CAPITULO CUARENTA - PERO NO QUE OLVIDES

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Sábado, 23 de septiembre del 2023

Isidro lee el periódico que tiene en las manos y no puede, sino alegrarse de no tener como costumbre el hacerlo todos los días. En primer lugar, Julio Iglesias cumple ochenta años e Isidro no puede evitar preguntarse por qué la gente se interesa tanto por la vida privada de los cantantes. No debería ser así, lo único que debería importar es su trabajo, es decir, que canten bien y gusten sus canciones.

Acaba pensando en el caso de Shakira. Hasta en Alemania se ha comentado su separación con el padre de sus hijos, su relación con su suegra, la nueva novia del ex, los posibles romances de ella. La señora es cantante, no embajadora del ejemplo de familia a seguir.

Pero no todas las noticias son idioteces, también hay algunas que son horribles, como que el precio de la leche ha caído por quinto mes consecutivo por parte de las industrias lácteas a los productores y a pesar del incremento de costes en la ganadería, que un señor justifique una matanza de ETA en pleno siglo XXI, que la guerra entre Ucrania y Rusia continúe o que en España no se han puesto de acuerdo a la hora de elegir un presidente.

Él no puede opinar porque no fue a votar, a pesar de que su madre siempre les ha dicho a sus hijos que da igual por quien voten, pero que deben hacerlo, porque es un derecho que costó adquirirlo y que por eso debería de ser un deber. Sin embargo, las elecciones fueron anunciadas tan precipitadamente y en unas fechas entre exámenes, comienzo de verano y preparación de su ya habitual viaje a Francia, que no quiso complicar más su existencia y renunció a votar, la próxima vez será.

—¿Qué haces tan temprano en la feria, hermanito? —le pregunta su hermano Fran, cuando se lo encuentra a las nueve de la mañana en la feria, a pesar de que hasta las once no abren las puertas del recinto.

—No es tan temprano. Temprano cuando salí a correr esta mañana. Además, me pidieron que viniese a ayudar con una traducción. Hay unos franceses que necesitan un traductor y les prometí echarles una mano —le explica Isidro.

—Al menos no te has escondido de tu Alevilla, como hiciste cuando viniste en Navidad —le echa en cara su hermano sin un ápice de sentido común.

—No me he escondido de nadie —se defiende Isidro, aunque su hermano tenga razón.

—Por supuesto que sí —le responde y se va con su compañero, los dos vestidos de uniforme.

Las pasadas Navidades, Isidro solo pasó cinco días en España. Llegó el sábado veintitrés de diciembre, se estuvo hasta el veinticinco por la tarde sin salir de la casa de sus padres, ya que tuvo que salir porque quedó con Patrick para ver a su ahijada y el día siguiente lo pasó en el taller de Manolo con Ignacio también. El veintisiete se fue temprano y no regresó hasta hace dos días. Aunque en casa de sus padres lo visitaron Julia, Carlos, Celia, Alejandro y sus hermanos, por supuesto.

Los dos últimos años le ha ido muy bien en la facultad, ha tenido suerte con algunos proyectos que ha llevado a cabo y está pensando que, si todo sigue así, se podría jubilar en cuanto acabe este año la carrera.

Ha podido ahorrar dinero y tiene una buena fuente de ingresos debidos a sus patentes y contratos firmados con empresas automovilísticas, aunque está trabajando en un nuevo proyecto para una empresa química muy importante a nivel mundial que espera que esté terminado antes de finales de año. Ese proyecto permitiría que se jubilara en unos meses como si fuese millonario, aunque, en este caso, lo sería.

Ha considerado en mudarse a México, un país que siempre le ha llamado la atención. Compraría una finca con una casa en el estado de Campeche y viviría tranquilo para siempre, leyendo, inventando cosas, incluso podría montar un taller mecánico para pasar el rato. Lo ha meditado bastante y considera que sería un buen sitio donde poder vivir y ser feliz.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora