CAPITULO CUATRO - SIN ESFORZARTE

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Domingo, 30 septiembre del 2018

Aún no ha amanecido e Isidro corre por las calles de Villarejo de Salvanés mientras escucha God's Plan de Drake y piensa en cuál será el plan de su vida, porque aún no tiene ni idea de lo que va a hacer con ella.

Anoche no salió, a diferencia de su mejor amigo, que le envió un mensaje a las cuatro de la mañana para que fuese a casa de Alejandro, ya que sus padres no estaban y habían invitado a unas chicas.

No entiende cómo su mejor amigo puede estar todas las semanas con una chica diferente, pero no es su vida, así que, lo único que puede hacer él, es dejar que haga lo que le dé la gana, pero sin permitir que cambie su forma de hacer las cosas.

De regreso en su casa, Elena, su madre, es la única que está despierta.

—¿Desayunamos juntos? —le ofrece su madre.

—No te preocupes, mamá. Comeré cualquier cosa. Sé que papá querrá hacerlo contigo cuando se levante —le responde mientras se prepara un bocadillo con un poco de pan del que ha comprado cuando volvía a su casa.

—Me he encontrado con tu profesora de Inglés comprando el jueves por la tarde y me comentó que sigues sin esforzarte mucho en clase, hijo —va directa al grano Elena.

—Te he dicho que no le veo sentido a seguir en el instituto, pero me obligáis a hacerlo. No voy a ir a la universidad y podría estudiar algo más práctico.

—¿Más práctico? —le pregunta su madre sin entenderlo.

—Sí, podría aprender informática y comunicaciones o algo relacionado con la agricultura. El bachillerato carece de sentido en este momento, quizás en un futuro, pero no ahora —se explica mojando su bocadillo en el colacao-cao frío que le ofrece su madre.

—A mí no me engañas, Isidro, eres el más listo de mis hijos y no entiendo por qué no aprovechas esa cabecita que Dios te dio. Dentro de diez años, cuando todos tus amigos tengan una carrera y un buen trabajo, te arrepentirás de no haber intentado hacer algo con tu vida —le sermonea la madre como ya viene siendo costumbre.

—Mamá, ¿quiénes trabajarán en el campo, si todos estudiamos una carrera? Trabajar también es hacer algo con tu vida —le contesta cansado.

—Sé que te estás boicoteando a ti mismo por no tener que depender del dinero de tu padre para ir a la universidad. ¿Crees que no me he dado cuenta? Sin embargo, he estado ahorrando la mitad de lo que he cobrado cociendo, hijo, y con eso tendrás para el primer año. Además, todavía faltan casi dos años y podré reunir mucho más.

—No voy a ir a la universidad, Elena —le dice antes de tomarse el resto del colacao y salir de su casa sin despedirse con el trozo de bocadillo de jamón y queso que aún no se ha comido.

Isidro no entiende por qué todo el mundo a su alrededor piensa que si un chico no va a la universidad está arruinando su futuro. Viven en un pueblo agrícola, con una de las fábricas de galletas más importante del país, por lo que para la mayoría de los trabajos no se necesitan estudios universitarios. Asimismo, a él nunca le ha costado trabajar en lo que sea, así que está seguro de que no le va a faltar trabajo en cuanto se vaya de su casa en poco más de un año.

Para más inri, su madre pretende gastarse sus ahorros en unos estudios que no le importan a nadie. Muchos de sus compañeros sueñan con ser médicos, abogados o trabajar para grandes empresas, pero él no. A Isidro le gusta trabajar con las manos y ensuciarse, por eso le gusta tanto hacerlo con caballos, necesita moverse, tener contacto con las personas y tener algo nuevo que solucionar todos los días y en el centro de hípica lo han acogido como si fuese parte de una familia.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora