By Daiani
El silencio en la clínica era profundo, interrumpido solo por el suave murmullo de las voces y los ocasionales ruidos de los utensilios médicos. Arioch yacía en la camilla, su piel aún pálida pero con signos alentadores de recuperación. La habitación, aunque pequeña, estaba impregnada de una sensación de tranquilidad, como si el tiempo se hubiera detenido en su esfuerzo por sanar a nuestro compañero.
Lilith se mantenía a su lado, su expresión era una mezcla de preocupación y determinación. Había algo en su mirada que mostraba un dolor personal profundo, como si cada uno de los gemidos de Arioch fuera una herida en su propio corazón. Su mano no se separaba de la de Arioch, y sus ojos, aunque cansados, permanecían vigilantes. Era evidente que ella sentía cada momento de debilidad de su hermano adoptivo como una carga inmensa.
Rober y Matheo, en cambio, parecían atrapados entre la preocupación y la frustración. La incapacidad de continuar con la misión debido a la condición de Arioch pesaba en sus hombros como una losa. Rober, con su habitual seriedad, había pasado la mayor parte del tiempo en una esquina, conversando en voz baja con el médico local sobre posibles formas de acelerar la recuperación de Arioch. Matheo, por su parte, estaba sentado cerca de la ventana, su mirada perdida en la noche mientras trataba de procesar la magnitud de lo que habíamos enfrentado y lo que aún nos esperaba.
La noche avanzaba y, con ella, el leve pero constante progreso de Arioch. Su respiración era más regular, y su piel, aunque aún tensa, mostraba un color menos fantasmal. Los signos eran alentadores, pero aún no teníamos certeza de cuánto tiempo necesitaría para recuperarse completamente. Los minutos se arrastraban mientras esperábamos a que Arioch diera alguna señal clara de mejoría.
En medio de esta espera tensa, Arioch de repente abrió los ojos, sus miradas encontrándose con las nuestras. Su voz, aunque débil, estaba llena de una determinación inquebrantable.
—No... no deberíais perder el tiempo conmigo —dijo, su voz rasposa—. Debéis ir al siguiente destino. Mi recuperación no debe retrasar la misión.
Lilith, al escuchar sus palabras, frunció el ceño, su mano apretando la de Arioch con más fuerza. La preocupación se hacía evidente en cada línea de su rostro.
—¡No puedes estar hablando en serio! —protestó Lilith, su voz quebrada—. Te necesitamos aquí. No puedes simplemente ignorar tu propia salud y dejarnos.
Arioch intentó sonreír, pero el gesto se desdibujó en un mueca de dolor.
—No es cuestión de lo que yo quiera, Lilith. Es cuestión de lo que es necesario. La misión... la misión es demasiado importante. No podemos permitirnos perder tiempo.
Rober se acercó a la camilla, su rostro expresando una mezcla de frustración y preocupación.
—Arioch, es una locura pensar que podríamos continuar sin ti. Eres esencial para todo esto, y tu salud es nuestra prioridad. Vamos a asegurarnos de que estés lo suficientemente recuperado antes de seguir adelante.
Matheo se unió a la conversación, sus palabras con una firmeza que desmentía su propia inquietud.
—No podemos arriesgarlo, Arioch. Ya hemos pasado por mucho, y perderte ahora sería un golpe demasiado duro. La misión se ajustará a lo que necesitemos hacer para garantizar tu recuperación.
Arioch intentó sentarse, pero el dolor lo hizo recostarse de nuevo. La determinación en su mirada no se desvaneció, pero el peso de su estado se hacía cada vez más evidente.
—No... no tengo mucho tiempo. Debéis ir al siguiente destino. Haré lo posible por recuperarme, pero... si no lo hago a tiempo, al menos habré hecho todo lo posible.
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Un infierno tras de mí
Teen FictionSegunda parte de El Despertar de los Mundos. Historia coescrita con Blondewriter. Desde la muerte de Camila, todo ha cambiado para nuestros personajes, ahora se sienten perdidos y rotos. ❌🚫 No se permite la impresión de esta obra, ni la venta ilega...