CAPITULO DIECIOCHO - SOMETHING STUPID

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Domingo, 16 de diciembre del 2018

Un lunes fue lo único que Andrés asistió a clases de baile con su novia. La siguiente semana le pidió a su mejor amigo que lo sustituyera y menos mal, porque si no tendría que ser él el que estuviese a punto de salir a bailar con Victoria y todos los que lo conocen saben que lo de bailar no es lo suyo.

—Lamento que hayas tenido que pedir el día libre hoy en el club de hípica, pero te estaré eternamente agradecido —le dice a su amigo mientras lo ayuda a colocarse la pajarita del traje, sabiendo que ahora que vive con su hermana, necesita el dinero más que nunca.

—No tienes que darme las gracias, lo hago con gusto —le quita importancia Isidro.

—Aun así, me estás salvando el culo desde que tengo uso de razón y creo que nunca te he dicho lo increíble que eres.

—No permitiré que dejes a Vicky para fugarte conmigo —le responde en tono severo, aunque Andrés sabe que se está riendo de él.

—Mucha mierda —le dice antes de desaparecer.

El traje que lleva es de un amigo de Fran que se lo compró cuando su hermano fue nombrado teniente de la Guardia Civil hace dos años, nunca se lo volvió a poner porque engordó bastante y se lo dejó a Isidro cuando se enteró de que el hermano de su amigo necesitaba un esmoquin.

Su madre, la mejor costurera del mundo, se lo ha arreglado y le queda como un guante, así que Isidro no puede sentirse más elegante.

Victoria también está muy guapa. Elena, la madre de Isidro, le ha arreglado un traje de cuando su madre era joven, porque se supone que las parejas que van a bailar Something Stupid de Nicole Kidman y Robbie Williams deben ir ambientadas a los años cincuenta o sesenta.

A Isidro se le seca la boca cuando ve a su compañera de baile con un vestido clásico con cuello en forma de v y mucho vuelo a partir de la cintura, porque lo que es el torso se le pega como si fuese su segunda piel.

—¿Nerviosa, Alevilla? —le pregunta Isidro, cuando se encuentran.

—Un poco.

—Lo vamos a hacer genial y, si no, no nos pagan por hacer esto, así que no importa —bromea él.

—No te he dado las gracias por el regalo de cumpleaños. No tenías por qué dármelo, teniendo en cuenta que ya me lo habías dado por adelantado.

—Andrés no me ha contado cómo os fue.

—Se rajó en el último momento y vino conmigo el novio de mi hermana, porque ella se negó a acompañarme. Los dos lo disfrutamos mucho.

—¿No te acompañó? ¿Quieres que hable con él? —se preocupa, porque ayer fue el cumpleaños de Victoria y él se levantó temprano para felicitarla y darle su regalo en persona, ya que comenzó a trabajar a las ocho y media en el taller, y su mejor amigo no se dignó a acompañar a su novia a montar a caballo.

—No te preocupes, ya sabes que él solo hace lo que le gusta o le interesa —le quita importancia Vicky.

—Aun así, debería también preocuparte por tus intereses. A final de verano le insinuaste que te gustaría ir al club de hípica.

—Me lo pasé genial, una pena que no estuvieses allí, pero vi a mi padre —cambia ella de tema.

— Trabajé todo el día en el taller porque teníamos que sacar un coche para antes del lunes —se excusa Isidro.

—No deberías trabajar tanto —le responde Vicky, cariñosa.

—Cuando trabajes en un hospital y puedas mantenerme, bajaré un poco el ritmo. Incluso puede que me quede en casa preparándote la comida y cuidando de nuestros ocho hijos —bromea él.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora