46. Calor abrasador

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By Daiani

La atmósfera en el tercer círculo del Infierno es una mezcla asfixiante de calor abrasador y un olor metálico acre que penetra en los pulmones con cada respiración. A medida que avanzo a través del paisaje infernal, cada paso retumba con un eco ominoso. El suelo parece estar compuesto de lava solidificada y escombros derretidos, y cada grano de ceniza que se eleva en el aire lleva consigo un retazo de desesperación. La intensidad del calor es tan extrema que mi piel se siente como si estuviera ardiendo, y cada exhalación se convierte en un esfuerzo titánico.

De repente, una sombra titánica se proyecta en el horizonte. Azazel, el temido príncipe del Infierno, hace su aparición con una presencia que es la encarnación misma del terror. Su figura es imponente, un gigante de casi tres metros de altura, cuyas proporciones y musculatura están esculpidas con una perfección aterradora. Su piel es de un gris palidísimo, casi como piedra antigua, y parece estar formada de una sustancia que brilla débilmente con un resplandor rojizo, como si la piel misma estuviera ardiendo desde dentro. Las cicatrices que cubren su cuerpo parecen relatar historias de batallas eternas, cada una de ellas emitiendo un tenue resplandor infernal que las hace parecer aún más inquietantes.

Azazel se mueve con una elegancia sorprendente para su tamaño. Su armadura negra y desgastada se adhiere a su cuerpo de manera casi líquida, como si fuera una segunda piel. La armadura está adornada con intrincados símbolos infernales, que resplandecen con un tono rojo brillante que recuerda a la lava en ebullición. Cada movimiento que realiza parece enviar una onda de calor que ondula el aire y agita las sombras que lo rodean. En su mano, sostiene una espada larga y curva, hecha de un metal negro que absorbe la luz, con runas antiguas grabadas en la hoja. La espada parece tener vida propia, emitiendo un sonido resonante y amenazante cada vez que Azazel la mueve.

El suelo bajo mis pies tiembla con cada impacto de su espada. Mi cuerpo está en alerta máxima, y cada segundo se siente como una eternidad mientras preparo mi mente para el enfrentamiento que se avecina. La desesperación que experimenta el círculo se manifiesta en cada grieta que se forma en el suelo y en las llamaradas de calor que se elevan alrededor de Azazel. La atmósfera está cargada de una presión palpable, y la sensación de que todo está a punto de colapsar en un mar de destrucción es casi insoportable.

Azazel lanza un rugido de furia que sacude el aire, un sonido tan aterrador que parece que el propio Infierno está temblando ante su ira. La fuerza de su grito hace que el suelo bajo mis pies se agriete aún más, y las ondas de choque de su voz son tan intensas que me tambaleo un instante. Sin embargo, me obligo a mantenerme firme, concentrando toda mi energía en el hechizo que estoy a punto de conjurar.

Con un gesto decidido, extiendo mis manos hacia el aire, invocando un hechizo de protección. La luz dorada que emerge de mis manos forma un escudo resplandeciente que me rodea, protegiéndome de los ataques devastadores de Azazel. La luz dorada es cálida y reconfortante, y mientras la conjuro, siento cómo la presión en mi pecho se alivia ligeramente. Cada hechizo que lanzo se convierte en una extensión de mi voluntad, y el resplandor dorado ilumina la oscuridad que envuelve el círculo infernal.

Azazel avanza hacia mí con una velocidad sorprendente, su espada moviéndose con una precisión mortal. Cada golpe que lanza genera una ola de calor que ondula el aire, y cada impacto de su espada contra mi escudo produce una vibración que recorre todo mi cuerpo. La intensidad del combate es tal que el suelo bajo mis pies parece estar en constante cambio, y el aire se torna espeso y abrasador con cada movimiento de Azazel.

Utilizo mi magia con destreza, conjurando una serie de hechizos defensivos para desviar sus ataques. Cada hechizo que lanzo ilumina la oscuridad circundante, proyectando un brillo dorado que parece desafiar la opresiva oscuridad del círculo. La batalla se convierte en una danza frenética entre la luz y la oscuridad, con mi escudo de luz bloqueando los ataques de Azazel mientras lanzo contraataques que buscan debilitar su armadura y su fuerza.

A medida que la batalla avanza, mi mente se llena de imágenes de mis padres, y la intensidad del combate parece fusionarse con el dolor de esos recuerdos. La visión de sus cuerpos sin vida a manos de mi hermano es un tormento que amenaza con desbordar mi determinación. Sin embargo, me obligo a mantenerme concentrada, utilizando mi magia con una precisión calculada para bloquear los ataques de Azazel y encontrar una apertura en su defensa.

Con un grito de esfuerzo, reúno toda mi energía en un hechizo final. Mis manos emiten un resplandor dorado y ardiente, y una esfera de luz y fuego se forma ante mí. El hechizo se arremolina, la energía se concentra en una esfera brillante que crece hasta alcanzar un tamaño imponente. La esfera emite una intensidad cegadora, y el calor que irradia es casi insoportable. Con un gesto decisivo, lanzo la esfera hacia Azazel, y el resplandor dorado ilumina el círculo con una intensidad que desafía la opresiva oscuridad.

La esfera explota en un estallido de llamas doradas, envolviendo a Azazel en un torbellino de luz y fuego. La intensidad de la explosión es tal que el aire se vuelve sólido, y las llamas doradas parecen devorar la oscuridad misma. Azazel emite un grito de dolor que reverbera en el círculo, y su figura colosal es consumida por la explosión. La espada y la armadura de Azazel parecen fundirse en el calor abrasador, y el demonio es engullido por las llamas.

El círculo infernal comienza a desvanecerse mientras la luz y el fuego se disipan lentamente. El aire se aclara gradualmente, y la desesperación que impregnaba el círculo comienza a desvanecerse. Me desplomo en el suelo, exhausta pero triunfante. La batalla contra Azazel ha sido una prueba de mi resistencia y determinación, y el triunfo sobre este príncipe infernal es un recordatorio de mi fortaleza. Con un último vistazo hacia el oscuro círculo, me preparo para enfrentar el próximo desafío en nuestro camino, con la esperanza de que cada victoria nos acerque más a nuestro objetivo final.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora