49. Batalla angelical

2 0 0
                                    

By Matheo

Las llamas del primer círculo del Infierno arden con una intensidad abrasadora, susurros y gritos se entrelazan en una cacofonía eterna que retumba en mis oídos. El ambiente es un caldo de caos, una extensión de arena ardiente y lava que brota en chorros irregulares, como si el mismo suelo estuviera convulso con una furia incontenible. El calor es insoportable, y el aire se torna espeso y pesado, dificultando cada respiración. Cada paso que doy sobre la arena roja y caliente parece ser una lucha constante contra la gravedad y el terreno.

Asmodeus, el demonio de la lujuria, se alza ante mí con una presencia que parece desafiar la realidad misma. Su figura es imponente y opresiva, un ser cuya mera existencia parece hacer que el aire se vuelva más denso y la temperatura aumente. Su cuerpo está envuelto en un aura de oscuridad y sensualidad perversa, con piel de un tono rojo oscuro que brilla con un resplandor enfermizo bajo las llamas que lo rodean. Sus alas, negras como el ébano y majestuosas en su tamaño, se despliegan a sus espaldas con una gracia que desafía su apariencia monstruosa.

Asmodeus tiene una expresión de desenfrenada arrogancia, con ojos de un verde penetrante que parecen ver a través de mi alma. Su rostro es una mezcla de belleza y horror, con facciones que, aunque atractivas, están distorsionadas por una maldad latente. Sus labios son delgados y crueles, curvados en una sonrisa que revela colmillos afilados como dagas. Cada movimiento que hace parece estar cargado de una intención malévola, y su risa, un sonido grave y resonante, llena el espacio con un eco siniestro.

El primer ataque que lanza Asmodeus es una ráfaga de llamas infernales, un torrente de fuego que parece tener vida propia. La arena bajo mis pies estalla en una explosión de calor cuando el fuego se acerca, y el aire se vuelve aún más denso con la intensidad del calor. Con un grito de determinación, levanto mi espada, una hoja que brilla con una luz dorada en medio de la oscuridad. La espada corta a través del aire con una velocidad sorprendente, y el fuego se desvía en una cortina de llamas que rodea a Asmodeus.

El demonio se mueve con una agilidad sorprendente, esquivando mi ataque con una gracia que parece casi etérea. Cada uno de sus movimientos está impregnado de una elegancia cruel, y parece anticipar cada golpe que lanzo. Las llamas a su alrededor se arremolinan como si tuviesen vida propia, y la arena bajo mis pies se convierte en un mar de lava burbujeante que amenaza con tragármelo en cada paso. Con cada movimiento, el suelo parece temblar y retumbar, como si el propio Infierno estuviera respondiendo a la batalla que se desata.

Asmodeus no solo utiliza el fuego como arma, sino también su poder sobre la lujuria y la manipulación. Con un gesto de su mano, comienza a conjurar ilusiones que aparecen ante mí, formas tentadoras que parecen manifestar mis deseos más oscuros y mis peores temores. Las ilusiones son tan vívidas que es difícil distinguir la realidad de la fantasía, y la confusión que siento es casi insoportable. Cada visión es un reflejo de mis inseguridades, un intento de Asmodeus de desestabilizarme y debilitar mi determinación.

En medio del caos, veo figuras que parecen representar mis más profundos miedos y deseos. Los rostros de las personas que he amado y perdido aparecen ante mí, sus miradas llenas de desesperanza y dolor. Las imágenes son tan reales que puedo sentir sus emociones, sus gritos y sus súplicas. La lucha es tanto mental como física, y cada golpe que lanzo parece ser absorbido por las ilusiones que me rodean. Cada vez que esquivo un ataque, el suelo bajo mis pies parece desmoronarse, y la lava burbujeante se convierte en una trampa que amenaza con devorarme.

Con un esfuerzo desesperado, concentro toda mi energía en un ataque final. La espada brilla con una luz dorada que parece desafiar la oscuridad y el caos que me rodea. Con un grito de batalla, lanzo el golpe final hacia Asmodeus, y la luz dorada se convierte en una explosión de energía que envuelve al demonio. El resplandor dorado ilumina el círculo, disipando las ilusiones y el caos que me rodea. La figura de Asmodeus comienza a desintegrarse bajo el ataque final, y el calor y el fuego que lo rodean se apagan lentamente.

El rugido del demonio se convierte en un eco distante, y las llamas infernales que habían estado ardiendo a mi alrededor se desvanecen. La arena vuelve a su estado de calma ominosa, y el suelo se estabiliza lentamente. Con el último aliento, me desplomo en el suelo, exhausto pero triunfante. El combate contra Asmodeus ha sido una prueba de mi fortaleza y resistencia, y el triunfo sobre este demonio es un recordatorio de que la determinación y el coraje pueden superar incluso los desafíos más oscuros.

La arena ardiente se calma, y la lava burbujeante se vuelve una corriente tranquila. El calor que antes era abrasador se convierte en una sensación más manejable, y el ambiente que antes era opresivo se vuelve más soportable. Con el demonio derrotado, el primer círculo del Infierno parece recuperar una semblanza de normalidad, y la sensación de triunfo y alivio llena el espacio. La batalla contra Asmodeus ha sido una prueba difícil, pero la victoria es un símbolo de que la esperanza y la determinación pueden superar incluso los desafíos más imponentes.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora