos utilizado. Esta transformación no solo era un logro importante, sino también un recordatorio del poder y la complejidad de las artes arcanas con las que estábamos tratando.

Sin embargo, a pesar del éxito del ritual, no podía evitar que la preocupación me invadiera. El acertijo de Baba Yaga, y lo que había murmurado en su despedida, seguían resonando en mi mente. Sabía que el peligro aún no había pasado, y que nuestra misión estaba lejos de haber terminado.

—Tenemos el cetro —dije, intentando enfocar la atención del grupo en el presente—. Ahora debemos prepararnos para lo siguiente. Este cetro será una pieza clave en lo que nos queda por hacer.

Mientras comenzábamos a prepararnos para dejar Italia y continuar con nuestra misión, el cetro descansaba en el centro del círculo de sal, un símbolo tangible del progreso que habíamos logrado y un recordatorio de las pruebas que aún nos esperaban.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora