44. Asmodeus

3 0 0
                                    

By Matheo

Me encuentro en el primer círculo del infierno, un lugar que, a primera vista, parece casi acogedor comparado con los círculos más profundos. Pero esta apariencia engañosa no es más que un velo sobre la cruel realidad. Aquí gobierna Asmodeus, el demonio de la lujuria, y general de los ejércitos infernales. Su presencia llena el espacio de una manera abrumadora, convirtiendo la atmósfera en una mezcla palpable de seducción y terror.

Asmodeus se manifiesta en una forma que es a la vez impresionante y aterradora. Su estatura es imponente, superando los dos metros de altura. Su cuerpo está cubierto por una piel de un rojo ardiente, como si estuviera fundido en la misma esencia del fuego infernal. Los músculos de su torso están marcados con detalles de una fuerza sobrehumana, y su piel parece brillar con un calor interno que nunca cesa.

Su rostro, aunque humano en su estructura básica, está distorsionado por una mezcla de rasgos demoníacos. Sus ojos son de un negro profundo, sin iris ni pupilas, y parecen absorber toda la luz a su alrededor, como pozos sin fondo que revelan la lujuria y el deseo más oscuros. Esos ojos me observan con una intensidad que me hace sentir despojado y vulnerable.

Su cabello es una masa de llamas vivas que se enroscan y se deshacen en un constante movimiento. Los mechones parecen estar hechos de fuego que arde eternamente, creando un espectáculo de luz y sombra en la penumbra del círculo. En lugar de orejas normales, Asmodeus tiene orejas puntiagudas que se alzan como cuernos, dándole un aspecto aún más siniestro.

Los cuernos de Asmodeus son largos y retorcidos, curvándose hacia atrás desde su frente en espiral, como si fueran formaciones de coral infernal. Estas formaciones de hueso parecen estar envueltas en llamas oscuras que chisporrotean y crepitan con cada movimiento que hace. Su boca, ancha y llena de dientes afilados, se curva en una sonrisa que revela una fila de colmillos inquietantes, cada uno afilado como una daga.

El demonio viste una armadura oscura que parece estar hecha de sombras en lugar de metal. La armadura está adornada con intrincadas runas y símbolos infernales que parecen moverse y cambiar de forma, como si fueran parte de un hechizo constante. En sus manos lleva una vara de obsidiana que emite una luz tenue y fría, un contraste inquietante con el calor que emana de su cuerpo.

El ambiente alrededor de Asmodeus está lleno de una atmósfera opresiva y seductora. Hay una sensación constante de calor y sensualidad, y el aire se carga con un aroma embriagador que es a la vez dulce y acre, evocando un deseo desesperado y una atracción irresistible. Las sombras se retuercen y se contorsionan alrededor de él, creando formas que parecen danzar en un espectáculo macabro.

Me encuentro frente a este ser imponente, sintiendo cómo la lujuria y la desesperación que emanan de él se mezclan con la tensión en el aire. La presencia de Asmodeus es un recordatorio constante de los horrores que se ocultan en las profundidades del infierno, y su mirada llena de deseo y malicia parece penetrar en lo más profundo de mi alma. En su dominio, el deseo y el tormento se entrelazan de una manera que es tan seductora como aterradora, convirtiendo esta prueba en un desafío psicológico tan brutal como el calor infernal que lo rodea.

Frente a mí, Asmodeus se despliega en su imponente grandeza, una presencia dominante y seductora que eclipsa todo lo que me rodea. La atmósfera cargada de lujuria y deseo es casi palpable, un peso opresivo que me envuelve mientras me acerco a lo que parece ser el núcleo de su dominio.

El círculo es un lugar extraño, donde la lujuria y el tormento se entrelazan en una danza macabra. Las paredes están adornadas con visiones distorsionadas de deseo y desesperación, un recordatorio constante del poder corruptor de Asmodeus. Pero lo que realmente me afecta, lo que me quema en lo más profundo, es lo que comienza a suceder a medida que avanzo.

Las sombras parecen cobrar vida a mi alrededor, proyectando imágenes que se vuelven cada vez más claras y dolorosas. Veo rostros que se burlan de mí, figuras que se materializan en medio de la penumbra. Son caras conocidas y desconocidas, pero todas comparten una característica: se ríen de mí. Sus risas son crueles, llenas de una mezcla de desprecio y desdén.

Las voces se levantan, resonando en el círculo con un eco cruel. Me acusan de ser un paria, un hombre sin amor ni propósito. Los rostros se distorsionan en muecas de burla mientras se mofan de mi soledad, de la ausencia de alguien que realmente me ame. Sus palabras son afiladas como cuchillos, clavándose en mi piel emocional.

Veo visiones de momentos en los que intenté acercarme a los demás, solo para ser rechazado o ignorado. Recuerdos de ocasiones en las que deseaba estar cerca de alguien, de encontrar una conexión verdadera, solo para ser decepcionado una y otra vez. Las visiones se entrelazan con imágenes de relaciones fallidas y oportunidades perdidas, todas acentuadas por las risas crueles que resuenan en mis oídos.

La humillación es abrumadora. Me siento expuesto y vulnerable, como si todo mi ser estuviera siendo desnudado y examinado por la maldad de Asmodeus. Las risas y las burlas se intensifican, llenándome de una desesperación y tristeza profundas. Mi piel arde con vergüenza, y mis pensamientos se tambalean bajo el peso de la burla constante.

En medio de esta tortura psicológica, lucho por mantenerme firme. Cada palabra cruel y cada risa despiadada parece desafiar mi autoestima y mi sentido de valor. Me esfuerzo por recordar por qué estoy aquí, por qué tengo que enfrentar esta prueba. Pero el dolor y la humillación que siento son tan intensos que amenazan con arrastrarme hacia un abismo de desesperación.

Con cada paso que doy, la risa de la multitud y las visiones dolorosas continúan acechando, un recordatorio constante de mi soledad y mi necesidad de conexión. El poder de Asmodeus se manifiesta en cada uno de estos aspectos, en la forma en que manipula mi mente y juega con mis miedos más profundos. Enfrentarme a estas visiones es una lucha constante, una batalla interna que me desafía a mantener mi sentido de identidad y propósito en medio del caos infernal.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora