CAPITULO TREINTA Y NUEVE - CONSECUENCIAS

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Sábado, 2 de octubre del 2021

Hace más de un año que no ha visto al que fue su novio durante meses y por fin puede decir que lo ha superado. Le costó muchísimo, porque además de haber sido encantador, detallista y estar siempre pendiente de ella mientras salieron juntos, tiene que admitir que Isidro es divertido, inteligente y nunca se aburría con él.

Lo de hoy es otro cantar. Sus compañeras son de lo más repetitivo y monótono que ha conocido en la vida.

A Victoria se le ocurrió decir que este fin de semana en su pueblo es la Corrida de Toros Lepantina entre algunas compañeras de la facultad y la han venido a visitar desde esta mañana temprano, a pesar de que el evento es a las cinco de la tarde.

No es que le caigan mal, es que son muy aburridas y todo, absolutamente todo, lo relacionan con la Medicina o cualquier asignatura que ven en clase.

Ella entiende que no le queda tiempo para mucho más, porque están estudiando incluso en verano casi sin descanso, pero esa es una razón de peso por la que no deberían hablar sobre sus estudios cuando están descansando.

—¿A qué han venido esas tres? —le pregunta disimuladamente Celia, cuando se encuentra a su amiga en el local del padre de Carlos y se la lleva a una esquina para cotillear.

—A la Gran Corrida de Toros Lepantina —le explica con sarcasmo su amiga.

—¿Y tú vas a ir?

—No me queda de otra, a no ser que quieras hacer de anfitriona por mí —le sugiere Victoria antes de quedarse callada y con la boca abierta al ver a Isidro entrar en el bar-cafetería con el brazo sobre el hombro de Carlos y partiéndose el culo de la risa.

—Mierda, tenía que haberte dicho que iba a venir —se disculpa Victoria.

—¿Sabías que estaba aquí? —consigue preguntar en voz baja Vicky, rezando para que ninguno de los dos amigos la vean ahora que se lo están pasando tan bien o, por lo menos, es lo que aparentan.

—Llegó hace dos días, pero ha estado en el taller de Manolo echándole una mano. Se vuelve a ir mañana, pero no venía desde Navidad —le cuenta Celia un poco avergonzada.

—¿Has hablado con él? Bueno, no importa. Tengo mil cosas que hacer, así que ya lo saludaré la próxima vez que vuelva a España —se excusa Victoria antes de comenzar su huida.

—¿Y tus amigas? —le pregunta Celia levantando una ceja.

—Mierda, ¿podrías decirles que me ha surgido un improvisto y que las llamaré en un rato para venirlas a buscar cuando terminen su desayuno?

—Claro, aunque no creo que puedas salir sin que te vea.

—Me da igual lo que piense de mí, lo único que quiero es no tener que hablar con él —dice Victoria antes de irse intentando pasar desapercibida.

El primer año de carrera le había ido muy bien, consiguió centrarse después de un verano de mierda, estudió, se esforzó muchísimo y sacó muy buenas notas en todos los exámenes. Su padre estaba tan contento, que incluso le regaló las clases y los exámenes para sacarse el carnet de conducir, y eso fue lo único que hizo durante todo este verano, además de prepararse las asignaturas de este año.

Ni siquiera acompañó a su hermana las dos primeras semanas de agosto que se fue a Francia con Patrick, que como siempre tenía que trabajar con sus abuelos, aunque solo lo hizo esas dos semanas.

Podía decir que su vida, desde que comenzó en la facultad, es sencilla y hará lo imposible para que así continúe. Lo único que hace, además de estudiar, es salir alguna vez con Celia o con Andrés, no obstante, solo lo hace una o dos veces al mes porque ni siquiera quiere que sus amigos la desvíen de su propósito de terminar la carrera lo antes posible, especializarse, trabajar y olvidarse de este pueblo.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora