CAPITULO VEINTIUNO - SEMANA BLANCA

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Sábado, 19 de enero del 2019

Esta semana ha comenzado a ir mal desde el principio. Victoria agradece que al menos Julia se haya ido a pasar unas vacaciones blancas con su familia a Austria y esté esquiando ajena a todo.

El sábado pasado, mientras cenaba con sus amigos, su hermana la llamó y le contó, entre sollozos, que estaba embarazada de dos meses y medio. Las dos conocen bien a su abuela materna y también a su madre, por lo que les preocupó a lo que se iba a tener que enfrentar Noelia en casa.

Victoria intentó calmarla, pero no había forma de consolarla. Aun así, nadie se enteró hasta el lunes por la mañana que Noelia se lo contó a Carla, su mejor amiga, o eso era lo que todos creían que era.

Antes del recreo, más de la mitad de la clase sabía que Noelia estaba esperando a un bebé.

Ese día fue horrible en el instituto y el día siguiente también. Menos mal que el miércoles las cosas se calmaron un poco. Le estará eternamente agradecida a Andrés por haber puesto un poco de orden y obligarles a todos a que dejasen de acosar a su hermana. Además, deben de ser muy idiotas para causarle ese estrés a una embarazada, no tienen ni un poco de empatía.

De resto, no ha estado mucho con sus amigos o su novio, ya que ha intentado acompañar a su hermana lo máximo posible, principalmente, ahora que no solo está embarazada, sino que sus supuestas amigas se han portado tan mal con ella.

—¿Les pongo algo, chicas? —les pregunta Isidro.

—¿Qué haces aquí? —es la respuesta de Victoria.

—Carlos me llamó porque necesitaban que les echara una mano hace unas horas, cogí el autobús que salió a las nueve menos diez y desde entonces he estado en la cocina. Ahora que son las doce y media me han dejado salir.

—¿No trabajas mañana? —le pregunta Noelia.

—Sí, también tengo por la tarde un partido de fútbol con algunos de segundo de bachillerato, pero creo que lo voy a cancelar porque el domingo comienzo a trabajar a las ocho —les explica Isidro.

—Gracias por lo del instituto —le dice Noelia y Victoria no entiende nada.

—¿Por qué? —pregunta Vicky.

—Puso a las chicas de clase en su sitio y amenazó a algún idiota para que me dejaran tranquila con lo del embarazo —le explica Noelia.

—No, ese fue Andrés —afirma Vicky, segura de sí misma.

—No solo Andrés sabe hacer las cosas bien, Alevilla —la molesta Isidro que, últimamente, ha empezado a hacerla rabiar tanto como antaño.

—Yo solo supuse que había sido él. Ni siquiera sabía que te habías enterado —intenta justificarse.

—Me enteré el miércoles cuando llegué al instituto. No entiendo por qué no me lo contaste antes y no me digas que era un secreto, porque lo sabía todo el mundo menos yo —se queja Isidro.

—¡Oye! Déjate de tanto palique que no te pago por hablar —le dice Carlos a Isidro, cuando se acerca al grupo de los tres amigos.

—¡Pero si no me pagas! —exclama Isidro.

—Pues con más razón, por cierto, mi padre dice que eres un crack en la cocina.

—Es lo que tiene eso de independizarte —alardea de sí mismo Isidro.

—¿Todo bien, chicas? ¿Qué hacéis aún aquí? —les pregunta Carlos a las dos hermanas, ya que las vio entrar desde las ocho de la tarde.

—Mi madre se ha enterado de lo de mi embarazo y me ha echado de casa y mi hermana me acompaña para que no espere sola a uno que nos quiere alquilar una casa rural que está en el pueblo. Nos dijo que llegaría a las once y media y ya lleva una hora de retraso.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora