29. Encontrado

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By Matheo

La capilla estaba sumida en una penumbra inquietante cuando la gorgona hizo su aparición. Su presencia, imponente y aterradora, parecía absorber toda la luz del lugar. A medida que sus serpientes siseaban y sus garras brillaban bajo la tenue luz, el aire se volvió denso con una sensación de inminente peligro.

Rober, Chloe y Daiani estaban en una esquina, preparando sus hechizos y protecciones. Lilith y Arioch estaban listos para el combate. Yo, mientras tanto, me encontraba junto a ellos, preparándome para enfrentar el horror que teníamos delante. La gorgona se movía con una fluidez escalofriante, y sus ojos fríos y calculadores parecían escudriñar nuestras almas.

El primer ataque no se hizo esperar. Las serpientes en la melena de la gorgona comenzaron a siseo y a lanzar veneno en nuestra dirección. Arioch, con su agilidad sobrenatural, esquivó las ráfagas de veneno con destreza. Con un grito, conjuró un escudo de luz que bloqueó las toxicidades que nos amenazaban.

Lilith, desde un rincón protegido, comenzó a lanzar hechizos de fuego. Sus llamas ardientes danzaron por el aire, pero la gorgona parecía tener una resistencia innata a los ataques. Con un movimiento rápido, la gorgona agachó su cola y emboscó a Lilith, pero ella logró esquivar el ataque a tiempo, apenas evitando que la cola la alcanzara.

Mientras tanto, los sectarios se lanzaban al ataque. Eran numerosos y formaban una oleada de oscuridad y caos. Cada uno de ellos estaba armado con dagas y espadas rituales, y su fervor fanático los hacía aún más peligrosos. Enfrentarlos era una tarea ardua; sus movimientos eran precisos y calculados, y luchaban en perfecta sincronía.

Me encontraba en medio de la batalla, tratando de mantenerme a salvo mientras lanzaba mis propios hechizos. Un grupo de sectarios se lanzó hacia mí, y con un movimiento rápido, conjuré una onda de energía que los arrojó contra las paredes de la capilla. Sin embargo, el alivio fue breve, ya que la gorgona, con un rugido ensordecedor, atacó de nuevo, su cola arrasando el suelo con fuerza.

El enfrentamiento con la gorgona era un juego de resistencia y agilidad. Con cada movimiento, su cola se lanzaba con una fuerza devastadora. Cada vez que me acercaba para un ataque, debía estar atento a sus serpientes que sisean, buscando envenenarme. Con un grito de advertencia, logré conjurar un hechizo que envolvió a la gorgona en una burbuja de energía, ralentizando sus movimientos y reduciendo el daño de su ataque.

Sin embargo, no era suficiente. La gorgona, furiosa y con una mirada penetrante, comenzó a girar su cola con más rapidez, desatando un tornado de veneno y escombros. La capilla temblaba y crujía a su alrededor. Mi visión se nublaba con la cantidad de hechizos y ataques que debía manejar.

Chloe, desde su posición estratégica, lanzó una barrera protectora alrededor de nosotros, absorbiendo parte del veneno y los ataques de los sectarios. Daiani, por su parte, estaba completamente concentrada en su libro de hechizos, buscando algún encantamiento que pudiera acabar con la gorgona de una vez por todas.

La batalla era feroz y agotadora. La gorgona, con su impresionante tamaño y la furia de sus serpientes, estaba causando estragos en nuestras filas. Cada vez que la miraba, sus ojos reflejaban un odio profundo, y me sentía como si estuviera luchando contra un mito viviente.

Con un último esfuerzo conjunto, conseguimos encerrar a la gorgona en un campo de fuerza creado por Daiani y Arioch. Aprovechando su momento de debilidad, lanzamos nuestros hechizos finales. Lilith conjuró una tormenta de llamas que envolvió a la gorgona, y Chloe dirigió un hechizo de paralización que inmovilizó a la bestia.

Finalmente, con una última explosión de energía, el hechizo de Daiani rompió la defensa de la gorgona y la criatura cayó, derrotada y desmoronada. El silencio que siguió fue abrumador. Los sectarios, al ver a su líder caído, se retiraron rápidamente, dejando la capilla en un estado de devastación.

Nos reunimos, exhaustos pero victoriosos. El sacrificio y el esfuerzo habían valido la pena. El siguiente paso sería encontrar el vaso de Nanteos y completar nuestra misión, pero por ahora, el alivio de haber vencido a la gorgona nos permitió respirar con más tranquilidad.

El eco de nuestros pasos resonaba en la capilla desierta, ahora que la gorgona y los sectarios se habían retirado o habían sido derrotados. La capilla estaba en ruinas, con los escombros esparcidos por el suelo y el aire cargado de un denso polvo que hacía que cada respiración fuera una lucha. Mientras examinábamos el lugar, un rincón oscuro y semioculto captó mi atención.

La capilla tenía una atmósfera gótica y misteriosa, con vitrales rotos que dejaban pasar un haz de luz mortecina. Arioch, con su aguda percepción, notó un panel de piedra ligeramente desajustado en una esquina del suelo. Su ojo entrenado captó la imperfección en la construcción, y, después de un esfuerzo conjunto, logramos levantar el panel, revelando una escotilla de metal oxidado.

Chloe, con su habilidad para detectar magia, hizo una mueca al acercarse al panel. —Esto no está en los planos de la capilla —murmuró, pasando la mano por encima de la escotilla—. Algo no está bien.

Daiani, aún revisando su libro, se unió a nosotros, y junto con Rober, procedimos a abrir la escotilla. El mecanismo crujió y protestó al ser forzado, pero finalmente cedió. La escotilla se levantó con un chirrido, revelando una escalera de piedra que descendía hacia las profundidades oscuras de la capilla.

Con una antorcha en mano, comenzamos a bajar por la escalera. El aire era aún más pesado y frío a medida que descendíamos. El resplandor de nuestras luces reveló un sótano olvidado, sepultado bajo capas de telarañas y polvo acumulado durante siglos. Cada paso que dábamos levantaba nubes de polvo que flotaban en el aire, haciéndonos toser y estornudar.

La atmósfera del sótano era densa y casi palpable, con el silencio roto solo por el crujido de las telarañas y el eco de nuestras pisadas. Los muros estaban cubiertos por un espeso manto de telarañas, que se movían ligeramente con cada corriente de aire que creábamos. El suelo estaba cubierto por una capa gruesa de polvo y escombros, un testimonio de la larga ausencia de visitas humanas.

Al fondo del sótano, al pie de una antigua altar de piedra, algo captó mi atención. Un pedestal de piedra estaba parcialmente cubierto por las telarañas y el polvo. Avanzamos con cautela, limpiando las telarañas con nuestras manos y el borde de nuestras armas. Finalmente, el objeto en el pedestal se reveló: el vaso de Nanteos.

El vaso estaba adornado con intrincados grabados y filigranas, su superficie reflejaba el débil resplandor de nuestras antorchas. Parecía estar en perfecto estado a pesar de los siglos que había pasado en ese lugar oscuro. Su presencia era poderosa y emanaba una energía que sentía profundamente en mi ser.

—Ahí está —dijo Daiani, acercándose con cuidado al pedestal—. El vaso de Nanteos. Parece que ha permanecido intacto durante todo este tiempo.

Con un esfuerzo cuidadoso, Daiani levantó el vaso del pedestal. El polvo y las telarañas que lo cubrían se desintegraron en el aire, revelando su esplendor. El vaso estaba hecho de un material antiguo y misterioso, con runas y símbolos que brillaban suavemente en la penumbra.

Arioch, al observar el vaso, asentó con satisfacción. —Hemos encontrado lo que vinimos a buscar. Ahora, debemos llevarlo de regreso y asegurarnos de que esté protegido.

Con el vaso en mano, comenzamos a prepararnos para salir del sótano. La atmósfera seguía siendo opresiva, pero la misión estaba cerca de completarse. Mientras ascendíamos por la escalera, una sensación de alivio y logro nos envolvía. Habíamos enfrentado desafíos y peligros, pero al final, habíamos encontrado el vaso de Nanteos y estábamos un paso más cerca de cumplir nuestra misión.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora