26. La gorgona

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By Daiani

Cuando nos reunimos en la cabaña para planificar la misión, la atmósfera se vuelve tensa. Rober toma la palabra, y su expresión es seria, más de lo usual. Sabe que lo que está a punto de decir no será fácil de digerir.

—Bien, —empieza, con la voz grave— hay algo importante que deben saber antes de que avancemos con esto. La capilla donde se encuentra el Vaso de Nanteos no es solo un edificio antiguo abandonado. Está protegida... y no hablo de un simple sistema de seguridad.

Todos en la sala lo miramos, esperando a que continúe. Puedo sentir la inquietud creciendo en mi pecho. Rober no es de los que se andan con rodeos, y si está hablando de protección, sé que se refiere a algo mucho más peligroso.

—La capilla tiene un guardián, —prosigue— y no es un guardián cualquiera. Estamos hablando de una criatura mitológica, una gorgona.

El silencio que sigue es denso y pesado. Todos conocemos la leyenda de las gorgonas, pero saber que vamos a enfrentarnos a una de ellas... es un golpe duro.

—¿Una gorgona? —pregunta Chloe, su tono incrédulo— ¿Cómo Medusa?

Rober asiente, cruzándose de brazos mientras nos observa uno por uno. —Exactamente. Según lo que he podido averiguar, esta gorgona ha estado custodiando el Vaso de Nanteos durante siglos. Ninguno que haya intentado entrar a la capilla ha salido con vida. Es por eso que el lugar fue clausurado y sellado por las autoridades locales hace décadas.

Mi corazón late con fuerza mientras pienso en lo que esto significa. Una gorgona no es una amenaza pequeña. Su mirada puede convertir a cualquier ser viviente en piedra en un instante, y enfrentarse a ella será un desafío casi insuperable.

—¿Cómo se supone que vamos a enfrentarnos a eso? —pregunto, tratando de mantener la calma mientras mi mente corre a toda velocidad buscando soluciones.

Rober mira en mi dirección, con un leve asentimiento. —No va a ser fácil, Daiani. Necesitaremos un plan sólido, y vamos a necesitar tu ayuda para preparar los encantamientos de protección. Hay formas de enfrentar a una gorgona, pero todos vamos a tener que trabajar juntos y ser extremadamente cuidadosos.

Matheo, que ha estado en silencio, finalmente habla, su voz teñida de preocupación. —¿Qué pasa si fallamos? No quiero ni pensar en lo que sucederá si uno de nosotros queda petrificado.

Rober lo mira con severidad. —No vamos a fallar. No podemos permitirnos fallar. Esto es por Camilla. Si queremos traerla de vuelta, tenemos que conseguir el Vaso de Nanteos, y para hacerlo, debemos neutralizar a la gorgona.

—¿Neutralizarla? —replica Arioch, cruzando los brazos con una expresión de escepticismo— Eso suena mucho más fácil de lo que realmente es, Rober. Estamos hablando de una criatura antigua y poderosa, no de un demonio cualquiera.

—Lo sé, —admite Rober— pero no tenemos otra opción. Daiani, vas a necesitar trabajar en los hechizos de protección, y vamos a tener que encontrar una manera de enfrentarnos a ella sin mirarla directamente. Es arriesgado, pero es el único camino que tenemos.

Todos asienten, aunque el peso de la misión parece haberse hecho aún más pesado. La idea de enfrentar a una gorgona es aterradora, pero como dice Rober, no tenemos otra opción. Camilla nos necesita, y no podemos permitir que el miedo nos detenga.

Nos dispersamos para comenzar los preparativos. Mientras los demás se encargan de asegurarse de que tenemos todo el equipo necesario, yo me sumerjo en mis libros, buscando desesperadamente cualquier pista, cualquier hechizo que pueda darnos una ventaja. La gorgona es un enemigo formidable, pero si queremos salvar a Camilla, tenemos que hacerlo.

Después de la tensa discusión, me quedo sola en la pequeña mesa de la cabaña, rodeada de libros polvorientos y pergaminos antiguos que he acumulado a lo largo de los años. Mis dedos rozan las páginas con un nerviosismo que no logro controlar. La imagen de una gorgona, con sus serpientes retorciéndose en lugar de cabellos, se clava en mi mente. La idea de enfrentar a una criatura capaz de convertirnos en piedra con una sola mirada es casi paralizante. Pero no tengo tiempo para el miedo; la responsabilidad de proteger a mi equipo recae en mí, y no puedo fallarles.

Me pongo a trabajar, tratando de enfocar mis pensamientos en algo productivo. Primero, debo preparar los hechizos de protección. Necesitamos algo que bloquee la mirada de la gorgona o que, al menos, nos dé una oportunidad para neutralizarla. Hay historias, leyendas antiguas, sobre héroes que lograron vencer a estas criaturas, pero en todas, la astucia fue más valiosa que la fuerza bruta.

Mientras reviso los textos, me doy cuenta de que uno de los libros menciona un hechizo que podría ayudar. Es un encantamiento antiguo, diseñado para envolver al usuario en un velo de sombras, haciéndolo invisible a los ojos mágicos. No es una solución perfecta, pero podría darnos la ventaja que necesitamos.

La puerta de la cabaña cruje cuando Chloe entra, su expresión refleja el cansancio que todos sentimos. Se sienta frente a mí, apoyando los codos sobre la mesa.

—¿Cómo lo llevas? —me pregunta, su voz suave.

—He encontrado algo que podría funcionar, —le digo, mostrando el libro—. Es un hechizo de invisibilidad, pero requiere mucha energía y concentración. No sé si todos podremos mantenerlo activo durante mucho tiempo.

Chloe asiente, su mirada fija en el texto. —Será mejor que nada. Tendremos que ser rápidos y cuidadosos. ¿Qué más necesitas?

—Voy a necesitar tiempo para preparar los ingredientes, —respondo— y tendré que enseñarles cómo canalizar su energía en el hechizo. No podemos permitirnos errores.

Ella me mira con una mezcla de preocupación y determinación. —Lo haremos bien. No tenemos otra opción, ¿Verdad?

Una pequeña sonrisa se asoma en mis labios. Chloe siempre ha sido una fuente de apoyo para mí, y su confianza me da fuerzas para seguir adelante.

—No, no la tenemos, —le digo con firmeza.

Pasamos las siguientes horas preparando los ingredientes y practicando el hechizo. El resto del grupo regresa, y la cabaña se llena de un aire de inquietud. Incluso Arioch y Matheo, que normalmente están enfrascados en sus discusiones, parecen haber dejado de lado sus diferencias por el momento. La amenaza que enfrentamos es demasiado grande para permitir que los egos interfieran.

Rober se acerca a nosotros, su expresión esgrimida por la preocupación y la responsabilidad. —Daiani, ¿Estás lista para enseñarnos lo que necesitamos saber?

Asiento, recogiendo un puñado de hierbas y comenzando la lección. Les enseño cómo concentrar su energía, cómo recitar las palabras con precisión, y cómo sentir el flujo de magia que correrá a través de nosotros cuando lancemos el hechizo.

Todos están atentos, más de lo que había esperado. La gravedad de la situación ha hecho que tomen esto con la seriedad que merece. Saben que cualquier error podría ser fatal.

Cuando la práctica termina, el cansancio se deja ver en sus rostros, pero también hay una chispa de determinación en sus ojos. La misión es peligrosa, y la amenaza de la gorgona es real, pero estamos preparados, tanto como podemos estarlo.

Antes de que todos se dispersen, Rober se dirige a nosotros una vez más. —Mañana, al amanecer, nos dirigiremos a la capilla. Nadie, en todo este tiempo, ha logrado salir con vida de allí. Pero nosotros no somos como los demás. Tenemos la ventaja de saber lo que enfrentamos y cómo combatirlo. Esto es por Camilla, y no voy a permitir que nada ni nadie nos detenga.

Hay un silencio mientras procesamos sus palabras. La realidad de lo que está por venir se asienta pesadamente sobre nosotros, pero también nos une. Todos estamos aquí por una razón, y ese motivo es más grande que cualquiera de nuestros miedos.

La noche cae sobre la cabaña, y mientras los demás se retiran para descansar, yo me quedo un poco más, revisando los hechizos una última vez. No puedo permitirme fallar. No esta vez.

Finalmente, me levanto de la mesa, el cansancio se arrastra por mis músculos. Mañana enfrentaremos a la gorgona, y pase lo que pase, debemos estar preparados. Con un último vistazo a los libros, apago la lámpara y me dirijo a mi habitación, el peso de la misión presente en cada paso que doy.

Un infierno tras de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora