CAPITULO DIEZ - PERDERTE

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Sábado, 20 de octubre del 2018

Isidro aún no sabe qué pensar de la conversación que ha tenido esta mañana por teléfono con su mejor amigo antes de empezar a trabajar. Todavía el olor de Victoria está impregnado en las sábanas donde pasó la noche solo, aunque ella estuvo presente en todo momento, bien porque no pudo dejar de recordar todo lo que habían hecho o bien porque soñó con Vicky en cuanto Morfeo vino a visitarlo.

—He venido a darte una sorpresa antes de que empieces a trabajar —lo saluda Ignacio, mientras Isidro se come un bocadillo con un colacao frío que se acaba de hacer en la pequeña cocina del taller.

—Ya he tenido suficiente sorpresas para toda la semana, créeme —le responde Isidro.

—¿Qué quieres decir? ¿Te han contactado los de Mazda? —se extraña Ignacio.

—No, pero un amigo me ha llamado cuando acababa de levantarme y me contó algo de su vida privada que aún no he podido procesar. Tampoco puedo contarlo, si no ya lo hubiese publicado en las redes sociales y eso que no soy muy activo en ellas.

—He hablado con un contacto de la Volkswagen y les he contado un poco lo que has inventado, aunque solo por encima. Quieren hacerte una oferta de compra también y ofrecerte un puesto de aprendiz, que es como lo llaman ellos, mientras estudias en Alemania. Ellos correrían con todos los gastos de estancia y manutención —va directo al grano el profesor.

—No puedo aceptarlo —le contesta Isidro sin pensárselo siquiera.

—¿Por qué no?

—Porque ya he hablado con Mazda.

—Pero aún no has firmado nada —le recuerda Ignacio.

—Lo sé, sin embargo, lo hemos hablado y, aunque no le he dado una respuesta afirmativa hasta no ver el contrato, ¿qué clase de persona sería si estoy negociando con otra empresa a sus espaldas?

—Tienes razón, pero si algo del contrato con Mazda no te agrada, sabes que tienes otras posibilidades donde elegir —le dice Ignacio antes de irse a saludar a Manolo que está entrando en el taller.

A Isidro le gusta la tranquilidad de las mañanas, al igual que a su madre, por eso se levanta siempre un poco más temprano de lo que debería y desayuna despacio, para prepararse para el torbellino que suele ser su día a día.

Quería llamar a Victoria para contarle el cambio de planes de esta tarde, pero ya lo hará a media mañana. Posiblemente, esté durmiendo todavía, aunque le dijo que se iba a ir directamente a dormir cuando la despidió a las once y media de la noche para que tomara el último autobús que llega a su pueblo. Solo tarda doce minutos en llegar, pero Isidro estuvo a punto de irse con ella para regresar luego caminando, un sinsentido, por supuesto.

***

Andrés no sabe si lo que está haciendo es lo correcto o no. Le gusta mucho Celia, es guapa, divertida y le encanta que le cuente historias de lo que hacía cuando vivía en Madrid. Además, funcionan muy bien en la cama y eso es algo a tener en cuenta. Sin embargo, no la quiere y sabe que nunca la podrá querer de la forma que quiere a Vicky.

No obstante, no puede negarle durante más tiempo el mantener una relación. Celia le ha puesto un ultimátum y, aunque ha accedido a mantenerlo todo en secreto, quiere salir con él. Esto lo alaga, pero también le asusta que empañe el nexo que tiene con su mejor amiga.

Por esta razón, ha llamado a Isidro tan temprano, para pedirle consejo. Su amigo, como siempre, solo lo escucha y deja que él llegue a las conclusiones que más le convienen, siempre ha parecido un psicólogo en este sentido, pero no es lo mismo pensar algo que hablarlo con alguien. Esto último te aclara las ideas y ahora mismo está seguro de que quiere salir con Celia y si la relación se vuelve más seria, se lo tendrá que decir a Victoria, al fin y al cabo, ella siempre ha aceptado que se enrolle con otras.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora