CAPITULO TREINTA Y CINCO - INDOMABLES

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Viernes, 31 de enero del 2020

En cuanto Isidro entra a primera hora a clase, se da cuenta del ambiente enrarecido que existe en el aula. El viernes pasado era mucho más jovial, sin embargo, sabe que uno de los causantes de este cambio es él mismo.

Desconoce si en su otro instituto existen culebrones como el que le ha tocado a él vivir en este, porque no ha reparado en ello, pero se debe tener en consideración que los alumnos de las clases a las que acude son mayoritariamente chicos y casi todos los problemas a esta edad están causados por las hormonas adolescentes e indomables.

—¿Me permites que me siente hoy con Victoria? Tú puedes hacerlo durante toda la semana —le pregunta Isidro a Celia en voz alta para que puedan escucharlo los demás compañeros.

Isidro también se ha dejado llevar por sus hormonas toda la semana, tanto, que ha trabajado el lunes y el miércoles en el taller para no tener que ir ni el viernes ni el sábado y así poder quedar con Victoria. No ha podido ir a fútbol sala ni a baloncesto, porque ha terminado después de las ocho, pero era un mal necesario.

—Claro —le responde Celia, evitando la mirada asesina de Andrés.

Andrés está cada vez más molesto. No solo se ha encontrado a Vicky y a Isidro besándose cómo él nunca se besó con ella, además, al día siguiente de la celebración los vio tomándose unos batidos por la tarde. Su ego estaba tan herido que se escondió, ignoró lo visto y llamó a Alejandro para verse en otro local.

Intentó hacer planes todos los días con su mejor amiga para evitar que ellos volvieran a quedar, no obstante, el martes y el jueves por la tarde ella estaba ocupada después de almorzar y está seguro de que se encontró con Isidro.

Se está obsesionando y lo sabe, sin embargo, no puede borrar la imagen de la cabeza de cuando entró en ese cuarto. La estaba buscando, pero ahora daría lo que fuese para evitar que lo hubiese visto. Isidro la tenía sujeta con una mano en la cabeza y otra en la cintura y se estaban besando como si no hubiese un mañana, aunque lo que le impresionó fue ver a Victoria agarrándolo por la camisa para pegarlo más a ella.

Victoria no se deja llevar así cuando besa o, por lo menos, es lo que Andrés pensaba antes de ser testigo de ese beso.

—¿Qué estás haciendo, Freddy? Vas a enfadar todavía más a Andrés —le susurra Victoria, cuando se sienta a su lado.

—Ya te he hecho saber que no me importa. Llevo todo este tiempo intentando no molestarlo, sin tener en cuenta mis sentimientos y se terminó. Voy a hacer lo imposible para que me aceptes. Él lo sabe, tú lo sabes y yo lo sé, por lo que se acabó eso de esconder lo que siento —le responde en voz baja, pero sin un ápice de duda en la voz.

—Te he dicho hasta la saciedad que lo nuestro no puede ser —le repite Vicky.

—Y yo que lo seguiré intentando, a pesar de lo que me digas —le contesta seguro.

El profesor se sorprende de ver a Isidro en su clase, puesto que él tiene diseño en otra aula en este momento, pero Candela le ha dicho que ya tiene el curso aprobado y que lo que están intentando es que no desconecte de los que fueron sus compañeros, por lo que algunos viernes va a clases con ellos sin importar la materia.

—Te he traído el desayuno —sorprende Isidro a Victoria en cuanto empieza el recreo.

—¿Por qué?

—Menchu me chivo lo que te gustaba desayunar pan con tomate y jamón Serrano cuando la visitaste hace dos veranos y no pude evitar traerlo para los dos —le explica Isidro.

—Estás hecho un ñoño —se burla Vicky de él.

—Pero a cambio quiero pedirte que me expliques después de almorzar lo que dimos antes en clase —le pide Isidro, ignorando la mirada constante de Andrés, que está esperando a que terminen de hablar para abordar a Victoria.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora