13. Exsúrge, Dómine!

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By Lilith

—Dómine, quam multi sunt qui tribúlant me; multi insúrgunt adversum me. Multi sunt qui de me dicúnt: «Non est salus ei in Deo.» Tu autem, Dómine, clipeus meus es, gloria mea, qui erigis caput meum. Voce mea ad Dominum clamavi, et exaudivit me de monte sancto suo. Ego decubui et obdormívi; exsurresi, quia Dominus susténtat me. Non timebo milia populi, quae in circuitu contra me consístunt. Exsúrge, Dómine! Salvum me fac, Deus meus! Nam maxillam percussísti omnium adversántium mihi; dentes peccatórum confregísti. Penes Dominum est salus; super populum tuum sit benedictio tua! —Un fino y delgado muro se erige cubriéndonos.

—¡Esto no va a ser suficiente! —chilla Arioch—. Necesitas invocar algo más poderoso. ¡Vamos, tú puedes!

—Erípe me, Dómine, ab hómine malo, a viro violento custódi me: Ab iis qui cogítant mala in corde, omni die excítant lites. Acuunt linguas suas ut serpens; venenum aspídum sub labiis eórum. Salva me, Dómine, a maníbus iníqui, a viro violento custódi me: Qui cogitant evertére gressus meos; supérbi abscóndunt laquéum míhi, et fúnes exténdunt ut réte, iuxta viam tendículas collocant mihi. Díco Dómino: Deus meus es tu; auscúlta, Dómine, vocem obsecratiónis meæ.

—¡Más rápido, Didi! ¡Nos va a aplastar! —grito, con los nervios subiéndome por toda la piel.

—Dómine Deus, potens auxilium meum, tefis caput meum die pugnæ. Ne concesséris, Dómine, desidéria iniqui; noli implére consélia eórum. Extéllunt capút qui me circúmdant; malitia labiórum eórum obruat eos. Pluat super eos carbones ignítos; in foveam deicíat eos, ne resúrgant. Vir linguæ malæ non durábit in terra; virum violentum repente capient mala. Novi Dóminum ius reddere egeno, iustitiam paupéribus. Profecto iusti celebrabunt nomen tuum; recti habitabunt in conspectu tuo! —chilla con fuerza y una luz nos cubre en el momento exacto en que la lava lo baña todo, haciendo añicos a Beelzebub. Hemos ganado la ronda.

Todos caemos jadeando en el suelo; ha sido innecesariamente duro y peligroso. No entiendo nada, siento el corazón a mil por hora y me tiembla el cuerpo de pies a cabeza. Matheo y Chloe no duraron ni cinco minutos en el campo de batalla. ¿Significa esto que no estamos listos?

—No lo entiendo —replica Daiani—. Beelzebub no pertenece al noveno anillo. ¿Qué hacía aquí?

—Creo que es un intento por parte del programa de sorprendernos, ya que no sabemos qué vamos a encontrar en el noveno anillo al no estar Satanás —responde Arioch, una vez logra recuperar el aliento.

Veo a Didi temblando. ¿Debería intentar animarla? ¿Abrazarla? ¿Se dejará dar una muestra de afecto o me mandará al diablo en el momento en el que vea mis intenciones? Realmente desearía poder acogerla entre mis brazos. No sé si lo necesita más ella o yo. La echo demasiado de menos: su tacto, sus besos, sus palabras de afecto, sus apodos amorosos y su sonrisa. Satán, su sonrisa es lo que más extraño.

—Otra vez —suelta secamente. La miramos confundidos—. Lo haremos una y otra vez hasta que acabemos la simulación todos juntos. Somos un equipo. Vamos a volver todos del infierno; yo no dejo a nadie atrás.

¿Cómo puede decir esas cosas y esperar que no se me caiga la baba por ella? Joder, esta humana me tiene mal, muy mal, demasiado mal. ¿Por qué, Satán, por qué? Repetimos la simulación más de cinco veces hasta que nuestros cuerpos no dan para más. Ninguna de las veces conseguimos salir todos victoriosos; siempre el enemigo es más rápido de lo que podemos manejar. Subir nuestra propia velocidad parece una misión imposible o irrealizable.

—Daiani, ¿No crees que deberíamos parar un poco? No puedo más... —suplica Matheo, bañando en su propio sudor y exhalando jadeos leves.

Veo cómo mi chica se muerde el labio inferior nerviosa; está frustrada, se siente impotente por la falta de coordinación del grupo, pero no es su culpa ni su deber solucionar esto. Tomo aire.

—Hagamos esto una última vez —me levanto afirmando mi renovada arma entre mis manos—. Dadlo todo. —ordeno firmemente.

Todos se reincorporan; están a su límite. No aguantarán otro asalto más. Si fallamos este, tendremos que retrasar nuestro viaje a los infiernos queramos o no. La partida se reinicia y volvemos al paisaje de fuego ya demasiado conocido por todos los que estamos aquí presentes: suelos repletos de polvo rojo, paredes de piedra y musgo negro, plantas resecas, un desierto de fuego. Al notar la superficie temblar y las llamas crepitar, sé a quién nos vamos a enfrentar esta vez.

—Asmodeo... —el gigantesco demonio aparece frente a nosotros, con un semblante firme y serio. Esos cuernos atrozmente grandes y su piel rojiza; veo su larga melena negra mecerse con la brisa caliente y sus colmillos amenazar por debajo de sus carnosos labios.

El demonio de la lujuria está frente a nosotros, con sus garras listas para hacernos pedazos a todos sin remordimiento alguno. Miro a los demás; todos están nerviosos pero preparados para dar lo mejor de cada uno. Cruzo mi cuello y tomo aire con firmeza.

—Tenemos que rodearlo —comienzo a dirigir—. Matt, tú ve por detrás; Arioch y Chloe atacaréis por los lados y Daiani y yo crearemos fuerza por el frente. —Todos asienten a mis órdenes—. ¡Vamos, ahora!

Nos abalanzamos contra ese ser que, en sus buenos días, había sido familia para mí. La idea de hacerle pedazos me duele, pero sé bien lo que debo hacer. Camila se merece este sacrificio y esfuerzo por ella. Sé que si yo fuera la que tuviera que ser rescatada, ella sería de las primeras en llevar a todos a buscarme. Era mi amiga también, y la quiero de vuelta tanto como todos los demás.

—¡Cuidado! —El chillido de Didi me ayuda a evitar el fuerte golpe de Asmodeo, dándome el tiempo preciso para asestarle una puñalada con mi espada flamígera. Touchdown. El demonio cae a mis pies hecho pedazos.

—Nivel 9 completado con éxito. Jugadores victoriosos: todos los participantes. —La voz robótica resuena por encima de nuestras cabezas.

—Lo hicimos —susurra Arioch.

—Camila, vamos a por ti —afirma Daiani con una sonrisa de oreja a oreja.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora