Miércoles, 13 de marzo del 2019
Andrés lo ha intentado todo y lo único que ha conseguido, casi dos semanas después de que su novia lo dejase, es que Victoria ni siquiera lo quiera tener como amigo. Ahora ella se sienta siempre que puede con Celia en clase y si no con Carlos. Ha metido la pata hasta el fondo, pero echa de menos a su mejor amiga y está empezando a perder la paciencia.
Para colmo de males, Vicky sigue viviendo con su hermana en el piso de su mejor amigo y este le ha prohibido que vaya para no molestarla innecesariamente o, por lo menos, es lo que ha dicho. Ni siquiera va con él al instituto, sino que prefieren ir todos caminando, aunque tardan un cuarto de hora. Incluso Julia ha dejado de ir con el chófer de su familia.
—¿Otra vez con esa cara de culo? —se queja Alejandro, cuando lo recoge en su casa para ir juntos a clases.
—Es que ya no sé qué hacer —responde Andrés, desesperado, al que es su compañero de mesa en el instituto desde hace una semana y media.
—No deberías hacer nada. Isidro tiene razón, cada vez que tienes una de tus brillantes ideas, metes la pata —le recomienda su amigo.
—¿En qué momento Isidro y yo intercambiamos nuestros papeles? Antes era yo el más sensato y a él al que castigaban por hacer grafitis.
—A él lo castigaban, pero muchas de esas cosas no las hacía él, sino que encubría a alguien. El de los grafitis fue Carlos, por ejemplo —le explica Alejandro dejando a Andrés más que sorprendido.
—¿Y por qué no me lo dijo?
—Porque sabía que te chivarías para que no lo castigaran injustamente. A Isidro le gusta hacer el idiota demasiadas veces para mi gusto, pero tengo que admitir que con los amigos es demasiado generoso.
—¿Generoso? Conmigo no lo es —afirma Andrés.
—Claro que sí. Incluso empezó a llevarse bien con Victoria porque se lo pediste, a pesar de que al principio le costó horrores. No estoy seguro si se ha hecho cargo de su hermana porque te prometió cuidarla o porque le pareció lo más justo, pero los últimos diez días ha estado en medio de los dos y ha tenido que aguantar mierda por ambos lados —le recuerda su amigo.
—Me vino a buscar el domingo antes de irse a trabajar para echarme la peor bronca de mi vida.
—Yo te hubiese dejado de hablar durante tres meses, Andrés. Pusiste una foto de la chica con la que te acostaste el viernes y otra con la del sábado y les describiste lo bien que te lo habías pasado con las dos en un grupo que tenéis vosotros tres para las clases de baile.
—Teníamos —puntualiza Andrés porque Victoria, la administradora del grupo, lo echó inmediatamente.
—¿Y qué esperabas? A una de las chicas se le veía una teta.
—¿Cómo los sabes?
—Escuché la bronca que te echó Isidro y en una cosa tenía razón, si vas a enviar cualquier tontería, mejor que no hagas nada. Esta vez voy a tener que apoyar a Vicky, si no te habla hasta que cumplas los veinticinco.
—Se supone que nos vamos a casar —dice Andrés antes de bajarse del coche que ya está en el instituto.
—No creo que Victoria se quiera casar con un tipo que se ha comportado como lo has hecho en las últimas semanas. Ni siquiera le hiciste el gusto el día de su cumpleaños. Yo no me he querido meter en tu relación, pero tu mejor amigo te aconsejaba todos los días que la tratases mejor, que te preocuparas más por ella y la única solución que le dabas era pedirle a él que lo hiciese por ti.
—Vale, lo entiendo. Joder, no tengo ni idea de cómo arreglar todo esto. No tenía que haber salido con ella nunca. Además, ella quería ir a paso de tortuga y yo, después de que la vi con aquel traje en la gala del año pasado, no puedo dejar de soñar con ella en mi cama y follándomela. Soy un adolescente y tengo las hormonas fatal —se excusa Andrés.
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Como el agua y el aceite - Terminado
Novela JuvenilVictoria y Andrés son mejores amigos, aunque todos los que los conocen, incluidos ellos mismos, esperan que se conviertan en algo más, porque están hechos el uno para el otro. Todo entre ellos es perfecto, excepto la relación de Victoria e Isidro, e...