58. Lo imposible

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By Chloe

El caos alrededor era insoportable. La batalla entre Arioch y Camila rugía con una intensidad que hacía temblar el suelo bajo nuestros pies. No había un solo rincón que no estuviera marcado por la violencia y el dolor. Intentaba mantenerme en pie, aunque todo mi cuerpo temblaba ante la visión de nuestros amigos, de Arioch, de lo que había sido Camila. No podía creer lo que estábamos enfrentando.

Arioch, en su forma demoníaca, era una figura aterradora, más monstruo que hombre, una bestia oscura consumida por una rabia insondable. Y Camila... verla de nuevo, pero de esta forma, era una herida abierta que sangraba en el centro de todos nosotros. No era ella, no realmente, pero cada movimiento, cada mirada, me recordaba lo que había sido, lo que habíamos perdido.

En medio de este infierno, intentaba mantener la cabeza fría, pero todo estaba sucediendo demasiado rápido. Matheo y Rober luchaban con todo lo que tenían, pero yo sabía que nada de eso sería suficiente. Esta batalla era mucho más profunda que cualquier otra. Era una guerra por el alma de Camila y por la humanidad que quedaba en Arioch.

Y entonces, en medio de la desesperación, vi algo que me hizo congelarme en el sitio.

Daiani, quien había estado luchando con todas sus fuerzas, quien había intentado, una y otra vez, romper la oscuridad que rodeaba a Camila, de repente soltó un grito. Pero no era un grito cualquiera. Era un sonido desgarrador, casi inhumano, que atravesó el caos y se incrustó en lo más profundo de mi ser. El lugar entero pareció detenerse por un instante, como si ese grito hubiera paralizado el tiempo mismo.

La vi alzarse en el aire, como si alguna fuerza invisible la hubiera levantado del suelo. Su cuerpo estaba envuelto en una luz rojiza, una llama ardiente que parecía surgir desde su interior, creciendo con una intensidad que casi cegaba. Su cabello flotaba alrededor de su rostro como si estuviera sumergida en agua, pero el fuego que la rodeaba era todo lo contrario de la calma.

Mis ojos se abrieron con asombro y terror. Nunca había visto algo así, y supe, en ese momento, que lo que estaba ocurriendo era más grande que cualquiera de nosotros.

Daiani flotaba en el aire, envuelta en esa aura de fuego y poder, sus ojos, que antes reflejaban miedo y dolor, ahora eran pura energía, dos orbes de luz incandescente que parecían atravesar la oscuridad. Era como si el fuego hubiera quemado cualquier rastro de la niña asustada que había conocido, dejando en su lugar a una fuerza imparable, a alguien o algo que nunca había visto antes.

Sus ojos se encontraron con los de Camila, y por un momento, el tiempo se detuvo por completo. No había sonidos, no había movimiento, solo la mirada penetrante de Daiani, sosteniendo el alma destrozada de Camila con una intensidad que me dejó sin aliento.

—Vuelve.

La palabra salió de sus labios como un mandato, una orden que resonó en el aire con una fuerza que hizo eco en cada rincón de aquel infierno. No fue un ruego ni una súplica; fue una demanda, una exigencia que no admitía ningún tipo de resistencia.

Y entonces, lo imposible comenzó a suceder.

Del aire, del vacío que nos rodeaba, empezaron a surgir fragmentos de luz. Eran pequeñas piezas, destellos que flotaban a través de la oscuridad, convergiendo hacia el centro de la sala, hacia Camila. Y supe, en lo más profundo de mi corazón, que esas luces eran más que simples destellos. Eran partes de ella, fragmentos de su alma que habían estado esparcidos por cada anillo, cada rincón del infierno, esperando ser reunidos.

Las luces comenzaron a envolver el cuerpo de Camila, girando a su alrededor en espirales rápidas, envolviéndola con una intensidad que crecía con cada segundo que pasaba. Eran pedazos de lo que ella había sido, trozos de su espíritu que estaban colisionando con el monstruo en el que se había convertido. Era como si su verdadera esencia estuviera luchando por regresar, por reclamar su lugar en el cuerpo que ahora estaba corrompido.

La criatura que había sido Camila dejó escapar un rugido, un sonido que estaba cargado de pura agonía. No quería volver, no quería rendirse. Pero las luces eran implacables. Chocaban contra ella, cada una más brillante que la anterior, cada una un recordatorio de la mujer que una vez fue. Podía ver cómo las sombras que cubrían su cuerpo comenzaban a retroceder, como si el mismo infierno estuviera perdiendo su control sobre ella.

Arioch, Matheo, Rober, y yo mirábamos en un silencio atónito mientras la batalla se trasladaba a un plano más allá de la carne y el hueso. Daiani seguía flotando en el aire, sus ojos fijos en Camila, su fuego alimentando la lucha. No era solo una batalla física; era una guerra por el alma de Camila, por su retorno, por su salvación.

Poco a poco, vi cómo las sombras se desvanecían, cómo el fuego de Daiani quemaba la oscuridad que envolvía a Camila, cómo las piezas de su alma comenzaban a restaurar lo que había sido destruido. Pero al mismo tiempo, podía sentir la resistencia, el dolor que atravesaba cada fibra del ser de Camila mientras luchaba por regresar.

En ese momento, comprendí que no se trataba solo de salvar a Camila, sino de devolverle la humanidad a alguien que había sido despojada de todo lo que era. La luz y las sombras, la vida y la muerte, todo se mezclaba en una danza caótica que parecía no tener fin.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la luz comenzó a calmarse. Daiani descendió lentamente al suelo, su fuego disminuyendo hasta convertirse en un leve resplandor. Sus ojos aún brillaban con la misma intensidad, pero su cuerpo estaba agotado, como si la energía que la había elevado estuviera comenzando a desvanecerse.

Y allí, en medio de la sala, envuelta en un manto de luz suave y cálida, estaba Camila. No la criatura, no el monstruo que habíamos enfrentado, sino la verdadera Camila, la chica que habíamos perdido.

Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos mientras observaba a mi amiga, a la persona que había temido que nunca volveríamos a ver. La batalla aún no había terminado, pero en ese momento, supe que habíamos dado un paso hacia la victoria. Daiani había hecho lo imposible, había comenzado a traer a Camila de vuelta, y por primera vez en lo que parecía una eternidad, sentí una chispa de esperanza en medio de la oscuridad.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora